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El deporte femenino ha dejado de ser un gran desconocido para acaparar más a menudo la atención de los focos. Poco a poco. Paso a paso. Pero aún es mucho menos de lo que a las propias protagonistas les gustaría. Se mantienen infinidad de ... diferencias respecto al deporte masculino, más allá de que, excepto por las cuestiones físicas, la exigencia y el esfuerzo son similares, sino mayores. Porque ellas sacrifican más y se llevan menos. Algo que saben muy bien Nerea Ruiz (Voleibol Sestao), Virginia Cobos (Leioa Waterpolo), Vanesa Abrisqueta (capitana de la selección española de hockey hielo), Sofía Gandarias (Jolaseta de hockey hierba) y June Loidi (Zubileta Evolution Zuazo, de balonmano). Cinco deportistas que luchan cada fin de semana consigo mismas, para superarse, y contra sus rivales, pero también contra los estereotipos, las barreras y todo lo que supone la práctica de una disciplina minoritaria, aunque sea al máximo nivel.
La guipuzcoana June Loidi se ha convertido a sus 20 años en una de las piezas más destacadas del Zubileta Evolution Zuazo. Pese a su juventud, se ha hecho ya un nombre en la Liga Guerreras Iberdrola, la máxima categoría del balonmano femenino nacional. Estudiante de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, tiene que ir y volver a Vitoria, donde cursa la carrera, a diario, ejercitándose por las tardes en Barakaldo. «Poco a poco el deporte femenino va mejorando, vamos teniendo más visibilidad y en nuestro caso se televisa cada viernes un partido, lo que ayuda mucho. Pero pese a todo todavía queda muchísimo por hacer porque existen muchísimas diferencias», lamenta.
Y cita a que, ante el mismo deporte, las audiencias siempre sean mayores en el caso de los chicos. «No sé por qué». «Ya hemos demostrado que podemos dar el mismo espectáculo, que también sabemos jugar y que no lo hacemos mal, pero es difícil ver un pabellón lleno cuando hay un partido de balonmano de chicas».
En este sentido, tiene su propia teoría de qué es lo que hace falta. «Veo prioritario dotar al deporte femenino de mayor visibilidad y que todos podamos tener los mismos recursos, más que centrarse únicamente en el tema de los sueldos, aunque también sea importante». Unas diferencias entre sexos que según Loidi se han visto acentuadas por el coronavirus. «Cuando empezó, en nuestra liga había poco control, y fue muy peligroso. Nos hicieron muy pocas pruebas, mientras que los chicos las tenían habitualmente», afirma, algo que parece haberse corregido.
Vizcaína de nacimiento y alavesa de adopción, Vanesa Abrisqueta es el estandarte del hockey en este país. Capitana de la selección española, subcampeona del mundo en la modalidad con patines y con un celebrado ascenso en el hielo a la Segunda División mundial. A sus 31 años, esta licenciada en Administración y Dirección de empresa vive una dulce madurez y disfruta de un momento competitivo cortado por la pandemia. Sin posibilidad de hielo, compite con un equipo catalán en la liga nacional de línea. Junto con su hermana Leticia ha impulsado la creación de un equipo femenino en Vitoria de la mano del Sumendi, club que preside su padre, José Ignacio.Su demanda es «seguir peleando como lo estamos haciendo y continuar haciendo visibles nuestras reivindicaciones». Pincha aquí para leer la entrevista completa.
La bilbaína Virginia Cobos ejerce como capitana del Leioa Waterpolo, club al que lleva ya ligada una década. A sus 28 años cada día abandona las aulas, donde trabaja como profesora, para acudir a su cita con la piscina. «Por el Covid y el toque de queda nos adelantaron la hora de los entrenamientos y suelo llegar un poco apurada», declara. Acaba de romperse la mano hace apenas unos días, en uno de los partidos de la máxima categoría nacional femenina a la que ascendieron el pasado año, siendo el único equipo femenino en Euskadi que ha logrado llegar a División de Honor.
Todo un hito que sin embargo no se ve recompensado. «Pasa también con la selección española de waterpolo, que en los últimos años ha tenido muchos logros y solo sale en la tele si ganan medallas. Hasta que no hay Olimpiadas o un Europeo dejan de existir». En este sentido cree que «se necesitan más referentes femeninos, que sean visibles, para que se animen más chicas y esto siga». Recuerda, por ejemplo, que en cadetes, era la única niña del equipo. Cobos reconoce «muchas diferencias» entre el waterpolo masculino y femenino. «El de ellos es más físico, de fuerza, y el nuestro más táctico, y eso hace que haya mucha gente a la que le gusta más el femenino».
Lleva desde los 7 años en el club de su pueblo, el Voleibol Sestao. Ahora, con 23, es la capitana de una entidad que lucha por mantenerse un año más en la Superliga Femenina 2, la categoría de plata nacional. Nerea Ruiz saca tiempo también para continuar con sus estudios de Fisioterapia, y destaca que todo el esfuerzo que realizan tiene su recompensa con el reconocimiento y el apoyo de sus vecinos. «Notamos que cada vez la gente se interesa más por nosotras y que en nuestro entorno se nos valora más, pero aún así, si nos comparamos por ejemplo con el River, que es un club grande y con historia.... Nosotras estamos por encima ahora mismo en categoría -ellos en Tercera, el cuarto escalón nacional-- pero siempre estamos en un segundo plano».
Para tratar de tener aún más presencia reclama la oportunidad de que su deporte llegue a más personas. «Sabemos que los cambios cuestan, pero si no se da a la gente la opción de ver otros deportes no se van a poder enganchar».
Otro tema del que habla es de lo «incómoda» que a veces se ha sentido por los comentarios que ha escuchado sobre la indumentaria que tiene que llevar -sobre todo en verano al vóley-playa, en bikini-. «Aunque la sociedad va evolucionando todavía hay gente a la que le cuesta», lamenta.
También milita en la máxima categoría de su deporte. Pese a sus 24 años, la getxotarra es una de las más veteranas del equipo y está labrándose un futuro en la fisioterapia. «Es muy raro que las chicas nos dediquemos solo al deporte, al final o estudiamos o trabajamos. En cambio, el nivel de dedicación de los chicos desde hace ya un tiempo siempre ha sido mucho mayor», advierte. Pese a todo considera que en los últimos años se están dando pasos adelante. «Poco a poco se van notando cosas, como más becas o se empieza a ver más el fútbol femenino por la tele, lo que nos ayuda un poco a todas. Esto es algo a largo plazo y conseguiremos ir igualando las condiciones».
«Quizá el deporte masculino pueda ser más vistoso a nivel de intensidad de juego, pero nosotras le damos un poco más la vuelta, le buscamos la miga, y a nivel táctico se pueden ver cosas diferentes», remarca, animando a todos a consumir y a apoyar al deporte femenino. «Necesitamos que se haga ver que también es muy atractivo y que se puede disfrutar mucho».
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