El guitarrista de Soziedad Alkoholika que tiñó su alma metal de verde
Hijos de la Tierra ·
Pedro Ferrero trata de enseñar «su forma de vida» en un espacio de permacultura en Mendibili desde Kiribilore, una plataforma que creó junto a dos amigos hace diez años
Pedro Ferrero colgó la guitarra en Soziedad Alkoholika y poco después sintió «la llamada» del ecologismo. Se bajó del escenario y cogió los aperos de labranza. «Estuve en el grupo ocho años. Sus letras eran muy poderosas y de alguna manera me han calado. Miraba a la naturaleza y sentía cosas. Quería conocerla». El golpe de timón lo dio tras vivir varios años con una compañera en una zona rural. Entonces su alma metal se tiñó de verde. «Ella me enseñó mucho. Me empecé a sentir más persona, más integrado con el paisaje y el ecosistema». Después, cuando tuvo que volver a la ciudad, ya nada era igual. «Me ahogaba. Me fui enredando en el mundo de la agricultura urbana». La semilla germinó, y surgió Kiribilore, una plataforma creada hace diez años junto a dos amigos que trabaja en la creación de un espacio de permacultura demostrativa en Mendibil.
«Quiero transmitir mi pasión por lo verde, lo rural... Y acercarlo a la gente de la ciudad», plantea Ferrero sobre un proyecto que no les reporta beneficios, porque todo lo que consiguen en las diferentes actividades que organizan se invierte íntegramente en la parcela. «No es un sueño, es mi vida. Somos así, es un sentimiento, no una moda». La permacultura consiste básicamente en la creación de asentamientos urbanos sostenibles. Un hábitat en el que los seres humanos ayudan y conviven con la naturaleza aprovechando sus recursos, pero sin llegar a dañarla por su explotación. En definitiva, hay un factor ético. «Es tan simple como pensar cuál es el rol del ser humano en el planeta. Tenemos que ser cuidadores de nosotros mismos, y por tanto de la tierra y la naturaleza, que es lo que nos rodea. Si eso no se entiende, todo lo demás da igual», reflexiona Pedro. Ha vuelto a escapar de la ciudad y vive muy cerca, en Guevara, desde donde se traslada un par de veces a la semana a Mendibil para seguir con la faena junto a los otros dos fundadores de Kiribilore y varios colaboradores.
Se abre la puerta de la finca para comenzar una visita guiada por un espacio verde de seis mil metros cuadrados. Es una especie de regreso al pasado, a un estilo de vida que se encuentra en peligro de extinción. Allí las modernidades solo tienen cabida si ayudan a evitar cualquier perjuicio a la naturaleza. El apartado energético está más que cubierto con una especie de flor metálica que resulta ser un calentador solar de agua y una placa solar -ojo, imitando a la tecnología japonesa- que es portátil gracias a un rudimentario enganche a una carretilla. Hasta tiene una radio conectada a la batería para amenizar cuando están manos a la obra. Y no podía faltar una pequeña hoguera rodeada de troncos que se utilizan como asientos. Hay zona de compostaje, un sistema de recogida del agua de la lluvia... ¡Y un gallinero tractor! «La idea es que se vaya moviendo tres metros cada día . Así las gallinas no se estresan y además ayudan a regenerar todo el suelo con su actividad. Si está estático, esa parcela acabaría muy dañada».
Que nadie se lleve a engaños. Pedro no es una especie de Tarzán alavés 'eco'. Intentar ser respetuoso con el medio ambiente no tiene que ir siempre acompañado con horteradas, ni ideas disparatadas. También sabe disfrutar de la ciudad y sus ventajas. «Sé que tengo un coche y contamina, que tengo pendiente una transición... Nadie debe juzgar a nadie. Es imposible no ser en algún aspecto incongruente. Voy a la ciudad, aunque le intento sacar su parte más rural». Eso sí, lo de la alimentación kilómetro cero lo lleva al dedillo. Y, cómo no, su vida laboral va ligada a su pasión por la naturaleza. Se gana el pan trabajando como monitor del huerto ecológico de la Asociación Autismo Araba, en Landaberde. También gestiona varios proyectos como la creación de diversos huertos, jardines comestibles... Aunque sí que es crítico con ese envoltorio 'green' que envuelve a la capital alavesa y a muchas otras ciudades: «Me hace gracia cuando hablan de Vitoria como 'la ciudad sostenible'. Ninguna urbe lo es porque se tiende al consumo intensivo. No están preparadas».
En el espacio de permacultura de Mendibil su buena mano en el huerto lo demuestran unos tomates, aún verdes pero hermosos. Están en un pequeño huerto, junto a una zona floral que desprende un delicioso olor a tomillo y hierbabuena y una yurta utilizada a modo de almacén. Allí aún queda trabajo por hacer al menos un años más. De momento, lo tienen bien montado. Hay dos domos pensados como espacio de ocio y reunión para las actividades, una zanja que se convierte en un río cuando llueve, zona infantil, árboles frutales, un cultivo hugelkultur con sus patatas, berzas y puerros... Y un bosque en fase de crecimiento al que se accede cruzando un pequeño puente de madera. De ahí obtiene semillas silvestres y es un lugar de paso para corzos, jabalíes, liebres... «Cuando vienes solo, la explosión de sonido de los pájaros es una pasada».
Allí, en ese proyecto de bosque, Pedro coge de una zarza unas cuantas moras. «¿Ves? Lo da la naturaleza sin necesidad de abusar de ella». Poco antes había señalado a la finca de al lado. «Mira esa tierra. Después de sobrexplotarla parece un desierto. No todo vale tampoco en el mundo rural. A veces sacar beneficio de la naturaleza tiene un coste demasiado alto. La permacultura busca dar y recibir de la naturaleza, pero sin hacerlo de una forma corrosiva. Si nos descuidamos, Álava va a acabar seca».
Las claves
En 2030
se necesitaríán dos planetas para abastecer de recursos naturales a los seres humanos si continúa la actual explotación, advierte el estudio 'Planeta vivo' de la WWF.
El 60%
de las poblaciones vertebradas han desaparecido entre 1970 y 2014, indica este mismo estudio. Las actividades humanas han perjudicado a peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos.
15,8 millones de hectáreas de bosque tropical
desaparecieron en 2017, según datos del Global Forest Watch. Es el doble de la extensión de Andalucía.
26
provincias han perdido habitantes en España en 2018, según indica el Instituto Nacional de Estadística. El problema de la 'España vacía' lo evidencia el padrón de Madrid, con un crecimiento del 73% desde 1975.
Más de 200 millones de toneladas
de fertilizantes químicos fueron utilizados en 2018, informa la FAO. Son la principal forma de entrada del uranio en la tierra.
Preservar el suelo y el agua.
En la actividad agrícola es vital realizar práticas que respeten el terreno y el medio ambiente para que no quede dañado de forma irreparable. Por ejemplo, el uso de cubiertas vegetales en los cultivos leñosos pueden reducir la escorrentía hasta en un 60% y la erosión hasta un 98%.
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