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El dibujante Luis del Olmo muestra una de las más de 70.000 tiras que ha publicado durante los últimos 50 años en EL CORREO. Foto: luis ángel gómez | Vídeo: Marta Madruga / Pablo del Caño

Medio siglo con las desventuras de Don Celes

Luis del Olmo publicó tal día como hoy, hace 50 años, la primera tira en EL CORREO de un personaje «que solo busca hacer sonreír a los lectores»

Lunes, 1 de abril 2019, 00:47

Cuesta discernir quién se encuentra en mejor forma, pese a tratarse de dos veteranos curtidos juntos en más de 70.000 batallas. Si Don Celes (19 de octubre de 1945), ese entrañable personaje que nos da los buenos días todas las mañanas desde la última página del periódico, aunque en realidad sea la primera para muchos lectores; o su 'padre', Luis del Olmo (Bilbao, 24 de agosto de 1922). Un Ilustre ilustrador que con el trazo de sus manos y su privilegiada mente –«le puedo dibujar por las mañanas, por las tardes, a cualquier hora, pero las historietas salen de la cabeza, porque no hay otro sitio de donde sacarlas», reflexiona– ha dado vida a un muñeco al que todo o casi todo le sale rematadamente mal. Es el mismo, sin embargo, que nos regala a diario lecciones de sentido común y numerosas sonrisas con sus divertidas torpezas. Se cumplen hoy 50 años de la primera tira de Don Celes en EL CORREO.

Su creador ha acudido puntual a la cita desde el 1 de abril de 1969. Sin faltar un solo día. Sólo dejó de hacerlo, en realidad, en las riadas de 1983 para mostrar su perfil solidario. Siempre desde el mismo espacio: en el faldón de la contraportada. Su lugar. Aunque, lo que son las cosas, su presentación la hizo en portada. Don Celes se estrenó echando humo: a toda prisa, cargado de maletas, con un puro entre los labios y, como buen bilbaíno, con un paraguas, no fuera a ser que la lluvia le sorprendiera. En realidad, es él quien lleva medio siglo sorprendiendo a los lectores. Le ha ido la vida en ello y la ha protagonizado de múltiples formas: como ladrón, pícaro, explorador, abogado, futbolista, cuando los triunfos de Athletic le convertían, con su prominente bigote, en el más 'forofo' de la afición rojiblanca...

Olmo y su hijo son inseparables. Van de la mano desde hace 74 años, porque antes pasaron por las páginas de la desaparecida 'La Gaceta del Norte'. «No me fui por dinero, sino porque me hicieron una faena» de la que prefiere pasar de puntillas. Han trazado, pues, vidas paralelas vehiculizadas a través de la punta de un lápiz. Vidas muy afortunadas, por mucho que el monigote se sienta víctima de «más de 70.000 desdichas», el número de veces que Olmo calcula haberle dibujado. «Luis es capaz de organizarme una desventura cada día», confesó Don Celes al mes de fichar por EL CORREO. «Fue una apuesta suya consigo mismo».

«Tres pelos por equivocación»

Cuesta creer la versión de un personaje al que su autor plantó, «por equivocación», solo tres pelos. Nunca le ha puesto ni uno más ni uno menos. Si acaso le ha tapado la cabeza en muchas ocasiones con sombreros. «Así no le tengo que hacer los malditos tres pelos», bromea. «Me resultan un suplicio. Tengo que andar calculando para que no se toquen ni se separen. Es muy difícil», reconoce.

Pero a Don Luis le sobra arte y oficio. A sus 96 años, desde su estudio con vistas a Zorrozaurre, remata en un santiamén un Don Celes en la piel de un delantero centro del Athletic dando un tremendo puntapié. «Parece que es igual al que hice por primera vez, pero ha cambiado mucho. Todos los dibujantes cambiamos», confiesa. Cada tira le lleva un buen rato: «Pueden ser 30, 60 o 90 minutos, aunque cada vez me cuesta más», explica. Le puede, sin más, su alma perfeccionista.

Vídeo. Don Celes nació en 1945.Olmo dice que ha cambiado mucho, pero no lo parece viendo el que dedicó el jueves a los lectores de EL CORREO.

Lo que no cambia es el color que acompaña la existencia de su popular creación: siempre en blanco y negro, salvo el rojo que tiñe su chaqueta. En estos 50 años rara vez se ha visto a Don Celes de noche. Sus historias transcurren casi siempre a la luz del día. Y cada vez se le ve menos junto a su mujer, Petronila Pitonga. «¿Tú llevarías a tu mujer al trabajo? Pues él tampoco. ¡Ya está!», zanja.

Sin demasiado «apego a la actualidad», solo le mueven las historias con las que arrancar una sonrisa. «Una historieta que tenga gracia vale para cualquier época», se justifica. Y Olmo saca punta de todo, incluso del amor, aunque no sea uno de sus referentes. «Al amor no le veo ninguna gracia, pero en cierta ocasión a Don Celes le gustó una chica guapa que descubrió subiendo una persiana. Le compró unas flores. Cuando fue a llevárselas comprobó que ya había abierto la persiana y que trabajaba en una floristería. Y eso sí tiene gracia», remarca Olmo, que prescinde de su nombre y solo firma con su apellido, añadiendo «un rabito» a la 'm' para redondearla. «Luis no es tan bonito ni manejable. Olmo es más corto y fotogénico», destaca un dibujante que se felicita de haber podido salir a diario en las páginas de este periódico durante los últimos 50 años. «Y en la última, que es igual de importante que la primera».

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