La cruz de las escuelas católicas

Si medimos la enseñanza vasca por número de alumnos, la mitad del pastel se la lleva la red pública y la otra, la concertada. Kristau Eskola, con 128 colegios, 90.000 familias y 8.000 trabajadores, es la mayoritaria. Para dar la medida de su arraigo en el País Vasco, el grupo educativo concertado que le sigue en volumen es Ikastolen Elkartea -ya ha firmado su convenio laboral y está fuera del conflicto-, con 59 centros, 48.000 alumnos y 3.500 trabajadores.

Dentro del sector privado-subvencionado afectado por el enfrentamiento laboral figuran, además de Kristau Eskola, el grupo de colegios diocesanos, las cooperativas laicas de ikasgiltza y los centros independientes de AICE. La única agrupación que puede sentarse en la mesa para negociar el convenio junto a Kristau Eskola -por superar el mínimo del 10% de trabajadores de la red-, es AICE, con 46 colegios. Entre las dos patronales suman el 70% del sector concertado.

Los responsables de Kristau Eskola rechazaron hacer declaraciones para esta información. Sus contadas valoraciones pasan por asambleas, juntas directivas, comités, votaciones..., y están muy medidas, en buena parte por el momento tan complicado que atraviesa su grupo. Prueba de ello fue el anuncio de los sindicatos el pasado 15 de octubre de convocatoria de una huelga de un mes. Kristau Eskola reaccionó una semana después -con la petición de mediación-, sin ningún otro comentario y tras varias reuniones de la patronal. Cada paso que dan exige mover a un gigante.

Kristau Eskola se constituyó como «asociación de escuelas cristianas» en 2006, con sede en San Sebastián, con los objetivos, entre otros, de «defender los intereses de sus centros ante entidades y administraciones, promover la calidad educativa, la cultura vasca y la acción pastoral y evangelizadora de la Iglesia», según detallan sus estatutos. Un repaso a su cúpula dibuja el perfil de este grupo. La junta directiva está formada por una mayoría de representantes de Fere-Ceca y Educación y Gestión, entre los que figuran miembros de las órdenes de Claretianos, Menesianos, Hijas de la Cruz, Fundación María Rivier, La Salle, Escolapios, Salesianos y Jesuitas. En las asambleas participan representantes de los colegios y acude de invitado el Obispo encargado de enseñanza en la comunidad.

Fere-Ceca es la Federación Española de Religiosos de Enseñanza-Titulares de Centros Católicos -que agrupa a los dueños de los colegios-; y Educación y Gestión es la organización empresarial que los representa. A la unión de las dos entidades se le dio el nombre de Escuelas Católicas y comenzaron a trabajar conjuntamente en el año 2005. Un año después se creó la asociación vasca.

En esa gran estructura, los colegios ceden autonomía pero a la vez ganan fuerza en el conjunto del sistema educativo para defender su modelo. «Pertenecer a Kristau Eskola nos da peso en la enseñanza vasca, pero nos limita a la hora de gestionar nuestros centros. No son los mismos problemas los de un colegio pequeño con un elevado número de alumnos inmigrantes, que un gran centro con escolares de un alto índice socioeconómico y cultural», detalla un director del grupo.

Ser un colectivo tan grande también genera un problema a la hora de negociar con las plantillas. «Cuando el grupo es pequeño, hay más cercanía de la patronal con las plantillas, facilita dialogar con los profesores y llegar a acuerdos», apunta el responsable de otro colectivo de la red que ha sufrido en menor medida las huelgas.

Kristau Eskola debe lidiar con una contradicción surgida con el paso del tiempo y los cambios sociales. «Ya no hay curas ni monjas en las aulas y una buena parte de los profesores no empatizan con la línea confesional. A eso se une que la patronal vasca debe atenerse a órdenes que llegan de las cúpulas de las congregaciones y que pueden dificultar la negociación en Euskadi. Las órdenes religiosas están acostumbradas al modelo de funcionamiento de la jerarquía eclesiástica de ordenar y obedecer. Y los trabajadores hoy en día ya no responden así», cuenta un sindicalista, en la plantilla de un colegio de iniciativa social.