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Japón comienza una nueva era tras la abdicación este martes del emperador Akihito. Deja vacante el Trono del Crisantemo para que el mañana miércoles se siente en él su hijo, Naruhito. Pero no faltan quienes albergan dudas sobre el reinado de Naruhito. Porque ... ha anunciado que seguirá los pasos de su padre en su enfrentamiento con las convenciones. Su antecesor ya rompió con la tradición al convertirse en el primer emperador japonés que se casaba con una plebeya, y el primero que decide abdicar en los últimos 217 años.
Con el fin de evitar un poder bicéfalo, en 1868 se aprobó una ley que impedía nombrar nuevo emperador antes de que falleciese el anterior, pero Akihito tenía claro que no quería morir en el trono, y así lo anunció en 2016. Ante la ausencia de un mecanismo que regulase la abdicación, el Parlamento tuvo que aprobar una ley para ello. «Me reconforta muchísimo que la era Heisei llegue a su fin libre de guerra», subrayó en su último discurso oficial. A sus 85 años, y con un frágil estado de salud, Akihito ha completado ya los once rituales previos a su adiós y ha podido desde este martes abandonar sus obligaciones como Jefe de Estado para disfrutar en calma de lo que le quede de vida.
Pero Japón seguirá dirigiéndose a él como 'su Majestad', y el matrimonio continuará disfrutando de los privilegios económicos y de seguridad de los que goza actualmente. Lo que sí tendrán que hacer Akihito y la emperatriz Michiko es mudarse, porque intercambiarán su lugar de residencia con Naruhito y la princesa Masako para ocupar el Palacio de Togu, en Tokio, que será rebautizado como Palacio Imperial Sento. Tienen tantas ganas de distanciarse de los focos informativos que diferentes medios nipones especulan con la posibilidad de que Akihito ni siquiera acuda a la ceremonia de coronación de su hijo.
Lo que pocos dudan es que Naruhito continuará con la renovación de la monarquía continua más antigua del mundo -1.400 años-, mal que le pese al sector más conservador del país. «Mi objetivo es compartir las alegrías y las penas del pueblo», declaró el 23 de febrero en una rueda de prensa celebrada con motivo de su cumpleaños. «Tenemos que adaptarnos a los nuevos tiempos», apostilló. A sus 59 años, será el primer emperador que se ha formado en el extranjero -estudió en la Universidad de Oxford-, y no ha vivido la Segunda Guerra Mundial, una contienda hasta la cual el monarca nipón era considerado un semidiós. Naruhito y Masako son una pareja moderna que se enfrenta al reto de acercar a la juventud la institución que encabezarán.
«Para muchos de mi edad, el emperador es una figura que veneran nuestros abuelos y que respetan nuestros padres, pero que a nosotros no nos importa demasiado», explica a este diario Hideo Takeuchi, un estudiante veinteañero de Osaka. «No obstante, la llegada al trono de Naruhito puede cambiar las cosas, porque apreciamos su modernidad y hemos empatizado con la depresión de su esposa -Masako ha sido conocida como 'la princesa triste'-. Como en el sistema democrático no tienen un poder real, lo que espero de ellos es que puedan representar en el mundo a un Japón más abierto y vanguardista», concluye el joven.
Para Mina Sakawa, una empresaria treintañera de la capital, la sucesión puede servir para abrir otro debate: el del veto a que las mujeres accedan al trono. «Como Naruhito y Masako solo tienen una hija, el príncipe Fumihito -segundo descendiente de Akihito y Michiko- es el primero en la línea de sucesión. Y después de él va su hijo pequeño, Hisahito -de 12 años-, mientras que la primogénita, Mako, ha sido separada de la familia real tras su compromiso con un plebeyo, tal y como marca la ley. Creo que esto refleja una sociedad patriarcal anclada en el pasado», critica. Diferentes encuestas han demostrado que una mayoría de japoneses apoya la apertura del trono a las mujeres para garantizar la continuidad de la monarquía.
La ceremonia de coronación pública no se celebrará hasta el 22 de octubre, día en el que Naruhito protagonizará una procesión en Tokio. Todo este proceso concluirá a mediados de noviembre, cuando está previsto que el nuevo emperador lleve a cabo el ritual religioso en el que ofrecerá arroz en un templo sintoísta para rezar por la paz y la prosperidad del país. Quizá también pida ser tan querido como su padre.
800 euros cuesta la 'Hamburguesa Gigante Dorada', a base de carne wagyu, que prepara el chef Patrick Shimada, del restaurante del hotel Grand Hyatt de Tokio, para celebrar el inicio de la nueva era que marcará el reinado de Naruhito.
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