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teresa flaño
Miércoles, 22 de enero 2020, 08:17
En el ámbito de la educación vasca nadie duda de que la maniobra de VOX de incluir un veto parental, -una medida para obligar a la dirección de los colegios a informar a las familias de todas las actividades complementarias organizadas dentro del horario lectivo ... y que éstas puedan dar su aprobación expresa a la asistencia de sus hijos a «charlas, talleres o actividades con carga ideológica o moral contraria a sus convicciones»- es un tema político porque el gobierno autónomo de Murcia del PP lo introdujo para que el partido ultraconservador le apoyara para aprobar los presupuestos y por tanto ajeno al normal funcionamiento de los centros escolares. Por este motivo desde las instituciones educativas vascas prefieren no opinar sobre una polémica como el pin parental que no ha llegado a Euskadi. Kristau Eskola, la agrupación de colegios católicos concertados, debatirá el tema de puertas adentro, pero no se han pronunciado.
VOX, apoyado por asociaciones de perfil similar al suyo como Foro de la Familia o HazteOir.org y ahora también con el respaldo del PP, considera que sus hijos pueden ser adoctrinados en una ideología de género impartida por lo que denominan 'lobbies' del colectivo LGTBI. Por ello ha remitido a miles de centros un formulario para que los padres o tutores den la autorización sobre cualquier actividad que «afecte a cuestiones morales socialmente controvertidas o sobre la sexualidad». En caso de que el colegio no tenga el permiso de la familia se solicita que se exima la asistencia del alumno.
Aunque obviamente se trata de un veto a los centros escolares, el partido liderado por Santiago Abascal ha querido camuflarlo bajo la denominación de 'pin parental', el nombre que recibe la clave que se puede utilizar para que los padres bloqueen el acceso de sus hijos a ciertos contenidos en plataformas digitales o en el ordenador.
Lurdes Imaz, coordinadora de Ehige, la agrupación que aglutina a las asociaciones de padres y madres de la escuela pública vasca, asegura que los temas que pretende vetar VOX «se trabajan de manera habitual y con total normalidad en los centros vascos». Señala que «no hemos recibido ninguna queja de ningún padre por tratar temas como la educación sexual». En algunos casos son los padres quienes solicitan que se imparta un taller o una charla, «por ejemplo cuando en un aula hay un estudiante transexual».
La mayoría de los colegios imparte talleres sobre educación sexual, inclusión o igualdad, que se desarrollan dentro del horario lectivo y por tanto son obligatorios para todos los alumnos por lo que los padres no pueden negarse. Contratan a profesionales o recurren a los colectivos implicados. En muchos casos son las áreas de Igualdad de los ayuntamientos quienes ofertan los talleres que rotan por los distintos colegios. Por ejemplo, el de Donostia cuenta con uno dedicado a la prevención de la violencia de género para alumnos de 3º de Primaria. La concejala Duñike Arrizabalaga explica que «también hay sobre diversidad cultural, diversidad sexual, sostenibilidad, de autodefensa e incluso de memoria histórica, que seguramente tampoco les gustaría a VOX y al PP».
En el País Vasco, esos contenidos educativos que VOX y el PP no quieren que sus hijos reciban, se encuentran plenamente integrados en el currículo de Primaria, Secundaria y Bachillerato. No solo como temarios independientes dentro de ciertas asignaturas, sino de forma trasversal en pro de una formación inclusiva e igualitaria, porque, como reza en el decreto de 2015 que regula la enseñanza vasca «el departamento competente en materia educativa promoverá el desarrollo de proyectos educativos de centro dirigidos a la creación de una cultura de paz y socialización preventiva de la violencia de género y unas prácticas fudamentadas en el respeto a la diversidad de identidades culturales, de género y orientación sexual y a la igualdad de oportunidades, entre mujeres y hombres, el diálogo, el desarrollo emocional, el desarrollo de estrategias para la resolución pacífica de los derechos y deberes de todas las personas de la comunidad educativa».
Cada centro vasco tiene la autonomía suficiente para desarrollar sus programas educativos siempre que se enmarquen dentro de las directrices que marca el decreto y que el alumno alcance las competencias básicas específicas disciplinares -lingüística y literaria, matemática, científica, tecnológica, social y cívica, artística y motriz-. Son los claustros, formados por el profesorado y donde también intervienen representantes de las familias, quienes establecen la forma de aplicar los contenidos.
En el caso de la educación sexual, uno de los temas tabú para el partido ultraconservador, se suele impartir dentro de diversas materias como biología, y en las horas de tutoría y en talleres a lo largo de todo el recorrido escolar. Los profesores que las imparten reciben formación específica por parte de distintas instituciones. Por ejemplo, la Dirección de Política Familiar y Diversidad, oferta a los docentes diversos cursos de verano. Además, existe un programa de Educación Afectivo-Sexual Uhin Bare, dirigido a la ESO y otro denominado Sexu Muxu, elaborado por encargo del Departamento de Sanidad y Consumo del Gobierno Vasco que adecua la educación sexual a las nuevas líneas formativas basadas en competencias según las directrices del currículo vasco para la educación obligatoria. Emakunde, por su parte, cuenta con el programa Nahiko, también para profesores.
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Koldo Domínguez
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