El Gobierno vasco ha articulado un nuevo paquete de restricciones con las que confía en poder frenar la expansión de virus. Unas limitaciones que, si no hay novedades judiciales, entrarán en vigor en los próximos días una vez sean publicadas en el Boletín Oficial del ... País Vasco. Pero tardarán un tiempo en traducirse en un descenso de los contagios. Y eso siempre que tengan el efecto deseado. Algo que no se logrará, reiteran fuentes acreditadas, «si no hay un cambio en los comportamientos de la sociedad».
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En el mejor de los casos las nuevas restricciones comenzarán a tener una incidencia en la curva de contagios dentro de dos semanas. Hasta entonces la previsión es que siga subiendo el número de positivos diarios. En las próximas jornadas se espera incluso un significativo repunte fruto de las reuniones sociales y escapadas en grupo que tuvieron lugar durante el puente del 12 de octubre.
Ése es el escenario que manejan en Osakidetza a tenor de los tiempos del propio virus -las personas que se han contagiado hoy pueden incubar el virus hasta 14 días antes de tener síntomas- y la experiencia previa. Dos semanas era el plazo al que se refería la exconsejera Nekane Murga cada vez que anunciaba una nueva medida para comenzar a ver su efecto. Fue también el tiempo que tardaron en estabilizarse los casos este pasado verano en Euskadi después de que el 17 de agosto el Gobierno vasco decretase el cierre del ocio nocturno, la prohibición del consumo de pie en los bares y de fumar en la calle a menos de 2 metros de otra persona o las limitaciones de las reuniones a grupos de 10, medida que al final quedó en recomendación en la calle y en los hogares por falta de respaldo jurídico.
Ahora el Gobierno vasco quiere dar un paso más. Ha reforzado esas restricciones bajando las agrupaciones a 6 personas; reduciendo los aforos al 50% en el interior de establecimientos hosteleros, comerciales, culturales y religiosos; prohibiendo la competición del deporte no federado; y cerrando parques infantiles, jardines y parques a las 23.00 horas, y bares y restaurantes a medianoche. Tampoco se va a permitir que asistan más de 400 personas a los eventos en grandes espacios cubiertos y de 600 a los que se desarrollan al aire libre.
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Las nuevas medidas no tendrán un efecto inmediato. La propia consejera de Salud, Gotzone Sagardui, ya dijo este sábado que en Euskadi «nos encontramos en situación de alta incidencia de la pandemia, con una tendencia ascendente y la previsión es que sigan creciendo los casos en los próximos días». ¿Hasta cuándo? No hay respuesta clara. En el mejor de los casos en dos semanas se puede comenzar a estabilizar de nuevo la curva. El uso de las mascarillas tardó bastante más en tener un efecto claro sobre los datos.
El que tarde más o menos va a depender del seguimiento que tengan las nuevas restricciones por parte de la sociedad. Ese es el quid de la cuestión. En Lakua son conscientes de que una parte de la ciudadanía ha decidido vivir como si no existiese el virus o, al menos, como si a ellos no les afectase. Ocurrió durante el verano y se repite durante el otoño. Por eso no se consigue frenar ese incremento de contagios. Tampoco juega a favor la meteorología. Con la llegada de la lluvia y los primeros fríos se hace más vida bajo techo. Todo ello favorece la expansión de un virus con vocación estacional como es este coronavirus surgido en la ciudad china de Wuhan el pasado diciembre.
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Sagardui ya advirtió este sábado que las doce localidades vascas marcadas en rojo por presentar una incidencia superior a los 500 casos por cada 100.000 habitantes, son lugares en los que «se han relajado» las medidas preventivas. Y les mandó una advertencia. Hoy por hoy, si cumplen las restricciones «de forma más severa» están «a tiempo» de frenar la escalada de casos. De cortar las líneas de transmisión se encarga el equipo de rastreadores. Pero si los contagios siguen aumentado a este ritmo la red no tendrá capacidad para hacer seguimiento a todos los casos.
Son lugares en los que existe una transmisión comunitaria relevante, con una proliferación de brotes ligados al ocio y a los eventos sociales y familiares. Si no son «prudentes» y la expansión del virus escapa al control de los rastreadores, se aplicarán «medidas quirúrgicas de movilidad y actividades» en los lugares de mayor riesgo.
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