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Todo ha cambiado en apenas diez días. La baja ocupación hospitalaria que la semana pasada sirvió al Consejo Asesor del LABI para no adoptar medidas contundentes de contención de la epidemia llega a su fin. Las consecuencias de la explosión de contagios de este mes ... de julio han alcanzado ya a la red de Osakidetza, que ha visto crecer el número de ingresos de manera exponencial. Desde aquella fecha, el día 7, ese aumento se cifra en un 152%.
Los 50 pacientes que los sanitarios vascos atendían entonces en planta son ya 126. Son prácticamente los mismos que se atendían justo un mes antes, el 7 de junio (127), lo que significa que todo el terreno ganado en un mes se ha echado por tierra en menos de diez días. Las unidades de cuidados intensivos, que también tocaron suelo en esa jornada, comienzan a intranquilizarse. Experimentan el mismo fenómeno, aunque con la lógica demora con que llega la pandemia a las UCI. Ya no son 25 los enfermos que en Euskadi se encuentran en situación muy grave, sino 31. La nueva ola, la quinta ya, a juzgar por la información difundida este viernes por el Gobierno vasco, ha dejado de ser una amenaza para convertirse en un problema serio. Y el verano, como quien dice, no ha hecho más que empezar.
El despegue brusco experimentado el jueves en la ocupación hospitalaria apunta a ser la antesala de un grave problema asistencial antes de fin de mes. Un total de 47 personas tuvieron que ser ingresadas hace dos días por el agravamiento de sus síntomas, lo que representa un incremento de la presión asistencial por Covid-19, de un día para otro, del 28%. Es la estela de la escalada de contagios desatada en la última semana.
La mayor prueba de la expansión descontrolada que experimenta el virus es el contagio el jueves de 1.345 ciudadanos más. El País Vasco no conocía algo parecido desde los peores días de la primera y la tercera ola, en noviembre del año pasado, cuando llegaron a superarse los 1.500 casos diarios. Este mes de julio camina en esa misma dirección y, lamentablemente, es muy posible que esa cumbre se hollara este viernes mismo o, en todo caso, este fin de semana.
La consejera de Salud, Gotzone Sagardui, tiene de verdad motivos para la «preocupación», que es la palabra que más ha repetido esta semana. Esas 1.345 infecciones diagnosticadas arrojan una tasa de positividad del 11,3%. Eso significa que más de uno de cada diez sospechosos de estar infectados realmente lo están. No se conocía algo así en Euskadi desde el estallido de la pandemia, en marzo del año pasado. La mayoría de los afectados, no todos, son jóvenes y por tanto más resistentes ante el virus. Pero son tantos que, como advierten los especialistas, acabarán por llenar los hospitales -ya lo están haciendo- y por sufrir las consecuencias de la infección, algunos de ellos en sus formas más graves.
Las cifras hablan por sí solas. Osakidetza detectó infecciones el jueves en 714 ciudadanos con edades comprendidas entre los 19 y 39 años, a las que se suman 306 casos más en el grupo de edad de 0 a 18. Al aumentar los contagios entre los más jóvenes, crecen también entre sus padres. Nada menos que 248 diagnósticos positivos se contabilizaron en la franja de edad de 40 a 64. Aún hubo otras 53 entre los que tienen entre 65 y 79, que están pendientes de un programa de vacunación que no acaba de inmunizarlos por completo. Sólo los mayores de 80 están ya verdaderamente protegidos, un grupo que aporta a la estadística 21 casos más, muy posiblemente por el sistema inmunitario más debilitado que se tiene a esa edad.
El plan 'Bizi Berri' prevé una tasa de transmisión comunitaria máxima de 300 casos por 100.000 habitantes en 14 días. La media de Euskadi está en 458, tras un nuevo salto de casi 43 puntos en un día. En el grupo de 19 a 39 años, esa tasa es ya de 1.054; y entre los chavales de 17 y 18 se roza la cota de 3.000 con 2.969. El virus está fuera de todo control.
11,3% es la tasa de positividad de Euskadi, el porcentaje de diagnósticos positivos. No se conocía una referencia tan alta desde que estalló la pandemia.
1,41 es el último índice de reproductividad (R0) conocido, malo si alcanza la cifra de 1, porque implica transmisión. Sigue subiendo, mal augurio.
La epidemia se agrava otra vez La presión hospitalaria crece, pero la Primaria no se detiene; sus médicos solicitaron el jueves el ingreso de 47 pacientes
Un paciente del hospital barcelonés Vall d'Hebron se ha convertido en el primer superviviente de Covid-19 que se somete a un trasplante doble de pulmón. «Es el primero, pero no será el último», consideró este viernes el jefe de Cirugía Torácica y Trasplante Pulmonar del centro, Alberto Jáuregui, al referirse a las graves secuelas que deja la infección.
El coronavirus obligó al hombre a permanecer ingresado 127 días en una unidad de cuidados intensivos, de los que 122 requirió oxigenación extracorpórea (ECMO). Ingresó con neumonía bilateral y la ayuda de un ventilador para respirar, pero a los cinco días la ventilación mecánica se mostró insuficiente. La cirugía del trasplante se prolongó durante nueve horas.
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