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Cristián Reino
Jueves, 30 de enero 2020, 00:01
Quim Torra tiene los días contados como presidente de la Generalitat. Por un lado, porque el Tribunal Supremo puede inhabilitarle en cualquier momento y, por el otro, porque el propio jefe del Ejecutivo catalán le dio ayer la puntilla a su mandato, que ha estado ... marcado por un continuo enfrentamiento entre los dos socios de la Generalitat, JxCat y ERC. Lo hizo a mediodía, en una declaración institucional que convocó de urgencia la medianoche del día anterior. Nadie sabía qué iba a decir, ni siquiera Esquerra Republicana, que ha apostado por asumir esta hoja de ruta y no entrar a cualquir provocación de los neoconvergentes. El mensaje es simple: nos vemos en las urnas.
Al final, fue un 'sí pero no'. Como se esperaba, anunció un adelanto electoral. ¿Cuándo? Este es el as que sigue guardándose bajo la manga y que sólo mostrará cuando Carles Puigdemont dé su plácet desde Bruselas. Como pronto, los comicios podrían ser a mediados de mayo, en torno al domingo 17, aunque todos los escenarios están abiertos. Lo único que sí parece claro es que serán este año.
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El presidente de la Generalitat anunció que se convocarán una vez se aprueben los Presupuestos de la Generalitat en el Parlament, cuyo proyecto fue avalado ayer por el Govern. El propio dirigente nacionalista reconoció en su alocución, en la que compareció solo, que la «legislatura no tiene más recorrido», que «ha llegado a su fin» y es «imprescindible volver a dar la palabra a la ciudadanía».
La bronca entre los dos socios secesionistas viene de lejos, casi desde la noche del 1 de octubre de 2017, pero la gota que colmó el vaso fue el episodio del lunes pasado en la Cámara catalana. El presidente de la institución, Roger Torrent, acató la retirada del escaño a Torra, de acuerdo a la orden de la Junta Electoral Central, lo que para el dirigente nacionalista fue tanto como un 'casus belli'. Los independentistas guardaron las formas el martes durante la comparecencia de los presos en el Parlament, pero por la noche Torra pasó al ataque.
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Finalmente, atendió los consejos de algunos de los consellers de JxCat, de los alcaldes de su partido y del propio Carles Puigdemont, que no era partidario de ir a elecciones de forma inmediata, y optó por una vía intermedia, que en la práctica supone una voladura controlada de la legislatura. El presidente de la Generalitat tenía sobre la mesa un plan mucho más radical que consistía en cesar a Pere Aragonès como 'número dos' del Gobierno y nombrar en su lugar a un dirigente de JxCat.
Los postconvergentes se aseguraban de esta forma que en caso de inhabilitación del president, quien asumía el cargo de forma interina era un miembro de JxCat y no uno de Esquerra. Pero el relevo de Aragonès hubiera supuesto la salida de Esquerra del Ejecutivo y la ruptura definitiva y a las bravas entre JxCat y ERC. El cuerpo le pedía otra salida y Torra optó ayer por no romper ya el Govern para aprobar las Cuentas y empezar a aumentar el gasto en inversión pública de cara a las elecciones. Además, JxCat gana tiempo para decidir quién será su candidato. El líder nacionalista trata, además, de arrebatar a Aragonès la medalla de haber logrado tener Presupuestos por primera vez en los últimos cuatro años.
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El jefe del Ejecutivo esquivó, asimismo, aparecer como el responsable de la fractura independentista culpabilizando a los republicanos de permitir que el presidente de la Generalitat se quedara sin acta de diputado, a la «intemperie». «La represión se combate sin doblegarse», tiró con veneno en su discurso contra ERC. Fue duro aunque dejó puertas abiertas. JxCat evitó ayer dinamitar todos los puentes con los republicanos porque si bien se especula con un futuro tripartito de izquierdas (ERC, PSC y los comunes), también sería posible la reedición del Gobierno de coalición secesionista. El president dijo que los comicios deben servir para culminar el proceso hacia la independencia.
ERC no quiso hacer valoraciones en público y se limitó a salir al paso con un comunicado. Los republicanos eludieron los reproches, no replicaron los ataques del president y respetaron su decisión respecto al calendario electoral. En Esquerra, que hacía tiempo que daban por liquidada la legislatura, comparten la necesidad de aprobar las Cuentas y luego se celebren elecciones. Eso sí, deslizaron que no tenían conocimiento de los planes del president.
La declaración institucional de Torra se produjo un día después de que Pedro Sánchez confirmara su reunión con el dirigente nacionalista en Barcelona el 6 de febrero. El encuentro debería servir para fijar el inicio de la mesa de diálogo entre los dos gobiernos. El presidente de la Generalitat no está dispuesto a que ERC capitalice todo el mérito de haber sentado al Gobierno a abordar la cuestión catalana y aseguró que tiene la responsabilidad y la determinación de «explorar la voluntad real» del Ejecutivo central para afrontar una negociación «de verdad», remató.
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