Una persona de gran fortaleza

Le conocí en Vitoria en el año 1978. Acababa de cumplir 21 años cuando inició su trabajo como periodista en la Delegación que EL CORREO tenía entonces en la calle Postas, 36, en la misma plaza de los Fueros.

Después de unas duras jornadas de rodaje en la sección de Local, le encomendé una misión nada fácil para un chaval que acababa de aterrizar en el mundo del periodismo: seguir la información del Deportivo Alavés y, sobre todo intentar, informativamente, acabar con un mundillo de periodistas comprados, directivos caciques y corruptos con intereses nada claros que rodeaban al fútbol alavés de esa época.

En esa guerra se entrenó el redactor Martínez Gauna y demostró en esos primeros años su enorme valía profesional. Con su firma, en las páginas deportivas del periódico abrió una ventana de aire fresco en ese mundo cerrado y corrupto que manejaba los hilos del equipo albiazul y que, poco a poco, se fue desmoronando gracias a una información profesional, rigurosa, independiente y sobre todo atractiva para los miles de seguidores del Alavés.

Me he permitido hacer esta breve introducción para dibujar un poco el perfil profesional que en aquellos años tenía el periodista Martínez Gauna.

Así fueron sus primeros comienzos en el mundo del periodismo y así se inició una larga trayectoria profesional en todos los puestos que ocupó, primero en el Diario EL CORREO, periódico en el que años después llegaría a ser director y anteriormente en otros puestos de responsabilidad que tuvo en los periódicos como El Comercio de Gijón, donde también fue director y en el diario ABC, de Madrid, donde desempeñó la dirección adjunta del periódico propiedad de la familia Luca de Tena.

En lo personal, la vida tampoco le fue fácil y le sometió a duras pruebas, extremas en algunos momentos, y es ahí donde nos dio a todos un verdadero ejemplo en la forma de afrontar los problemas más duros con los que a veces te sorprende la vida. Juan Carlos ha sido un hombre que ha sabido sufrir en silencio y eso siempre es propio de las personas que tienen una gran fortaleza.

El destino le golpeó en lo más hondo de su corazón y todo lo recibió en silencio. Nunca se quejó ni alardeó de ello e hizo viva la frase de San Agustín: «Lo que no se puede evitar, se debe sufrir». Cuando ayer recibí la llamada telefónica de su compañera Isabel López, la mejor compañía que ha podido tener Juan Carlos en este año tan duro, desde que se conoció el diagnóstico de su enfermedad irreversible, para decirme que Juan Carlos quería verme, me temí lo peor y efectivamente se cumplieron mis augurios: quería despedirse de mí.

Dentro del dolor y la emoción de ese momento, cuando salí de su casa, me sentí reconfortado por la oportunidad que me dio de poder darle el último abrazo y decirle lo mucho que le hemos querido los que tuvimos la suerte de trabajar con él, a lo largo de su vida profesional, primero en EL CORREO y luego en los Medios de Vocento de los que también formó parte ejerciendo funciones directivas.

Descanse en paz, mi amigo y compañero Juan Carlos Martínez Gauna. En lo que me quede de vida siempre te llevaré en mi memoria y en mi corazón.