
«Tenemos que reivindicar el contacto, estar juntos: por las pantallas solo nos observamos»
Irene Vallejo | Escritora ·
La autora gana el 38 Premio de Periodismo de EL CORREO con un artículo sobre cómo el urbanismo influye en las relaciones humanasSecciones
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Irene Vallejo | Escritora ·
La autora gana el 38 Premio de Periodismo de EL CORREO con un artículo sobre cómo el urbanismo influye en las relaciones humanasDice Irene Vallejo que, al alzarse con el 38 Premio de Periodismo de EL CORREO, se siente como si estuviese cerrando un círculo que empezó a trazar a los 17 años, cuando ganó el concurso de relatos escritos por mujeres que organizaba el Ayuntamiento de Bilbao. «Fue mi primer premio serio. Mis padres me decían: 'Es imposible que ganes'. Pero me lo dieron: me entregaron el trofeo en el Teatro Arriaga y aún lo conservo, y también fue la primera vez que me llevaron a la radio para hacer una entrevista. Tengo la sensación de que el principio, el primer paso, fue en Bilbao», explica la autora, zaragozana del 79. Ahí inició una carrera literaria que ha pulverizado todas las expectativas con 'El infinito en un junco', un ensayo sobre la historia del libro que ha superado el millón de ejemplares vendidos, ha sido traducido a cuarenta lenguas (la más reciente, el árabe), se distribuye en más de setenta países y lleva más de setenta ediciones en España. Lo escribió «pensando en un puñadito de lectores» y se ha convertido en un fenómeno global.
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Doctora en Filología Clásica, Vallejo inició su vertiente periodística antes incluso de haber publicado ningún libro, con una serie de columnas en el 'Heraldo de Aragón' en la que contemplaba la actualidad con la mirada eterna de griegos y romanos. Y algo de eso sigue habiendo en el artículo con el que ha ganado el premio de EL CORREO, 'El ágora de las ciudades errantes', una reflexión sobre urbanismo y relaciones humanas que publicó en 'El País'.
- Empieza el artículo con una evocación de la infancia y la adolescencia. ¿Zaragoza, no?
- Claro, es el barrio donde yo crecí, lo podríamos llamar el barrio universitario, en la ciudad de Zaragoza. Era una de esas burbujas que a veces quedan preservadas dentro de la ciudad, con cierto aire de pueblo, que parecen alejadas del tráfico y del ritmo vertiginoso. Eran unas calles estrechas donde la gente vivía de otra forma, con otro ritmo más pausado, con un sentido antiguo de la vecindad. Eso a mí me marcó: la sensación de un perímetro invisible que protegía este barrio y aquella forma de vivir con espacios abiertos y colectivos.
- Lamenta que vayan desapareciendo los bancos de sentarse y, como escribió Amparo Poch en una cita que recupera, también los «compañeros árboles». ¿Qué obtenemos a cambio?
- Se van sustituyendo los espacios públicos por espacios privados, desaparece lo compartido en favor del negocio. Al hacer más inhóspitos los espacios gratuitos, nos empujan hacia las cafeterías, las tiendas, las áreas comerciales, los lugares donde pagamos a cambio de la comodidad, del aire acondicionado, del lugar donde sentarnos. Y eso está pasando en estaciones, en plazas y también en las calles, que se van volviendo cada vez menos hospitalarias.
- Es inevitable ponerse un poco suspicaz. ¿Igual al sistema no le interesa que nos reunamos y hablemos y nos prefiere solos ante nuestras pantallas?
- Cada cual puede sacar sus conclusiones. En general, hay una deriva de la sociedad hacia un mayor individualismo. Lo curioso es observar cómo ese individualismo se proyecta también al urbanismo. En 'Muerte y vida de las grandes ciudades', Jane Jacobs reflexionó sobre cómo las calles deberían ser territorio de encuentro entre personas diversas, deberían estar concebidas para que nos encontremos con quienes no pertenecen a las mismas esferas de la realidad que nosotros, quienes no comparten exactamente las mismas condiciones o no vienen de los mismos ambientes.
- Conocer en persona al diferente sirve como antídoto para muchos prejuicios, ¿no?
- Existe también en las ciudades una tendencia por la que se agrupan las personas más semejantes en determinadas zonas. Se tiende a esa homogeneidad, pero habría que preguntarse si es realmente deseable. La heterogeneidad de los barrios es la forma de conocernos. En la cercanía, en el tú a tú, es como mejor se combaten esos estereotipos y se desactivan los miedos. Los árboles y los bancos son esenciales para hacer las calles cómodas y convertirlas en lo que yo llamo ágoras...
- ¿Y qué diferencia hay entre el concepto tradicional de ágora y la nueva ágora de las redes sociales?
- Cuando los griegos inventaron el ágora, era un espacio para estar juntos. Hay que reinvindicar ese contacto, ese reunirnos, porque a través de las pantallas no nos reunimos: nos observamos, pero no nos reunimos.
- Siempre se complace en citar a sus griegos y latinos: en el artículo premiado menciona a Parménides, a Anaxágoras... ¿Lo clásico sigue vigente en 2025?
- En realidad yo me resisto profundamente a la idea de que sean un modelo, o que encarnen una especie de perfección a la que intentamos acercarnos. La sociedad antigua era profundamente desigual, esclavista, muchas veces imperialista, belicista en todo caso, y fomentaba una forma de vida dura y cruel, con muy poco sentido de asistencia a los más desfavorecidos. No creo que fuera una época envidiable, pero sí me interesa cómo el mundo antiguo nos interpela, cómo podemos dialogar con muchos de los conceptos que sus filósofos e historiadores construyeron. Me gusta ese ingrediente inesperado de que los clásicos estén debatiendo con nosotros sobre las cuestiones de actualidad.
- ¿Qué pensarían esos clásicos, por ejemplo, de Elon Musk?
- Un rasgo distintivo de mis artículos es que no menciono nunca a personajes contemporáneos. En cambio, siempre me refiero por su nombre a personajes históricos y dejo que cada lector establezca las analogías. Pero hay un personaje que me recuerda un poco a Musk: Craso, el más rico de Roma. Ganó mucho dinero gracias a unos negocios que en ocasiones eran cuestionables moralmente y acabó teniendo mucho poder, porque entró a formar parte de un triunvirato. Los vínculos entre política y dinero son muy antiguos y los griegos y romanos ya hablaron de plutocracia. ¡Hay muy pocas cosas nuevas bajo el sol! Lo que pasa es que de vez en cuando hay que recordarlas para que no se nos olviden.
- ¿Y qué tal acabó Craso?
- Pues tuvo un mal fin, porque se lanzó a unas campañas militares en las que perdió la vida. Algunas personas piensan que la expresión 'craso error' viene de ahí. Yo escribí una columna sobre su negocio de bomberos. Por lo que dicen los historiadores, tenía un modus operandi muy particular: acudía a las casas que estaban ardiendo y pedía una cantidad exorbitante de dinero para apagar el incendio. Si el dueño de la casa no aceptaba, la dejaba arder, y después le ofrecía dinero por el solar.
- ¿Qué supone para usted escribir en los periódicos?
- Para mí fue la puerta de entrada en la publicación. Guillermo Fatás, el que fue director del 'Heraldo de Aragón', había sido mi profesor de Historia Antigua y yo sabía que podía apreciar la propuesta que le podía hacer, de comentar semanalmente la actualidad a través de la mirada de los clásicos. Empecé con cinco columnas y me dijeron que después ya veríamos. Entonces fuimos a otras cinco, y a otras cinco, y cada vez que me acercaba a la quinta, a la última del ciclo, pensaba que se podía terminar ahí, hasta que en un momento dado dejaron de contar. El periodismo te obliga a escribir sobre cuestiones complejas de manera que lo pueda entender la mayor parte del público. Tienes ese reto de dar una expresión sencilla a lo que es tremendamente complejo. A mí me gusta decir que para mí es un poco como el gimnasio de la escritura, hace que estés siempre ejercitando el músculo.
- La prensa desempeña un papel importante en esa construcción del diálogo social, del ágora. ¿Qué vicios debe evitar?
- Yo intento escribir siempre de esa manera sosegada en la que creo que se puede establecer un diálogo constructivo. Si no somos capaces de hablar de una manera que permita a los demás sentirse cómodos, estamos dinamitando ese diálogo esencial para llegar a acuerdos. Si la otra persona se siente agredida, no va a tomar parte en la conversación. Tenemos que exponer y analizar las cuestiones con cierta serenidad y no de manera acusatoria. Por otro lado, frente a los comentarios de las redes sociales, a mí me gusta reivindicar que detrás del periodismo siempre hay un nombre, una persona que asume la responsabilidad de lo que dice y publica.
- Usted es muy activa en redes, ¿tiene también sus trolls?
- ¡Claro!
- A veces parece envuelta en cariño...
- La mayoría de las personas que comentan en mis redes son respetuosas, pero de vez en cuando irrumpen otras, y ya sabemos que las personas que te atacan te dejan una sensación no especialmente agradable. Puedes tener diez comentarios amables, pero, como haya uno hiriente, estamos programados para fijarnos más en lo peor. Se tiende a decir que las redes son estercoleros y cosas así, pero yo las disfruto. Muchas veces tomo notas de los comentarios, y también argumento con algunas personas. Intento que mis redes sean un espacio seguro, como un espacio verde en el que se hable con respeto. Nos dicen que solo el odio arrastra a una audiencia amplia, pero trato de demostrar que también se pueden construir comunidades basadas en lo contrario.
El premio
Jurado. José Miguel Santamaría (director de EL CORREO), presidente del jurado; vocales, Enrique de Ybarra (presidente de la Fundación Vocento), José María Bergareche (consejero de EL CORREO), Íñigo Barrenechea (director general de EL CORREO), Carlos Aganzo (director de la Fundación Vocento) y César Coca (director del Aula de Cultura de EL CORREO).
Ganadores anteriores. Sergio del Molino, Juan Cano, Isabel Coixet, Javier Gomá, Adela Cortina, Harkaitz Cano, Lorenzo Silva, Miguel Zugaza, Antonio Elorza, Juan Carlos Pérez de la Fuente, Francesc de Carreras, Fernando Velázquez, Gonzalo Suárez, Kirmen Uribe, Manuel Montero, Luis González Seara, Manuel Jesús González, José Luis Villacañas, Álvaro Pombo, José Carlos Mainer, Santiago González, Ferrán Gallego, Eugenio Trías, Iñaki Ezkerra, Luis Alberto de Cuenca, Roberto Velasco, Gurutz Jáuregui, Vicente Palacio Attard, Francisco Nieva, Feliciano Correa, Rosa Montero, Juan Pablo Fusi, Julio Llamazares, Aurelio Arteta, Cristóbal Halffter, Jon Juaristi y Pablo Lucas Verdú.
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