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El Gobierno vasco abre ligeramente la mano en las restricciones contra la pandemia. Tal y como se preveía en las últimas horas, el comité asesor del LABI ha acordado esta tarde levantar el confinamiento municipal vigente desde el pasado 25 de enero, apoyado en la mejoría de los datos epidemiológicos experimentada en las últimas semanas. La incógnita era saber si el lehendakari y el resto de responsables instituciones iban a apostar por una medida temporal de contención, que implicará el cierre perimetral de los tres territorios históricos durante un tiempo prudencial, o pasar directamente a la libre circulación –en horario diurno– en toda la comunidad autónoma.
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Finalmente su decisión es permitir los desplazamientos en toda Euskadi desde este martes, una vez haya pasado la jornada del 8-M, cuando están convocadas diferentes concentraciones para celebrar el Día de la Mujer y existía el temor de que pudieran darse aglomeraciones que favorecieran los contagios. «Nos preocupa la movilidad excesiva y los agrupamientos sin guardar las distancias», ha reconocido el lehendakari durante la comparecencia de esta tarde en la que ha anunciado los acuerdos del LABI.
De esta manera, desde las 0.00 horas del día 9, un vecino de Amorebieta podrá desplazarse sin necesidad de justificante alguno hasta Tolosa o Amurrio; uno de Llodio a Barakaldo o Irún; y uno de Beasain a Galdakao o Vitoria. «Con la tasa de incidencia actual, (el confinamiento municipal) no resulta necesario en este momento», ha argumentado Urkullu.
El grueso de las principales restricciones ahora en vigor continuarán, al menos, hasta después de Semana Santa. Siguiendo las directrices pactadas el jueves entre el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas, el Gobierno vasco mantiene el toque de queda entre las 22.00 y las 6.00 horas, así como la prohibición de reunirse más de 4 personas tanto en espacios públicos como privados; y los horarios restringidos y los aforos reducidos de hostelería y comercios. Estas medidas serán las que imperen en todo el país desde el fin de semana del Domingo de Ramos hasta el Viernes de Pascua, por lo que el margen de maniobra que este viernes tenía el LABI era limitado.
No obstante, Urkullu ha confirmado que dentro de 20 días, justo antes de la Semana Santa, volverán a reunirse para analizar la situación epidemiológica por si es necesario tomar nuevas medidas o relajar las que estén en vigor. Por ejemplo, los aforos u horarios de la hostelería y el comercio. Por el momento, sí que ha adelantado que en el decreto que será publicado el lunes en el BOPV se «matizarán» algunas de las medidas en vigor para adaptarlas a la situación actual. Por ejemplo, algunas referidas a la celebración de OPEs, aforos de lugares de culto, acceso de aulas completas de estudiantes a museos, grupos de 6 alumnos en actividades extraescolares y ocupación de tiendas de campaña.
Con la decisión de esta tarde, el Gobierno vasco da algo de oxígeno a la ciudadanía después de un par de meses de fuertes restricciones para frenar la tercera ola de contagios tras la Navidad. En el Ejecutivo son conscientes del desgaste acumulado, que se acentuará tras el acuerdo de mantener el cierre autonómico en toda España durante la Semana Santa.
El peligro que se corre con la decisión de hoy, no obstante, es transmitir la idea de que la tercera ola ya está superada y que la desescalada es un hecho sin vuelta atrás una vez la campaña de vacunación ha cogido cierta velocidad en Euskadi. De ahí las palabras pronunciadas este jueves por el consejero Bingen Zupiria, quien pidió «rigor» en el cumplimiento de las restricciones que continúan vigentes y alertó de que aún quedan «tres o cuatro meses» de esfuerzo comunitario para vencer al virus.
Urkullu ha evitado, de hecho, en todo momento hablar de «desescalada». Ha asegurado que «no es el momento» de iniciar un proceso hacia la 'nueva normalidad', sino que toca mantener la «máxima cautela» posible. «Nos encontramos en un momento crítico y la evolución de las próximas semanas será determinante», ha insistido. Sin entonar ningún 'mea culpa' específico sobre las decisiones adoptadas por los políticos de cara a la Navidad, el lehendakari ha asumido que en ese periodo hubo «excesiva relajación».
Por ello, ha reclamado a la ciudadanía «continuar con el esfuerzo» para lograr bajar de 60 casos la incidencia acumulada. Sólo entonces Euskadi podrá permitirse un escenario «de mayor relajación».
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