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Igor Aizpuru y Agencias

Adiós al lehendakari Ardanza

Euskadi despide al lehendakari Ardanza

Último adiós. ·

Personajes clave de la política vasca y ciudadanos acuden a la capilla ardiente en Ajuria Enea y al funeral en Elorrio para homenajear «a un gran hombre de paz»

Miércoles, 10 de abril 2024

Los funerales, los velatorios, suelen ser de esos pocos momentos en la vida capaces de reunir a familiares, a viejas amistades, a conocidos de otro tiempo. Es lo que ocurrió ayer en la multitudinaria capilla ardiente en la que Euskadi despidió al lehendakari José Antonio ... Ardanza, fallecido el pasado lunes a los 82 años. El acto solemne, celebrado en el Palacio de Ajuria Enea de Vitoria, logró reunir en un mismo momento, en un mismo lugar, a personajes fundamentales de la historia más reciente del País Vasco. Allí se dieron cita hombres y mujeres que son o lo han sido todo en la política y la sociedad vasca, a totémicos nombres propios del nacionalismo, todos reunidos para honrar al que muchos definieron como «un gran hombre de paz».

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La comitiva fúnebre partió del tanatorio de Gernika en dirección a la capital vasca pocos minutos después de las ocho de la mañana. Y una hora después ya no cabía un alfiler a las puertas del número 5 del paseo de Fray Francisco, residencia oficial del lehendakari, donde José Antonio Ardanza vivió buena parte de los 14 años en los que estuvo en el poder, entre 1985 y 1999. Decenas de medios de comunicación y de curiosos aguardaron en el exterior la llegada del féretro. Mientras, en los jardines de Ajuria Enea se respiraba un ambiente de solemne luto.

La familia de Ardanza aguarda la llegada de la comitiva fúnebre, que ha accedido a Ajuria Enea a las 9.50 horas. En el exterior, numerosos ciudadanos esperaban la apertura de la capilla ardiente. Igor Aizpuru

El coche fúnebre accedió al palacio entre las banderas a media asta, coronas prendidas con la ikurriña con rosas rojas y gladiolos y claveles y lirios blancos. Los ertzainas, vestidos con uniforme de gala, se cuadraron al paso del féretro. Uno a uno, los actuales consejeros del Gobierno vasco fueron llegando al lugar, mientras el lehendakari Urkullu y su esposa acompañaban en la escalinata a la viuda, Gloria Urtiaga, sus hijos Nagore y Aitor y el resto de la familia Ardanza. Sonó el himno de Euskadi y se hizo un respetuoso silencio sepulcral. El acto, con un protocolo oficial medido al milímetro, tuvo todos los ingredientes de un funeral de Estado.

Ciudadanos anónimos, altos cargos y miembros de la familia jeltzale, de la actual y de la más pretérita, fueron pasando por la capilla ardiente. Muy afectado, con los ojos arrasados en lágrimas, el presidente del Euskadi buru batzar, Andoni Ortuzar, ensalzó la trayectoria de Ardanza, «dedicada al servicio público y su militancia durante sesenta años, en tiempos muy difíciles, también en la clandestinidad».

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«Se nos ha ido un referente, un gran lehendakari que nos enseñó a dar sentido a la política, a una forma de entenderla basada en valores», señaló por su parte el alcalde de Bilbao, Juan Mari Aburto, poco antes de que la capilla ardiente se abriera al público. «Fue uno de los mejores políticos que hemos tenido y ante todo un buen hombre, un gran hombre de paz», destacó Pili López de Arbina, una de las muchas vitorianas que quisieron rendir homenaje al político fallecido.

Anónimos y personalidades

A lo largo de la mañana, ciudadanos anónimos y grandes cargos, personalidades y curiosos fueron llegando en un goteo constante. Se acercaron personalidades como el obispo de Vitoria, Juan Carlos Elizalde -que ofició junto al féretro un pequeño responso- o los directores del museo Guggenheim, Juan Ignacio Vidarte, y del Bellas Artes de Bilbao, Miguel Zugaza, que destacó el papel «fundamental» de Ardanza como «impulsor de la cultura vasca». También quiso dar su último adiós a Ardanza José Ángel Iribar, leyenda del Athletic.

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Es cierto que en este tipo de actos el protocolo más elemental indica que lo que toca es hablar bien del finado. Pero lo cierto es que todas las loas que ayer se escucharon, en público pero también en bisbiseos privados, eran sinceras. «Fue un gran amigo, con el que tuve el honor de compartir tiempos muy difíciles», destacó Juan Mari Atutxa, consejero de Interior de 1991 a 1998. Él fue uno de los muchos miembros de los gabinetes de Ardanza que se acercaron durante la mañana de ayer, entre los que se encontraban Inaxio Oliveri, Jon Azua, Patxi Ormazabal o su mano derecha, el analista político de EL CORREO José Luis Zubizarreta, quien destacó su capacidad para «no perder la serenidad en los tiempos más difíciles».

En los jardines de Ajuria Enea se formaron distintos corrillos. Uno de los más concurridos fue el del lehendakari Juan José Ibarretxe, que se quitó la txapela antes de pasar al salón donde se había instalado el solemne velatorio. «Me he despedido de una persona con la que en esta casa trabajé muchas horas, lloramos juntos y compartimos el amor por el pueblo vasco», destacó poco después de reencontrarse con Carlos Garaikoetxea, el primer lehendakari tras la promulgación del Estatuto de Gernika. Ambos se fundieron en un abrazo.

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Ibarretxe también se abrazó al candidato a lehendakari de EH Bildu, Pello Otxandiano, quien llegó en solitario para «ofrecer nuestras condolencias a los familiares». Antes también habían interrumpido su agenda de campaña para acercarse a la capilla ardiente el líder del PP vasco, Javier de Andrés, y el del PSE-EE, Eneko Andueza, rodeado de históricos del socialismo vasco como Ramón Jáuregui. «Fue una figura clave para la historia de este país, que supo entenderlo desde la pluralidad», abundó el que fuera vicelehendakari con Ardanza desde 1987 a 1991. Tampoco faltaron al acto representantes de Podemos, con Pilar Garrido al frente, y Alba García, de Sumar.

Tras una larga mañana, la capilla ardiente cerró a las 14.00 horas y treinta minutos después partió la comitiva fúnebre. En el exterior, varios grupos de estudiantes del colegio Corazonistas, pegado a Ajuria Enea, se encogían de hombros al preguntarles a quién se estaba homenajeando. «Fue un lehendakari, ¿no?», acabó resolviendo uno de ellos, estudiante de Bachillerato.

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Ya por la tarde, a las 19.00 horas, la Basílica de la Purísima Concepción de Elorrio, donde nació Ardanza, acogió una multitudinaria misa funeral a la que no faltó el lehendakari socialista Patxi López, que no había podido llegar a tiempo desde Madrid para asistir a la capilla ardiente por la mañana.

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