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La explosividad de la sexta ola ha cambiado las prioridades de Osakidetza en esta pandemia. El control de las cadenas de transmisión ha quedado totalmente relegado por la incapacidad del sistema de llegar a todos los casos y los esfuerzos se van a centrar en ... tratar los positivos que se detectan en grupos vulnerables. Un cambio de estrategia en la vigilancia y seguimiento de los casos de covid, e incluso de los contactos estrechos, que expertos vascos consultados por este diario justifican por la magnitud que ha tomado esta embestida, que amenazaba con hacer saltar por los aires el sistema. «Había que limitar los test o el sistema colapsaba», afirman. Aunque no hay quórum y también hay voces críticas, la mayoría considera que las nuevas medidas eran irremediables. Eso sí, no olvidan los lastres de la sanidad pública vasca que también han influido en la toma de las decisiones, en concreto, la falta de refuerzos en las plantillas.
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Rafael Bengoa | Codirector de SI-Health
Rafael Bengoa asume la incapacidad del sistema vasco de salud para llegar a todos los contagios. En opinión del asesor internacional en reformas sanitarias, con otras medidas más allá de fiar todo al uso de la mascarilla en exteriores, se hubieran podido evitar decisiones que responden a los elevadísimos niveles de transmisión que ha alcanzado este último embate vírico. «Con la magnitud de la sexta ola, era impensable seguir rastreando y testando como antes», afirma. El exconsejero de Sanidad considera el cambio de estrategia una «adaptación realista» a la fuerte transmisibilidad de esta acometida, pero reconoce que los responsables sanitarios «han dejado circular al virus y no se atreven a decirlo». A su juicio, han brillado por su ausencia algunas medidas de control como la falta de una estrategia para facilitar test de antígenos a la población «a un precio razonable o gratis» que hubieran espaciado más en el tiempo la sexta ola. «No sufrirla de golpe hubiera hecho más gestionable el sistema de salud», apunta. Asimismo, señala que las nuevas medidas para la vigilancia y seguimiento de los positivos y sus contactos estrechos van encaminadas a tratar la covid como una gripe. «Hemos empezado una transición hacia una fase endémica, pero es prematuro hablar de gripe porque este virus en términos de volumen no lo es cuando va a infectar a la mitad de la población», advierte.
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J. Fernández
Samuel García | Médico y portavoz de MUD en Euskadi
«Los recursos son limitados y ha habido que priorizar», reconoce Samuel García, representante en Euskadi de la asociación Médicos Unidos por sus Derechos (MUD). El facultativo vizcaíno considera «correctas» las medidas, pero no duda en calificarlas de «evitables». En concreto, por el déficit estructural que arrastra la Atención Primaria y que la pandemia ha agudizado hasta un punto en el que no ha quedado otra que desistir de atender a toda la ciudadanía. «Esto ha sido un tsunami para una Atención Primaria en ruinas». El doctor García recuerda que a los pacientes de riesgo se les debe atender «sí o sí» y que lo más probable es que el resto de la ciudadanía, por la vacunación, sufra una infección leve. Sin embargo, no oculta su «preocupación» por la incapacidad de dar respuesta ante la sexta ola y por los precios de los test. «Deberían ser gratuitos, ser positivo cuesta dinero y eso no debe ser así», señala. Eso sí, espera que la sociedad también responda. Y pide comprensión: «Las personas tienen que ser corresponsables. Si tienen síntomas graves, se les va a atender, y sino hay que quedarse en casa y aislarse», arenga.
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J. Fernández
Quique Bassat | Epidemiólogo
Quique Bassat entiende el cambio de estrategia en un momento en el que Osakidetza «se ha visto atropellada por la situación» y porque a los vulnerables hay que garantizarles la atención sanitaria, pero no lo comparte. A su juicio, se trata de medidas «urgentes o de resignación» y suponen «una demostración de nuestro fracaso en la gestión de la pandemia». «Es aceptar que no damos abasto. Es nuestra rendición ante el virus», esgrime con dureza, pero consciente de que era necesario limitar las pruebas diagnósticas a la población de riesgo dada la explosividad de la sexta ola. «Si no el sistema hubiera colapsado. No daba más de sí». Entrando más a fondo en las nuevas medidas, el epidemiólogo catalán considera un error no reportar los positivos procedentes de los test de farmacia, ya que van a distorsionar la realidad de este último envite. «Vamos a bajar la curva a golpe de no hacer test. No vamos a saber lo que está pasando realmente y sin entender lo que ocurre es difícil actuar», arguye. Además, advierte del exceso de seguridad de la ciudadanía ante la mayoría de casos leves que provoca ómicron. «Esta cepa es leve si estás vacunado y porque está actuando sobre una población bien protegida. Si entramos en una UCI se nos quitaría la idea de que no es grave».
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Amaia Mayor | Portavoz SATSE
«Los profesionales no son un gasto, son una inversión». Así de rotunda se muestra Amaia Mayor al valorar las últimas modificaciones de los protocolos. En su opinión, responden únicamente a la «escasez de personal» y a la «poco acertada» decisión de prescindir de profesionales del gremio después del verano, cuando la quinta ola remitía y la comunidad abrazaba la nueva normalidad. Era previsible la saturación si las cosas se ponían feas. «Con la dotación de personal que tenemos no podemos gestionar todo», asegura. De nuevo, según señala, el Gobierno vasco ha pecado de una «falta de previsión tremenda». Mayor advierte del «infradiagnóstico de casos» a partir de ahora, lo que va a repercutir en la salud de la ciudadanía. «Hay una alta cantidad de trabajadores que sí van a ser cribados, pero muchos otros colectivos no y esas personas pueden estar en contacto con gente de riesgo».
Ugo Mayor | Investigador y bioquímico en Ikerbasque
Para Ugo Mayor, dejar de controlar las cadenas de contagio conlleva un riesgo importante, precisamente, para las personas a las que más se quiere proteger. «Al no realizar test a todos los contactos, vamos a lamentar llegar tarde a casos graves». El investigador y bioquímico de Ikerbasque se muestra muy crítico con los cambios en el sistema de vigilancia de la pandemia que Euskadi ha puesto en marcha, pese a que los protocolos europeos siguen marcando que el objetivo debe ser parar la transmisión antes de que llegue a las personas vulnerables. «En ningún momento se ha llamado a tirar la toalla», apunta Mayor, que no duda en recordar las carencias de la red de rastreo de Osakidetza y su desmantelamiento en septiembre. «Ha habido muchas fases de la pandemia en las que ni el rastreo ni el retrorrastreo han estado a la altura». Asimismo, advierte del peligro de perder la contabilidad de los casos por la no verificación de todos los positivos de los test de farmacia. «Veremos una curva más pequeña porque hemos empezado a hacer trampas».
Mikel Herrero | Médico de Familia y delegado del SME en Bizkaia
«Seguimos totalmente desbordados», lamenta Mikel Herrero, médico de familia en el ambulatorio de Leioa y delegado del Sindicato Médico de Euskadi en Bizkaia. Él y sus compañeros del centro de salud, extenuados a nivel mental y físico, están sufriendo el aluvión de casos positivos de esta oleada. El facultativo vizcaíno reconoce «la menor gravedad» de ómicron. De ahí que se haya optado por modificar los protocolos. «Algo había que hacer por la elevada cantidad de casos», reconoce, aunque recuerda la importancia de incidir en otras medidas que pueden resultar útiles para frenar la transmisión, como los medidores de CO2 en interiores. También ve con buenos ojos que la ciudadanía se autodiagnostique, pero «habría que buscar algún modo de registrar los casos».
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