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Todo lo que podía ir mal está yendo mal. El virus continúa su expansión descontrolada por Euskadi y ha propiciado el contagio en las últimas 24 horas de 1.345 ciudadanos más. El País Vasco no conocía algo parecido desde los peores días de ... la primera y la tercera ola, en marzo y noviembre del año pasado, cuando llegaron a superarse los 1.500 casos diarios. Este mes de julio camina en esa misma dirección; y es muy posible que esa cumbre se holle antes de que acabe la actual semana, quizás mañana mismo. Los ingresos hospitalarios se han disparado, además, de tal modo que de continuar lo sucedido ayer, el País Vasco tendría un grave problema asistencial antes de fin de mes. Un total de 28 personas tuvieron que ser ingresadas por el agravamiento de sus síntomas.
Ya no hay posibilidad de encontrar aspectos positivos a la evolución de la pandemia en Euskadi. La situación está muy mal y ni siquiera la menor presión asistencial va a servir de argumento para nada al Gobierno vasco, porque ya definitivamente ha dejado de existir.
El número de enfermos atendidos en planta creció ayer, de un día para otro, un 28%, siguiendo la estela de la escalada de contagios desatada en la última semana. La Atención Primaria no para. Los médicos de Osakidetza ordenaron el traslado urgente al hospital de nada menos que 47 pacientes a los que se vio que su infección evolucionaba de una manera preocupante. No se veía algo así desde el 18 de mayo (48 ingresos).
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Las unidades de críticos también comienzan a intranquilizarse. Desde ayer atienden a dos personas más y son 31. Pueden parecer aún pocas, pero el incremento constante, como un goteo, que se viene dando todo el mes no augura nada bueno. Especialmente, cuando la transmisión del virus se encuentra tan desatada, tan fuera de control de las autoridades sanitarias vascas, como muestran los datos referidos a ayer, recogidos en el informe diario, que el Departamento de Salud ha difundido a primera hora de esta tarde. El 7 de julio, cuando el LABI se reunió por última vez, los afectados que se debatían entre la vida y la muerte eran 25.
La consejera Gotzone Sagardui tiene de verdad motivos para la «preocupación», que es la palabra que más ha repetido esta semana. Las últimas 1.345 infecciones diagnosticadas arrojan una tasa de positividad del 11,3%. Más de uno de cada diez sospechosos de estar infectados lo están. No se conocía algo así en Euskadi desde el estallido de la pandemia, en marzo del año pasado. Son jóvenes la mayoría de los afectados (aunque no todos). Pero son tantos que, como advierten los especialistas, acabarán por llenar los hospitales –ya lo están haciendo– y por sufrir las consecuencias de la infección, algunos de ellos en sus formas más graves. Las cifras hablan ya por sí solas.
Osakidetza detectó ayer una infección en 714 ciudadanos con edades comprendidas entre los 19 y 39 años, a los que se suman otras 306 entre 0 y 18. Al aumentar los contagios entre los más jóvenes, crecen también las de sus padres. Nada menos que 248 diagnósticos positivos se contabilizaron en la franja de edad de 40 a 64; y aún hubo otros 53 entre los que tienen entre 65 y 79, con un programa de vacunación que no acaba de protegerlos por completo. Sólo los mayores de 80 están ya verdaderamente protegidos, una edad que aporta a esta estadística 21 casos más.
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El plan de emergencias 'Bizi Berri IV', en vigor desde el martes de la semana pasada, contempla una tasa de transmisión comunitaria máxima de 300 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días. La media de Euskadi está ya por 458, después de un nuevo salto de casi 43 puntos en un día. Todas las franjas de edad por debajo de 40 años superan con creces no solo las previsiones, sino también las referencias medias. En el grupo de 19 a 39 años, la tasa de contagios es de 1.054, mientras que los chavales de 17 y 18 rozan ya la cota de 3.000 con 2.969,42.
Los registros por territorios son solo un reflejo de la grave situación del conjunto de la comunidad. Bizkaia sumó 672 nuevos diagnósticos, que son más que el doble que hace una semana (314). La cifra de enfermos en Álava y Gipuzkoa creció algo menos, pero en unas dimensiones muy similares. Los 92 nuevos diagnósticos que la red de salud alavesa detectó el jueves de la semana pasada se convirtieron ayer en 163; y en Gipuzkoa esa relación fue de 265 a 482.
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Como consecuencia, el semáforo de colores diseñado por Osakidetza para delimitar la gravedad de la situación a nivel local coloca a 36 municipios de Euskadi en rojo, además de un territorio, el guipuzcoano. En realidad, los tres pasan del índice 300 que establece como máximo el plan 'Bizi Berri', aunque Gipuzkoa ha alcanzado la cota de 553,26. Antes este distintivo rojo significaba el cierre perimetral del territorio, pero desde la caída del estado de alarma no implica absolutamente nada. Es solo una mera información del estado de la situación.
El índice R0, ese que informa sobre el estado de la epidemia en función de los contagios que provoca cada infectado, también sube. Son sólo cinco centésimas, que lo sitúan en 1,41, pero es un mal dato y peor augurio.
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