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Es viernes a primera hora y el colegio Avellaneda, en Sodupe, es un hervidero. Cientos de alumnos con cara de dormidos arrancan la jornada con clase de Lengua, Euskera, Física, Biología... Pero, antes de entrar al aula, algunos, como Amets, que cursa 3º de ESO, ... sacan el móvil del bolsillo y lo depositan en una reluciente taquilla que el centro acaba de instalar.
«Hasta el año pasado, el teléfono estaba prohibido pero los chavales lo podían llevar apagado en el bolsillo. Y, claro, lo usaban», cuenta su director, Ianko Intxaurrandieta. Ahora la normativa es más estricta. «Hemos dado una herramienta a las familias para que animen a sus hijos a ni siquiera sacar el móvil de casa, ya que la mayoría vive muy cerca». El curso pasado el 90% de los alumnos de más de 13 años llevaba el teléfono al centro. En este arranque de curso, lo hace el 25%. Así que las taquillas han tenido un efecto más disuasorio que otra cosa. Pero el objetivo está cumplido. No hay móviles a la vista.
No se trata de un caso aislado. La inmensa mayoría de centros educativos de Bizkaia han decidido que sus instalaciones serán, a partir de este curso, espacios libres de teléfonos móviles. Así lo confirman más de una veintena de responsables de algunos de los principales colegios, institutos e ikastolas del territorio consultados por este periódico.
Alfredo Sarriugarte
Jesuitak Durango
Algunos ya habían prohibido los dispositivos hace tiempo. Otros han dado el paso ahora. La razón es que Educación obliga a poner negro sobre blanco este asunto en la normativa interna antes del 1 de enero. Euskadi es la única comunidad de España que ha dejado la decisión en manos de los colegios. Un buen puñado de ellos se ha abonado a la prohibición no sólo del móvil, sino de todo dispositivo digital, como relojes inteligentes o gafas de realidad aumentada. Entre ellos, el propio Avellaneda, los institutos Fray Juan de Zumarraga (Durango), Aixerrota (Getxo) o el de Gernika; la ikastola Artxandape (Bilbao); y los colegios Jesuitas Indautxu (Bilbao), Jesuitas de Durango, Santa María (Portugalete) y Alazne (Cruces).
Otros ya disponían de una normativa estricta que prohibía el uso de los dispositivos tanto en clase como en pasillos y comedor, salvo casos excepcionales por motivos pedagógicos. Es el caso de los institutos Unamuno (Bilbao), Ballonti (Portugalete), Uribarri (Basauri) o Deustuko ikastola; las ikastolas San Nikolas (Algorta), Andra Mari (Amorebieta), Kurutziaga (Durango) y Lauaxeta (Amorebieta); y los colegios Askartza (Leioa), Gaztelueta (Leioa), Maristas (Bilbao), Vizcaya (Zamudio) y Munabe-Ayalde (Loiu). El único centro consultado que permite un uso mínimo en sus instalaciones es Lauro (Loiu), que autoriza a los alumnos de Bachillerato a utilizarlo fuera del aula.
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Iñigo Fernández de Lucio
«Teníamos regulado desde hace tiempo el tema del móvil, pero hemos aprovechado que debemos actualizar la normativa para dar una vuelta de tuerca», explica Alfredo Sarriugarte, director de Jesuitas de Durango. Hasta ahora, los alumnos podían utilizar los dispositivos en el recreo. Pero eso se acabó. «Queremos que levanten la cabeza y no estén todo el rato con el móvil. Entendemos que ahora habrá más interacción social y que harán más ejercicio físico en el patio», afirma. El objetivo último es «que aprendan a utilizarlos, y demostrarles y convencerles de que esto no es una pérdida, sino una ganancia». Claro que lo primero es dar ejemplo. Por ello, el claustro también se ha comprometido a no utilizar el teléfono fuera del aula de profesores.
Germán Sarduy
Gernika BHI
¿Qué motivos llevan a los centros a adoptar esta decisión? Hay bastante consenso en señalar varios. Uno, bastante obvio, es su papel como distractor y su efecto en la pérdida de concentración de los adolescentes. Otro, no menor, es el aumento en los casos de ciberacoso, que ya representan uno de cada tres casos de bullying en Euskadi. La adicción al móvil, la dependencia de las redes sociales, el acceso a contenido inapropiado... Son motivos de preocupación en la comunidad escolar.
«No creemos que tener el móvil durante el horario escolar aporte nada a los alumnos. De hecho, creemos que es al revés: lo que aporta es no tenerlo», reflexiona Germán Sarduy, subdirector del instituto de Gernika. Como en la mayoría de centros consultados ubicados en núcleos urbanos, los alumnos de Bachillerato sí pueden llevar el dispositivo porque en el descanso tienen permitido salir de las instalaciones. Pero dentro, no se puede utilizar. «Queremos que el centro sea un espacio de descanso para los estudiantes», indica. Para cumplir la normativa, claro, cada colegio establece un sistema de penalizaciones más o menos severo. Hay casos en los que se llega a requisar el dispositivo durante una semana.
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Iñigo Fernández de Lucio
Telmo Lazkano es miembro del comité de expertos del Gobierno central «para la creación de entornos digitales seguros para la infancia y la juventud» y coautor, junto a Maitane Ormazabal, de 'Las Voces del Silencio. La salud mental adolescente en la década del cambio'. Ha asesorado a múltiples colegios en cuestiones relacionadas con el teléfono móvil.
«Cuando los colegios son espacios libres de móviles, la vida brota», resume el experto. «Vuelve el deporte, se escuchan las risas, los gritos... Cuando en una excursión se permite a los chavales llevar móvil en el autobús, se hace un silencio tenebroso, cuando lo que realmente debería ser es un gallinero», considera.
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Gonzalo Ruiz
En su opinión, la prohibición de los dispositivos «no significa que no se eduque a los chavales en la competencia digital. Pero para eso no hace falta tener el móvil encima». Explica que «no hay ninguna evidencia de que hayan mejorado el sistema educativo». En cambio, su erradicación sí ha traído mejoras de convivencia -además de los problemas de ciberbullying, «¿quién protege a los profesores de ser grabados y ridiculizados?», plantea-, menor dependencia, disminución de las distracciones, aumento del ejercicio físico y de las relaciones sociales e incluso una mejoría de resultados en la prueba PISA.
Por todo ello, ve con buenos ojos la decisión de los centros vizcaínos, en línea con las recomendaciones de la UNESCO, de vetar los teléfonos. Eso sí, considera que el hecho de que el departamento haya delegado la responsabilidad en los centros es «un marrón», ya que éstos «necesitan de un marco legal y jurídico que les proteja». Desde esta perspectiva, Lazkano solicita una actualización de la normativa. El decreto vasco de derechos y deberes del alumnado es de hace 16 años. «Estamos tratando de afrontar problemas de 2024 con reglas de 2008», lamenta.
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