La nueva Selectividad entrará en vigor el próximo año. Iñigo Royo

Las claves de la nueva Selectividad: más dura, menos memorística y las faltas de ortografía restarán el 10% de la nota

El Gobierno aprueba la nueva Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), que entrará en vigor en junio de 2025

Martes, 11 de junio 2024

El Consejo de Ministros ha aprobado este martes la nueva Selectividad, que entrará en vigor en junio de 2025 e incorpora cambios relevantes. El primero es su propio nombre: volverá a denominarse Prueba de Acceso a la Universidad (PAU), como sucedía hasta 2015. Desde 2017, ... cada territorio lo llamaba de una manera (EBAU, EAU, EVAU...). El Gobierno endurece la prueba, después de cinco ediciones que han estado caracterizadas por una gran flexibilidad para que los alumnos combinasen las preguntas de los distintos exámenes. El objetivo era, de alguna manera, compensar el impacto en el aprendizaje que pudo tener la pandemia del covid.

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A continuación se exponen las principales claves de la nueva Selectividad.

Modelo único y menos memorístico. En la próxima edición de la Selectividad, los alumnos se enfrentarán a un único modelo de examen en cada asignatura. Hasta ahora podían escoger entre dos y, algunos años, incluso combinar preguntas de ambos bloques, lo que permitía a los alumnos aprobar o sacar buena nota ignorando parte del temario. Ahora habrá un único modelo y los estudiantes deberán preparar todos los temas. Los exámenes estarán estructurados en diferentes apartados, que, a su vez, contendrán una o varias preguntas o tareas. Estas sí, pueden ser a elegir. Pero el ministerio sostiene que la elección no podrá implicar en ningún caso «la disminución del número de competencias específicas evaluadas».

Tipo de examen. La nueva prueba estará enfocada al aprendizaje por competencias en detrimento de los ejercicios memorísticos, en línea con lo que plantea la ley estatal de educación, la LOMLOE. Para ello, el 70% de las respuestas de cada ejercicio deberán ser semiconstruidas (contestaciones breves) o abiertas. El 30% restante corresponderá a preguntas de respuesta cerrada (por ejemplo, de tipo test).

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Faltas de ortografía. En los exámenes en los que los alumnos deban redactar un texto, las faltas de ortografía, así como la falta de coherencia y cohesión, restarán un mínimo del 10% de la nota del examen. Actualmente, los criterios de corrección son completamente distintos entre comunidades. Por ejemplo, mientras que en Extremadura con cinco faltas se suspende el examen, en Navarra 25 fallos apenas restan 0,25 puntos.

Número de asignaturas. Las asignaturas troncales serán las mismas cuatro que este año (cinco, en las comunidades con lengua cooficial). Esas pruebas son: Lengua Castellana y Literatura, Historia de España o Historia de la filosofía, a elegir; Lengua extranjera; una materia específica de la rama de Bachillerato cursada; y, si la hay, Lengua cooficial y literatura.

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Apoyos. Los alumnos podrán utilizar calculadoras, tablas, diccionarios... Eso sí, cada comunidad autónoma regulará al detalle este aspecto y establecerá en qué exámenes se pueden utilizar cada uno de esos apoyos.

Duración. Cada examen tendrá una duración de hora y media, como pasa actualmente, y entre cada prueba habrá un descanso mínimo de media hora. En un inicio, el ministerio planteó que los exámenes durasen 105 minutos.

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Cálculo de la nota. Como hasta ahora, el 60% de la nota final de Selectividad corresponderá a la nota de Bachillerato, quitando Religión. El 40% restante se obtiene en los exámenes de la PAU, siempre que se obtenga una nota media de, al menos, un 4. Los alumnos podrán sumar cuatro puntos más gracias a las asignaturas específicas. Los estudiantes podrán, en este sentido, examinarse de hasta cuatro materias (una más que hasta ahora).

Las opiniones de los docentes sobre la nueva Selectividad

El anuncio del cambio en la Selectividad ha generado opiniones de todo tipo entre el profesorado. Mikel Mimentza, profesor de Historia de España en el instituto Burdinibarra de Trapagaran con experiencia como miembro de tribunales de Selectividad, celebra que la prueba se adapte a la enseñanza por competencias, a diferencia de lo que ha sucedido este curso, en el que la forma de enseñar en 2º de Bachillerato «chocaba» con el modelo de Selectividad. Explica que en el nuevo sistema educativo las clases magistrales y los exámenes de toda la vida «tienden a desaparecer». «Ahora todo gira en torno a las situaciones de aprendizaje», en las que se plantea a los alumnos una «situación-problema» que deben resolver con sus herramientas. Considera que el nuevo modelo «es mejor» y que «los alumnos enganchan mejor».

Iñaki Valencia, profesor de Economía en el instituto Botikazar, de Bilbao, también ve con buenos ojos el cambio –«teníamos una disociación tremenda entre la forma de enseñar en Bachillerato y el examen de Selectividad»– pero es cauteloso. «Habrá que ver en qué se concretan los cambios», dice. El primer paso será que las comisiones de las distintas asignaturas que elaboran los exámenes de la PAU «interpreten» la nueva normativa y adapten las pruebas. «Y ya luego nos dirán».

Si bien está de acuerdo con avanzar hacia un modelo de aprendizaje por competencias –trata de implantarlo en sus clases con proyectos e investigaciones en las que los alumnos salen a la calle, hablan con pensionistas, con empresas...–, censura que «se diga que todo lo hecho hasta ahora no vale». Además, se muestra algo escéptico ante el cambio anunciado. Pone como ejemplo el examen de Economía de Selectividad de este año. De las nueve preguntas, sólo una era de tipo test o memorística. El resto eran de desarrollo e incluso se preguntaba a los alumnos por el traslado de Ferrovial a Países Bajos y se les pedía una pequeña reflexión. «¿El nuevo modelo va a ser muy distinto a eso?», se cuestiona.

Por otro lado, se muestra sorprendido por la penalización por las faltas de ortografía, ya que, asegura, «hace años que nadie resta puntos por eso». Por último, censura que se diga que se apuesta por las competencias «y al mismo tiempo se diga que hay que dar todo el temario». A su juicio, «no se distingue lo que es conocimiento y lo que es competencia».

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