FOTOLIA

Las cigüeñas se olvidan de migrar

Los grandes vertederos, repartidos por toda la península, hacen que estas aves se ahorren volar a África o cambien sus rutas migratorias

Jueves, 11 de agosto 2022, 00:27

Ni traen los niños de París ni 'por San Blas las cigüeñas verás'. Los humanos, inventores del mito y del dicho, han influido con sus actuaciones en que estas elegantes aves hayan cambiado sus costumbres en las últimas décadas. O no migran o lo hacen ... menos tiempo y más cerca y en los vertederos han descubierto que la basura puede ser un plato estrella en su dieta.

Publicidad

Evidentemente, las ciconia ciconia –nombre científico de la especie– nunca trajeron bebés de la capital francesa, ni de ningún otro lado, pero sí es verdad que durante siglos llegaban a la Península alrededor del 3 de febrero.A finales de julio volaban hacia África, pasando en enormes bandadas sobre el estrecho de Gibraltar. Un viaje lleno de peligros que emprendían, más que por el frío en sí, por el efecto que este tenía en sus presas (ranas, gusanos, pequeños reptiles, insectos...).  Ahora, con el clima suavizándose, muchas eligen quedarse y hasta las foráneas, antes de paso, optan por pasar el invierno en zonas a priori desfavorables meteorológicamente como las tierras alavesas.

«Hace una década, el porcentaje de cigüeñas que había en Álava que no migraban era solo de un 3%.Ahora es un 15% y va en aumento», detalla Gorka Belamendia, coordinador del Centro de Estudios Ambientales del Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz. A ellas se unen las 'turistas' europeas, sobre todo francesas, aunque también alemanas y holandesas, que hacen del territorio parada y fonda de su migración. «En otra época podían descansar aquí unos días en su ruta a zonas africanas, pero ya no es así. En 1995 se quedó una, el pasado invierno fueron 216», cuenta.

Pero ¿por qué no se van? La respuesta es sencilla: hay comida. Además de sus presas naturales, que pueden conseguir en los humedales recuperados en las afueras de la ciudad y en los pantanos cercanos, está el vertedero de Gardelegui. Allí aprovechan todos los desperdicios orgánicos que pillan, pero también ingieren otros materiales no tan digestivos. «Llegan a tragar tubos de goma alargados pensado que es alguna culebra, se llevan plásticos enredados en las patas que luego les dificultan volar...no es la mejor comida para ellas pero allí van sin remedio», lamenta el coordinador del Centro de Estudios Ambientales vitoriano. Lo confirma también Andrés Illana, de Ekologistak Martxan. «Van allí cada atardecer cientos. Habrá que ver qué pasa con ellas cuando se cierren los basureros que hay a cielo abierto».

Rafa Gutiérres | Pedro Urresti

Este gusto por los deshechos no es algo que ocurra solo en Álava. De hecho, la ruta migratoria de las cigüeñas europeas –también la de los milanos reales– a través de la península se ha adaptado a los grandes vertederos. «Entran hacia el de Lleida, siguen al de Zaragoza, paran luego en el de Madrid, el más grande de España, y vuelan hacia el sur haciendo escalas en alguno que hay por Andalucía», describe Blas Molina, técnico de Ciencia Ciudadana de la Sociedad Española de Ornitología SEO/BirdLife.

Publicidad

Al igual que Andrés Illana, Molina se muestra procupado por el futuro de las zancudas cuando, como en teoría está previsto, se cierren los grandes vertederos a cielo abierto. «Cuando se clausuró el de Alcalá de Henares, donde había una gran colonia de cigüeñas, tanto reproductoras como invernantes, desapareciéon muchísimas», confirma. Es cierto que los residuos humanos no son la mejor alimentación pero el problema es que no hay muchas alternativas. «La agricultura extensiva, la pérdida de regadíos en amplias zonas de Extremadura por ejemplo, las plantas fotovoltáicas y la desaparición de humedales de la Mancha o en el propio Doñana no juegan a su favor. Habrá que ver cómo va el censo de 2024 pero no parace que las poblaciones vayan a crecer», lamenta el técnico de SEO/BirdLife.

15 parejas en Orduña

En retroceso están además, las zonas de arrozales que antes ocupaban grandes extensiones en el cnetro y sur de España. Las plantaciones que aún quedan ejercen de atractivo buffet libre de cangrejos rojos americanos, una especie invasora que hay que mantener a raya. «Se las ve por miles cuando pasas cerca de esos terrenos», asegura José María Pedrajas, de la Sociedad de Caza y Pesca de Orduña. Cuando las poblaciones de cigüeñas no eran tan boyantes como ahora, la ciudad vizcaína y la capital alavesa eran las únicas de Euskadi donde anidaban sendas parejas. Ahora en Orduña crían 15 que, estas sí, «marchan puntuales todos los meses de julio, concretamente la semana de Santiago», apunta.  Su vuelta dista mucho de ser por San Blas. «Para noviembre ya están aquí los machos y poco después aparecen las hembras», asevera.

Publicidad

Muchas no irán muy lejos. Gorka Belamendi, que lleva 30 años estudiando a esta especie, cuenta que muchas no salen de la península y «algunas invernan en Zaragoza o Navarra, en zonas de regadíos». Según un estudio de SEO/BirdLife, solo los ejemplares más jóvenes emprenden el viaje más largo. Es como si los adultos supieran que no es necesario tanto esfuerzo para conseguir comida. «Está en su genética volar al sur y por eso se van los pollos. Luego aprenden que no es necesario», confirma Blas Molina. Habrá que ver si so capaces de adaptarse a los nuevos cambios que los humanos introducimos en el planeta.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad