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La escritora Irene Vallejo. Carlos Gil-Roig
«Yo misma creía que 'El infinito en un junco' era absurdo comercialmente»
38 Premio de Periodismo de EL CORREO

«Yo misma creía que 'El infinito en un junco' era absurdo comercialmente»

Irene Vallejo | Escritora ·

Viernes, 28 de febrero 2025, 00:03

- Frente a todos los clichés sobre las prisas del mundo contemporáneo y su superficialidad, el éxito arrollador de 'El infinito en un junco' demuestra que sigue habiendo mucha gente que lee, que se interesa por las cosas, que quiere saber... Pero se les ve menos que a los otros.

- Lo más estridente llama más la atención y eso nos lleva muchas veces a subestimar lo más suave, lo pausado y comedido, ¿no? Yo misma, cuando publiqué 'El infinito en un junco', creía que era un libro absurdo en terminos comerciales, porque había tomado todas las decisiones aparentemente más insensatas. Era un ensayo, que ya de entrada parece que te aparta de cualquier posibilidad, y hablaba sobre la fuerza y persistencia de los libros justo cuando nos decían que se acababan, que iban a ser derrotados por las pantallas.

- Dicho así, no parece el sueño de un editor.

- ¡Parecía abrazar todas las causas perdidas al mismo tiempo! Yo misma no tenía la sensación de que existiera mucho público y estaba convencida de que iba a ser mi último libro en mucho tiempo. Lo publiqué en un momento muy difícil de mi vida personal, cuando había nacido nuestro hijo con graves problemas de salud, y daba por hecho que iba a tener que dedicarme al cuidado y que la literatura tendría que esperar, o quizá era un tren que ya había pasado y en el que no me había podido montar.

- Pero resultó que el público estaba ahí y no era una persona ni dos...

- Nos ha sorprendido a todas las partes involucradas. Y, sobre todo, comprobar que también había lectores en otros países, incluso algunos culturalmente tan distintos como China, Japón o el mundo árabe. Eso quizá ha sido lo más asombroso, que realmente haya podido tocar el libro una cuerda común, una comunidad lectora global que existía sin que fuéramos conscientes de su fuerza numérica total. Creo que no es la mayoría de la gente, pero sí una minoría muy poderosa: ahora hay más lectores que en ningún otro momento de la historia. Y yo soy la primera sorprendida, pero, una vez que ha salido a la superficie, que hemos salido del armario, me parece fascinante también reivindicarlo.

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