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El cierre de todos los colegios de la capital alavesa por el coronavirus complicará la vida de las familias vitorianas durante las dos semanas, el tiempo que los chavales estarán sin acudir a los centros. Los padres se enfrentan ahora al reto de conciliar su vida laboral con el cuidado de los pequeños. Desde recurrir a los abuelos a ampliar el horario de la asistenta. Toca hacer malabares para cuidar a los pequeños.
El primer colegio de Vitoria en encontrarse con las puertas cerradas ha sido la ikastola Odón de Apraiz, que se ha clausurado este lunes por un supuesto caso de coronavirus. Este centro de educación infantil y primaria ubicado en el barrio vitoriano de Zaramaga ha comunicado a los padres que se clausura por Whatsapp, al parecer por la infección de dos de sus docentes, según han trasladado algunos progenitores desde la entrada.
El mensaje ha sid0 enviado tan solo diez minutos antes de la hora de entrada al centro -9.30 horas- y muchos padres lo han visto cuando estaban en camino. «Vengo desde un pueblo y he visto el WhatsApp en cuanto me he bajado del coche», señaló una madre acompañada de sus hijas. «Mi mujer me ha llamado para decirme que estaba cerrado, lo he sabido está mañana», agregaba otro de los progenitores a la entrada del centro. «Para los padres que trabajamos es una faena, nos va a tocar llamar a los abuelos para que nos ayuden», comentaban muchos.
Las familias estaban ya en el patio esperando a que la ikastola abriese sus puertas para que los pequeños entrasen en las aulas. Varios han conocido la noticia esta misma mañana al acudir al colegio, y se han tenido que marchar a casa y modificar sus planes. «Acabo de enterarme de que está cerrado. He recogido a mi hija y a otra de su misma clase, y ahora me las llevo a casa a las dos, ya que sus padres están trabajando». Además, a la hora en la que se ha dado el aviso ya había niños en el interior del centro, ya que el servicio de custodia está abierto desde las 8.30 horas.
El profesorado explicaban a primera hora a las familias que en ese momento no sabían por cuánto tiempo permanecerá el colegio con las puertas cerradas. «No nos han dicho quién es la persona afectada. Al parecer es una profesora», han apuntado molestos algunos padres. «¿Qué hacemos ahora durante varios días? No sabemos nada más. Tendremos que buscar niñera», criticaban.
Al conocer el caso de la profesora, el centro recomendó a los padres que tomasen la temperatura a los niños, aunque no se les advirtió de la posibilidad del cierre de un centro que tiene más de 400 alumnos, en el que hay dos líneas por curso, desde los dos años hasta sexto de Primaria. Una madre que recogía a su hija pequeña en el acceso del colegio indicaba que «yo llevaba sin traerlo varios días porque estaba mala y ahora me parece arriesgado venir, por la posibilidad de contagio».
«Vengo desde un pueblo y he visto el mensaje en cuanto me he bajado del coche», señaló una de las madres presentes en la entrada, acompañada de sus hijas. «Para los que trabajan y no tienen dónde dejar a los niños es una faena. Nos tendremos que organizar como podamos», se resignó.
«Mi mujer me ha llamado para decirme que estaba cerrado, lo he sabido está mañana», agregaba Ángel, otro de los familiares a la entrada del centro. «Nos va a tocar llamar a los abuelos para que nos ayuden».
«Estoy en shock», explica la mujer a la par que señala mientras muestra su teléfono: «nos hemos enterado por la prensa». A esta mujer le supone un gran problema el cierre temporal de los colegios ya que para ella va a ser «imposible» conciliarlo. La noticia ha cambiado su forma de ver el virus: «Hasta el momento pensaba que esto del tema de coronavirus era exagerado, pero si cierran los colegios es por algo». Así pues, la mujer que aún no sabe qué hará con sus hijos explica que «no podemos dejar a los niños con los abuelos por si tienen algo».
«No sabemos nada», denuncia a la puerta del colegio de Marianistas. Esta mujer no oculta su enfado por el cierre: «No me parece la solución que cierren los colegios y tendrían que buscar otra soluciones». Al mismo tiempo que le resta importancia: «Yo creo que el tema del coronavirus es exagerado. No conozco a nadie que lo tenga». Asimismo, recrimina que tras sacar a los niños del colegio no les han mandado ninguna circular. «únicamente las de la higiene», señala. Además, se muestra muy molesta porque los niños pierdan clase. «¿Y si por perder tanta clase tiene que repetir el curso?», cuestiona.
«Intranquilidad y mucho respeto» también a las puertas de Marianistas. En su caso no habrá problemas para atender a los pequeños: «Yo por suerte puedo cuidarlos porque estoy con una excedencia laboral, sin embargo entiendo que para otros padres sea un verdadero problema». Ante esta noticia, la madre ha decidido que sus hijos se quedarán en casa para mayor tranquilidad: «Yo me he puesto muy nerviosa. Prefiero cuidarles yo y que estén en casa» y añade que «la pequeña iba a ludoteca, pero no la voy a llevar porque sería irresponsable». Por último y ante el desconocimiento agradece la actuación: «Era hora de tomar cartas en el asunto, como han hecho en otros países».
Carmen Parra acude al colegio corazonistas para recoger a su sobrina y explica que en su caso los pequeños deberán de quedarse con los abuelos, que son el factor de riesgo porque «las tres hermanas trabajamos». «Esto era algo que se veía venir. Antes o después lo esperábamos y el Gobierno tenía que haber buscado soluciones». Como para muchos vitorianos no va a ser fácil encontrar canguro para los pequeños y sostiene que «igual al solucionar un problema crean otro más grande».
«Tengo la fortuna de tener un trabajo con jornada reducida y entre yo y mi marido nos alternaremos para cuidarla». Como su hija tiene cinco años «no le han mandado deberes y no es que pierdan mucha clase». Aun así, apunta que el cierre de los colegios es como «desvestir a un santo para vestir a otro ya que de esta manera acercamos el foco a los abuelos que son los más vulnerables». Aun con todo apoya las medidas de prevención y sostiene que «de alguna manera hay que echar el freno» y se muestra confiada: «estoy tranquila».
«Tengo la sensación de que no hay planificación y que se están haciendo las cosas sobre la marcha. Ayer todos a la manifestación y hoy cierran los colegios. No le veo el sentido», apunta Soraya. Ella es de las afortunadas que tiene conciliación, pero no pretende abusar de los abuelos «no nos gusta dejarles los niños a los abuelos todo el día». «Mi hijo no es consciente de lo que ocurre, pero se le hará largo porque viene contento a clase», señala. Y para que no se le haga tan largas estas dos semanas «le llevaremos a que juegue al parque de al lado de casa. En Zabalgana somos gente joven y no creo que haya problemas». El problema que va a tener es que su pequeño «vuelva a integrase en la rutina».
«Va a ser duro –reconoce Vicky–. Todavía no le he planteado a la empresa, pero igual tengo que dejar de trabajar». De momento, su marido que trabaja en una empresa grande hará teletrabajo para cuidar a los hijos. «Mi pareja ha cogido su portátil y vendrá a trabajar a casa», explica. Según apunta la madre: «Los quince días de prevención me parecen muchos y encima ahora vienen Semana Santa y San Prudencio». «¿Y si se produce otro contagio otros quince días más?», lanza al aire. No esconde su enfado y apunta que «la medida se tenía que haber tomado desde primera hora».
«De momento no sé cómo voy a organizarme. Soy autónomo y me tendré que apañarme de alguna manera». Y aunque está tranquilo ha decidido no llevar a sus pequeños a extraescolares: «Acabo de cancelar todo, no voy a llevarles. No por miedo, sino porque hay que ser coherente». A su vez critica la incoherencia de ciertas empresas que están ofreciendo cursos para los niños en estos días: «No entiendo lo de las clases de padel para los niños. No me parece que sea coherente». El padre pretende que esta medida
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