Fue un muro. La tradicional audiencia de Marivent entre el Rey y el presidente del Gobierno se convirtió este año en una patata caliente para Pedro Sánchez por partida doble. Si ya era delicada por la salida del rey emérito de España (ayer fue el ... primer cara a cara con Felipe VI tras hacerse pública la decisión), la imputación de Podemos y parte de su cúpula por presuntos delitos de malversación terminó por complicarlo todo. Dos preguntas obligadas de los periodistas y ninguna respuesta. Un muro. ¿Dónde está don Juan Carlos? Eso le corresponde decirlo a la Casa del Rey. ¿Qué le parece la imputación de Podemos, su socio de Gobierno? ¿Le incomoda? Nada que comentar, más allá de expresar el «máximo respeto» por la labor de los jueces y la independencia de la Justicia.
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El horizonte judicial de Unidas Podemos está teñido de nubarrones que pueden poner en un serio aprieto al Ejecutivo por la extrema exposición que el vicepresidente Pablo Iglesias siempre ha tenido en los temas referidos a la corrupción. Hizo bandera de ellos en su cruzada contra el PP de Mariano Rajoy y, ahora, podría sufrir en sus propias carnes el temido efecto bumerán que posee la hemeroteca.
Moncloa, de momento, ha llamado a la calma esperando que todo quede en una desapacible tormenta de verano. De ahí que la ministra portavoz y titular de Hacienda, María Jesús Montero, diera un paso más allá que el presidente y defendiese ayer la «cohesión» y «fuerza» del Ejecutivo de PSOE y Unidas Podemos, frente a las durísimas críticas de la oposición. A preguntas de los medios y en relación a la causa judicial, aseguró que «hay poco que añadir» al respecto. En torno a la coalición, recalcó que el Gobierno «tiene por delante cuatro años, que esperemos poder utilizar, para dar el impulso económico que España necesita».
Lo de Sánchez fue diferente. Enfundado en su pose presidencial, decidió tirar de manual y ceñirse a mostrar su respeto a la independencia judicial y sus decisiones. Sin embargo, este argumento, por baladí que parezca, contiene una importante dosis política porque ayer mismo, Podemos redobló su tradicional cruzada contra el Poder Judicial. Denunciaron que son víctimas de «una causa general» y que el juez instructor que les ha imputado hace «cosas extrañas». Palabras que chocan sobremanera con el «máximo respeto» del que ayer habló el presidente del Gobierno. Además, eludió referirse al Ejecutivo o defender la labor de su vicepresidente segundo. Se decantó por el silencio.
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Llegó a ser preguntado sobre si las noticias judiciales que están surgiendo en torno al partido morado le parecen «inquietantes y perturbadoras», como él mismo calificó las informaciones sobre las supuestas irregularidades cometidas por Don Juan Carlos I. «Insisto. Máximo respeto al Poder Judicial y a su trabajo. Por tanto, nada más que añadir», zanjó.
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