La ley que regula la eutanasia es una normativa joven, pero poco a poco está cada vez más asentada. Prueba de ello es que cada vez son más los vascos en una situación de enfermedad avanzada incurable o con un padecimiento crónico invalidante que hacen ... uso del derecho a una muerte asistida. En 2023, último año con datos cerrados, esta prestación se aplicó a 45 personas, un 80% más que en el ejercicio anterior. En 2022 se realizaron 25.
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La norma cumple este martes tres años desde su entrada en vigor. Desde entonces han sido 106 las personas a las que se ha practicado esta asistencia, tal y como adelantó el pasado domingo en una entrevista en EL CORREO, Itxaso Bengoetxea, la presidenta de la Comisión de Garantías y Evaluación de la Eutanasia en Euskadi. En este tiempo se ve un progresivo incremento tanto de las solicitudes como de las prestaciones que se han llevado a cabo. Algo esperable y que ha sucedido también en otros países que cuenta con esta ley durante los primeros años de su aplicación.
El Departamento de Salud acaba de publicar en su página web el informe anual sobre la presentación de la ayuda médica para morir en Euskadi del último año. En el documento se recoge que del total de solicitudes que se inician en un 58,5% no se llega a aplicar el fallecimiento asistido. En la mayoría de los casos se debe a que la persona muere durante el proceso. Algo que es consecuencia de que un número importante de los solicitantes esperan a una situación de final de vida para pedir la prestación y fallecen antes de que se complete el proceso, que de media tiene una duración de 41 días desde que se presenta la solicitud al médico responsable.
Los otros dos principales motivos por los que no se completa el proceso es el desistimiento por parte del interesado (22 casos hasta la fecha, según figura en el informe), o que su solicitud fue rechazada por los facultativos o la Comisión de Garantías, algo que ha ocurrido en 18 ocasiones.
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El informe recoge otros aspectos llamativos. Entre ellos figura que el principal motivo por el que se autoriza la eutanasia es por enfermedad incurable del paciente que cause gran sufrimiento. Ocurre en el 68% de los casos, con diferentes cánceres en estado terminal como patología principal. En el 32% de los casos la petición se debió a un padecimiento crónico invalidante. Estos dos son los dos supuestos clínicos previstos en la ley para poder aplicar la muerte asistida.
La norma también especifica que el paciente debe ser capaz de solicitar esta prestación. En la mayoría de casos fue el propio interesado el que realizó esta solicitud de forma directa al médico responsable. Mientras que en un 17% de los casos había dejado por escrito en un documento de voluntades anticipadas que en el caso de que se encontrarse en uno de los dos supuestos clínicos previstos por la ley, y tener su capacidad cognitiva mermada, quería que se le aplicase la eutanasia.
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El documento también recoge que más de la mitad de las prestaciones (el 53%) se llevaron a cabo en un hospital y que un 11% de aquellos a los que se les practicó donaron sus órganos.
Como aspectos curioso, el informe publicado por el Departamento de Salud revela que el 40% de las solicitudes de Eustanasia que llegan a la Comisión de Garantías para ser verificados se reciben un viernes, lo que implica que los miembros de este equipo deban iniciar los contactos en fin de semana
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