Funeral por José Aybar, con el féretro en primer plano. Abajo, foto del jefe de la Policía Municipal de Barakaldo. e. c.

José Aybar, el jefe de la Policía Municipal de Barakaldo al que mató ETA

Aniversario ·

Se cumplen 40 años de su asesinato a tiros mientras jugaba una partida de cartas con amigos

Viernes, 1 de julio 2022

Eran las nueve y media de la noche y José Aybar, el jefe de la Policía Municipal de Barakaldo, estaba echando una partida de cartas con dos amigos. Habían quedado como siempre en el bar Pepe, en la calle Ibarra, cerca del Ayuntamiento. No fallaba ... ninguno a la cita, que se repetía tres veces por semana. Aquellos ratos de cartas eran el vicio confesable que compartían. Pero también una rutina, el comienzo del fin si llegaba a oídos de ETA. Y la banda, según las crónicas de la época, había amenazado a Aybar en numerosas ocasiones después de que un conocido semanario lo vinculara en 1979 con ambientes ultras. Debido a aquellas amenazas, había pasado una temporada fuera del País Vasco, pero había regresado.

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Las noticias sobre aquel 30 de junio de 1982 son muy confusas. Al parecer, cinco etarras se reunieron en las inmediaciones de la estación de tren y se desplazaron en coche hasta el bar. Cuatro entraron y el quinto permaneció al volante para facilitar la huida. La sentencia recoge que los cuatro entraron al bar, le vieron en una mesa sentado de espaldas y comenzaron a dirigirle «multitud de disparos en un clima de terror y desconcierto». Ocho de aquellas balas impactaron en su cuerpo. Según explica Florencio Domínguez en 'Vidas Rotas', Arrieta Llopis, uno de los etarras, «efectuó varios disparos que alcanzaron a dos de los miembros del grupo terrorista. Uno de los cuales, Francisco Javier Zabaleta Urretavizcaya, murió a causa de las heridas provocadas por su compañero».

Las primeras páginas de los días siguientes llevan las palabras «confusión» y «diferentes hipótesis», pero todas las versiones coinciden en señalar a los etarras como autores de la muerte de su compañero. Por la muerte de Aybar, además de a Arrieta Llopis, se condenó en 1997 a Ángel Luis Hermosa Urra y, como colaborador a Juan Ignacio Aldana Celaya. Posteriormente, en 2004, fue sentenciado por el mismo crimen Sebastián Echániz.

Capilla ardiente

¿Quién era José Aybar? Nacido en Muskiz, casado y con tres hijos, tenía 58 años cuando perdió la vida a manos de ETA. Había llegado a la Policía Municipal de Barakaldo en 1952 y era su máximo responsable desde 1968. El alcalde de la localidad fabril, el jeltzale Josu Sagastagoitia, compareció visiblemente emocionado tras el crimen, que coincidió con un pleno extraordinario que se suspendió de inmediato. «José Aybar era un formidable compañero, que trabajaba las 24 horas del día al servicio del pueblo y que se había puesto íntegramente al servicio del Ayuntamiento democrático».

También la Corporación municipal aprobó un texto de condena. «Una vez más, nuestro pueblo de Barakaldo se ve bañado por la sangre vertida por grupos de pistoleros que se autodenominan defensores del pueblo y lo único que hacen es practicar las más sofisticadas técnicas fascistas. Manifestamos nuestra más enérgica condena, con la rabia contenida que nos da la impotencia ante este tipo de actos». Los regidores locales barajaron declarar dos días de luto.

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La capilla ardiente se instaló en el Ayuntamiento y el funeral por José Aybar, que se celebró en la Iglesia de San José, fue multitudinario. El párroco, Federico Castro, pidió a los jóvenes en el oficio religioso que «no os dejéis arrastrar por los líderes que pregonan el odio, la venganza y la revancha. La valentía se prueba en el trabajo por la paz y tenemos que desarmar las mentes, las manos y el corazón. Esta es la tercera vez que nos reunimos en esta iglesia porque hay hombres que matan a otros hombres, pero nuestra palabra no tiene la fuerza pacificadora que quisiéramos. Dios quiera que volvamos a la sensatez y que se respete la vida, el derecho más fundamental».

Desde HB, por su parte, hicieron público un comunicado en el que aseguraron que «lamentamos estas muertes» y pidieron «que finalice esta situación», añadiendo que «somos los primeros involucrados en ella, como lo prueban los más de cincuenta detenidos y torturados en su mayoría en estos últimos meses en Barakaldo, casi todos miembros de nuestra coalición».

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En la Prensa apareció también la madre del miembro de ETA que murió en el mismo atentado, Francisco Javier Zabaleta. La mujer explicó que «hace aproximadamente año y medio se marchó de casa sin darnos ninguna explicación. No sabíamos dónde vivía ni qué hacia, ya que sólo nos llamaba por teléfono de vez en cuando para decimos que estaba bien. Él, cuando vivía en casa, había comentado alguna vez que sería capaz de derramar su sangre por Euskadi y yo siempre le había dicho que se quitase esas cosas de la cabeza». La mujer sólo pedía que no les pasara nada «a los hijos que me quedan».

El nombre de Aybar había aparecido entre los nombres de objetivos de un comando de ETA desarticulado en la localidad un año antes. Es muy probable que él lo supiera. Solía darse aviso a los que aparecían para que extremasen las precauciones. La mayoría cumplía durante unos meses pero no era extraño que fueran recuperando con el paso del tiempo alguna vieja costumbre. Unos, el café del mediodía; otros, los jueves del txoko; Aybar, la partida de cartas. La maldita rutina.

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Una treintena de policías locales muertos

Muchos policías municipales estuvieron en el punto de mira de ETA y una treintena fueron asesinados. A los que llegaron al puesto en el franquismo, ETA los señaló como representantes del régimen, aunque el acoso se mantuvo en democracia. De hecho, la banda asesinó a conocidos antifranquistas, como Joseba 'Pagaza', que militaba en el PSE y era el jefe de la Policía Municipal en Andoain. Algunos agentes locales, como Pedro Ruiz Rodríguez o Manuel Ferreira murieron asesinados mientras regulaban el tráfico en Durango y Portugalete, respectivamente. Otros sorprendieron a etarras sin saberlo, como Eloy García Cambra, que murió a manos de sus compañeros de comando. Juan Miguel Gervilla ayudó en Barcelona a un coche en apuros que resultó tener una bomba. Le mataron.

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