La profesora Eli Bergareche, la primera en estrenar el vacunódromo de Illunbe

Una vez han ido entrando, de forma espaciada y con cita previa, se les ha ido administrando la vacuna. En el puesto de vacunación, una enfermera se encarga de registrar los datos y otra, de inyectar la dosis. Después, han pasado a una sala de espera por si la vacuna pudiera provocarles algún tipo de reacción y transcurridos 15 minutos, han ido abandonando el recinto.

La donostiarra Eli Bergareche, profesora de un niño con necesidades especiales en un colegio de Aiete, ha sido la primera en vacunarse y estrenar el recinto de Illunbe donde se vacunará hoy a 260 personas entre personal de servicios esenciales, como profesores de Educación Infantil y Educación Especial, monitores de comedor o Guardia Municipal.

Según ha contado minutos antes de entrar, «me dieron la oportunidad de vacunarme y me parece estupendo si con eso voy a protegerme a mí pero también a los de mi alrededor. Si yo no me vacuno y contagio a ese niño él tiene más peligro que yo de que le pasen cosas más graves, así que cuando me llamaron para la vacuna dije 'adelante'».

«Me parece una noticia muy positiva que nos hayan incluido ya en la lista de vacunación, de hecho creo deberían haberlo hecho antes», defiende Miren Aguirre. Esta vecina de Eibar, de 23 años, explica que trabaja en un centro de Aspace, donde la interacción con los chavales es total. «Son personas que no llevan mascarilla y estamos en contacto directo con ellos continuamente, algo que resulta inevitable en nuestro trabajo. Así que ahora iré más segura a trabajar y a todos lados, porque vivo con mis padres y a ellos también les puedo contagiar», cuenta, mientras espera, en una zona habilitada con varias filas de bancos, los 15 minutos de rigor después de haberse vacunado.

Por su parte, Iñaki Urrestarazu también ha sido de los primeros en vacunarse esta mañana en Illunbe. Este profesor de 52 años en el Colegio Alemán de Donostia se mostraba «más tranquilo» una vez vacunado. «La vacuna te da una tranquilidad. Yo lo tenía claro desde el principio, que en cuanto me llamasen, iba a venir», asegura en el puesto de enfermería, mientras atiende las indicaciones de la enfermera sobre los posibles efectos secundarios de la vacuna. «Yo de momento estoy bien, pero sé que algunos compañeros míos que se han vacunado que tuvieron fiebre después», explica.

Esta es la primera experiencia piloto de vacunación masiva, según confirmó ayer la consejera de Salud, Gotzone Sagardui, quien en una entrevista en Radio Euskadi aseguró que, a diferencia de lo expresado hace unas semanas, «si llegan nuevas vacunas y se necesitan grandes espacios para agilizar su administración a la población, se recurrirá a ellos», aunque la «postura ha sido siempre priorizar los centros de salud de referencia».

Personal de Osakidetza, de limpieza y decenas de operarios trabajaban ayer contra reloj en el 'primer anillo' del recinto, la zona que da acceso a las gradas, para adecuar esa parte del pabellón y convertirlo en un centro de vacunación contra el Covid. A 24 horas de recibir a los primeros ciudadanos, se afanaban en colocar la señalética para dividir cada zona, enchufar ordenadores para realizar el registro de vacunados, instalar filas de bancos y sillas para administrar la solución y preparar dos frigoríficos para guardar las dosis –que se pueden conservar entre 2 y 8 grados centígrados–. Los preparados llegarán esta misma mañana desde la Farmacia del Hospital Universitario Donostia, a donde cada martes llegan nuevas remesas.