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El Palacio Euskalduna acogió hace unos días el octavo congreso de la Sociedad Española de Trasplante. La cita reunió a más de 400 expertos y en ella se trataron algunos de los últimos avances en la donación e implantación de órganos. Sofía Zarraga, jefa de ... servicio de Nefrología en el hospital de Cruces, fue la presidenta del comité organizador local.
- El 2023 fue el año con mejores cifras de trasplantes en España. Se implantaron 5.861 órganos, de los cuales 270 los recibieron pacientes vascos. ¿Hemos tocado techo o hay margen de mejora?
- La directora general de la ONT dice que no hemos tocado techo y que hay que seguir buscando órganos debajo de las piedras. Yo creo que España tiene un nicho de crecimiento que es el donante vivo. Es un tipo de donante que está muy desarrollado en Estados Unidos y en el norte de Europa, pero menos en los países del sur. Por comunidades también hay diferencias. En Cataluña, por ejemplo, este donante de riñón supone casi 24 personas por millón de población, mientras que nosotros estamos en 8,6. Es decir, tenemos margen de crecer.
- ¿Y por qué no lo hacemos?
- No es fácil. Nosotros el año que más donantes vivos efectivos tuvimos fueron 28, pero lo normal es que rondemos los 20. El año pasado, por ejemplo, se estudiaron a un centenar de parejas y solo rematamos 20. Esto se debe a que el proceso es muy garantista para el donante. Debe haber un 100% de seguridad de que su salud no se va a ver comprometida en el futuro y eso es difícil de conseguir. A esto se añaden las contraindicaciones, como la obesidad, la diabetes, que el cirujano diga que no tiene ningún vaso problemático y puede realizar la intervención...
- ¿Entonces cómo aumentamos este tipo de donante? Porque criterios de seguridad va a haber siempre.
- La manera es elevar el número de posibles candidatos. Para ello los profesionales deben estar convencidos de que es una opción, la expliquen a la gente que necesita un tratamiento sustitutivo y que la población sepa también que existe esta posibilidad.
- ¿Hay otra opción de aumentar las donaciones?
- El triunfo de la sociedad ha sido que el grueso de los donantes ya no sean jóvenes fallecidos en accidentes de tráfico y que los tengamos que buscar en otros lugares. Una fuente de donantes actual es la asistolia controlada. En el último año ha crecido un 15%. La asistolia es la técnica por la que se obtienen ya el 45% de las donaciones.
- ¿Y en qué consiste?
- Es la limitación del esfuerzo terapéutico de un paciente crítico cuando el profesional de UCI ve que esa persona ya no tiene salida. Suelen padecer enfermedades cerebrovasculares o degenerativas. Entonces, en lugar de ensañarse terapéuticamente, se habla con la familia, o con él si es posible antes de llegado este momento, y se les explica la situación clínica y se deja que la naturaleza siga su curso. Esa es una fuente de donantes que tiene todavía margen de crecimiento.
- ¿Es Cruces una referencia en trasplantes?
- Casi todos los años estamos entre los cinco hospitales de España con más actividad. En 2023 hicimos 157 trasplantes de riñón, de los que 19 eran de donante vivo, y 76 hepáticos. Desde que empezamos hemos realizado 1.810 trasplantes de hígado y 4.901 de riñón. Los de corazón y pulmón a los pacientes vascos se hacen en Valdecilla.
- ¿Qué lista de espera hay para recibir un trasplante?
- Se trasplanta mucho, pero aún así sigue habiendo gente en lista de espera y gente que fallece en ella. Afortunadamente con el riñón, que es el que mejor conozco, no tenemos muchos fallecimientos porque tenemos tratamiento sustitutivo con la diálisis. Pero no pasa lo mismo con el cardíaco, el pulmonar, el hígado. Hay una tasa de fallecimiento en lista y hay que buscar más donantes. En el caso del riñón, de los pacientes que tenemos en diálisis en Osakidetza sobre el 20% o 25% están en lista para un trasplante, con una espera media para recibirlo de 23 meses.
- ¿Hay personas a las que se le deniega un trasplante?
- Es muy rara la contraindicación absoluta, pero sí hay algunos casos, ya sea por problemas de salud o quirúrgicos. Estos últimos son los más comunes, porque el cirujano te dice que el paciente no tiene ni un vaso que valga para el trasplante.
- Usted es nefróloga. ¿Cuánto dura un riñón trasplantado?
- Esa es una pregunta que nos hacen mucho los pacientes. Saben que el riñón que reciben tiene un final. La supervivencia media cuando se trata de una donación de cadáver es de 13 años. Cuando es de un donante vivo esta media es de 19 años. Pero depende mucho de si la persona que lo recibe lleva una vida sana, es obesa, fuma, hace deporte… Si tienes salud vascular y la suerte de tener un riñón compatible, toleras bien la medicación inmunosupresora y tienes adherencia a ella, ese riñón durará muchos años.
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- ¿Y si no?
- Puedes perderlo por muchas razones, ponerte un segundo riñón, un tercero... Nosotros hemos hecho ya el quinto trasplante a cuatro personas y tenemos una quinta en lista de espera. Ten en cuenta que muchas de estos pacientes empiezan su periplo en la pediatría. Afortunadamente tienen una vida muy larga y van enlazando un injerto tras otro.
- ¿Es la edad un límite para recibir un trasplante?
- Eso es algo relativo. El pasado año trasplantamos a una persona de 83 años, que tenía edad pero también salud. Era y sigue siendo una persona muy activa. Pero si hubiese sido diabético o estuviese operado del corazón igual habría sido diferente.
- ¿Cuál es la tasa de supervivencia de los pacientes trasplantados?
- Con el riñón, que es el órgano del que soy especialista, está en un 80% a los diez años del implante. Y, además, con calidad de vida. No es lo mismo tener que hacer diálisis, aunque sea en el domicilio, que estar trasplantado con la libertad que te da de movimiento.
- ¿Y la tasa de rechazo de un trasplante?
- Está en el 7% durante el primer año y la mayoría de estos casos son tratables. Hablo de nuevo del riñón.
- ¿Cómo se tratan?
- Con más medicación inmunosupresora. Yo a los pacientes que están en esa situación lo que les explico es que su riñón sufre una inflamación y necesita más fármacos para intentar frenarla. En el caso del trasplante hepático, cardíaco y el de pulmón ponen desde el principio unos tratamientos inmunosupresores más agresivos. Tiene que realizar el implante muy rápido para que no se deteriore el órgano y entonces no les da tiempo para realizar algunas comprobaciones sobre un posible rechazo. Así que elevan las dosis de medicación para evitar posibles rechazos.
- ¿Cuántas pastillas pueden tomar al día estos pacientes?
- Les damos una combinación de tres tipos de inmunosupresores. De media son entre 8 y 14 pastillas al día. Ten además en cuenta que la media de edad de los receptores es de 60 años en Euskadi. A esa edad el que no es hipertenso tiene un poco de diabetes o el estómago mal. Es gente que ya toma pastillas.
- A alguno se le olvidará tomar todas las pastillas.
- Sí. Se calcula que puede haber una falta de adherencia a los inmunosupresores de un 30%. Es muchísimo. Por eso se han hecho estudios para ver si la falta de adherencia se puede deber a la cantidad de píldoras que toman esas personas.
- ¿A qué se debe esa falta de adherencia?
- Hay patrones muy variopintos. Hay gente que no es adherente porque es una dejada. Otros porque pasan por un disgusto o una depresión y durante un tiempo corto han hecho las cosas de forma irregular, pero a veces aunque sea poco tiempo les penaliza mucho porque hacen anticuerpos y su cuerpo rechaza el órgano. Con los chavales, cuando llegan a la edad adulta, es una época un poco revuelta. A veces se les olvida tomar las pastillas, otras veces se rebelan.
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