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Manuel Lezertua (Bilbao, 1957) fue reelegido a principios de año como Ararteko con los votos de PNV, PSE y PP, pero se convirtió también en el primer Defensor del Pueblo en recibir el 'sí' de EH Bildu. Su cargo le exige «neutralidad» política y ese ... es un mantra que repite ante cualquier pregunta complicada. Pero responde. Con más de 12.000 gestiones al año, es una de las 'ventanillas' ciudadanas que más materias abarca. Y la pandemia ha multiplicado sus frentes.
-¿Cómo está viendo los botellones y altercados que se suceden cada fin de semana?
- Con preocupación. Las personas que viven en los entornos de los lugares en los que se producen sufren un deterioro importante de sus condiciones de vida. Hablamos de ruido, basura, presencia policial... Hay incluso altercados entre vecinos y jóvenes. Antes de la pandemia teníamos muchas quejas relacionadas con los excesos a las puertas de las discotecas y ahora es aún más complejo, con situaciones de violencia grave. Cuando veo las imágenes del parque de Doña Casilda con esa cantidad de basura se me cae el alma a los pies. Y eso que se supone que nuestra juventud está preocupada por el medio ambiente...
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- Es contradictorio.
- Lo es. Yo me pongo en el lugar de los trabajadores de la limpieza... Entiendo que los jóvenes tienen derecho a divertirse y que hemos pasado un momento de muchas restricciones que pueden haber propiciado ese deseo incontrolado de salir. Pero el botellón está prohibido por ley y cada institución debe cumplir con su papel.
- ¿Se ha perdido el respeto a los demás, a la autoridad y a las ordenanzas?
- Está claro. Se da una mezcla. Hay gente que quiere pasárselo bien porque lleva mucho tiempo encerrada y no encuentra otra manera de hacerlo, y luego hay otros grupos más violentos que se aprovechan de esa masificación para cometer actos delictivos. Hay que insistir, la ley está para cumplirla. Entre el ocio y el descanso hay que buscar un espacio de convivencia. Gente que se levanta a las seis a trabajar, familias con niños que tienen problemas incluso para entrar en su portal... Y ya no hablamos de los problemas de insalubridad.
- ¿Existe una crisis de valores en la juventud? ¿Hace falta una reflexión?
- Yo creo que sí. Pertenezco a una generación que viene del régimen de la dictadura, que conocimos lo que era la represión, el miedo a la Policía. Quizás ahora estamos ante la ley del péndulo. Hemos querido que nuestros hijos vivan en una sociedad de libertad y se ha perdido ese respeto. Es cierto que hay mucha gente joven que ha cumplido con responsabilidad. Pero estamos ante una situación que hay que tomársela muy en serio. La prevención, como creo que se está intentando hacer con el cierre de ciertos puntos, la educación y la familia son los elementos clave. Y luego, insisto, hay que hacer cumplir la ley.
- Usted condenó la agresión al hijo de Carlos Iturgaiz. Hace poco, golpearon a otro joven por ser militante del PP. ¿A qué le recuerdan este tipo de hechos?
- Son minorías nostálgicas de algo que, en su mayoría, no han vivido. Quiero pensar que son actos aislados, pero son de preocupar. Vienen a decir que hay una parte de la ciudadanía que aún no ha asumido lo que implica la convivencia en una sociedad democrática. Yo no puedo más que solidarizarme con quienes sufren este tipo de agresiones. Me traen recuerdos malos de una época en la que estos actos eran mucho más frecuentes y sobre todo, mucho más peligrosos. Son reminiscencias de un pasado que espero se difuminen lo antes posible.
- ¿Cómo ve que EH Bildu rechace sumarse junto al resto de partidos a comunicados de condena rotunda de este tipo de hechos?
- No quiero entrar en polémicas sobre palabras, porque el Ararteko debe mantener una neutralidad. Creo que todos los partidos, de manera más apropiada o menos, se han desmarcado de este tipo de hechos. La sociedad vasca en su conjunto los rechaza y confío en que desaparecerán con el tiempo, como lo harán también los 'ongi etorris'.
- De hecho, la izquierda abertzale apoya estos homenajes. ¿No hace eso un flaco favor a la deslegitimación de la violencia?
- La preocupación fundamental del Ararteko en este caso son las víctimas, que no vuelvan a revictimizarse. Los 'ongi etorris' no han sido prohibidos por los tribunales, pero no son buenos para la convivencia. Las víctimas los ven como una agresión suplementaria y les hace revivir el dolor. Lo que pedimos es que ese tipo de manifestaciones se hagan en privado e instamos a los ayuntamientos a que no se presten locales públicos. Me gustaría ver en este aspecto un consenso total.
- Covite le ha pedido que reclame a diferentes ayuntamientos vascos que retiren pancartas y pintadas a favor de presos de la banda terrorista. ¿Qué supone mantener este tipo de iconografía en las calles?
- Nosotros le pedimos a los ayuntamientos que tengan en cuenta los sentimientos de las víctimas, de los familiares de las personas a quienes esos presos han matado. La libertad de expresión no permite todo, al menos no en Europa. Una sociedad que ha vivido décadas de terrorismo tiene la necesidad de cicatrizar heridas. Eso es lo que pedimos, y se están obteniendo resultados notables. Son una minoría los que se niegan a retirar pancartas y cada vez se dan menos situaciones de ese tipo.
- Se cumplen diez años del cese de ETA. ¿Qué balance hace?
- Yo me fui de Euskadi a trabajar a las instituciones europeas cuando tenía poco más de veinte años y volví con más de cincuenta para ocupar el cargo de Ararteko. Para mucha gente, incluso para mi familia, esa fue una época muy dura. En 2015, cuando regresé, me encontré un país mucho más tolerante, más abierto, con ilusión por hacer las cosas mejor. Mi aita, que era un pequeño empresario de la industria del metal, decía: 'El día que no esté ETA, Euskadi saldrá adelante como un cohete'. Esa sensación tengo yo. Las relaciones personales, familiares e incluso políticas se han suavizado. No se han limado del todo las diferencias, pero estamos en ese proceso. Y se ha expandido por una amplísima capa de la sociedad que no tenía sentido todo el sufrimiento. ¿Para qué?
- El Tribunal Constitucional ha declarado ilegal el primer estado de alarma y estudia ahora si lo fue el segundo. Además, ha fallado en el mismo sentido sobre el cierre del Congreso de los Diputados. ¿La pandemia ha forzado los límites de los derechos y libertades?
- El marco legal era insuficiente. Nos hemos encontrado con cantidad de problemas y todos hemos tenido que improvisar ante una situación desconocida. El tribunal ha declarado inconstitucional el primer estado de alarma por seis a cinco, ha habido una gran división. Yo creo en la buena voluntad de la gente. Cada uno ha hecho con los mimbres que había los cestos que ha podido y no pienso que se ha incurrido en la inconstitucionalidad de forma deliberada. Se ha funcionado con la técnica de 'prueba-error'. Quizás yo sea muy naif, pero he visto el trabajo que se ha hecho en Euskadi en unas condiciones muy difíciles, y es de agradecer. Lo fácil es criticar a posteriori. Pero en el momento, ¿quién sabía?
- ¿Qué le parece que se plantee el pasaporte covid para acceder a los locales de ocio nocturno?
- En su día me pronuncié sobre eso y me han llegado muchas quejas de personas que están en contra de las vacunas. Lo que sí voy a decir es que estoy orgulloso de que en el País Vasco el 90% de la población esté vacunada, que la historia ha demostrado que las vacunas han salvado millones de vidas y que yo creo en la ciencia. Hay que recordar que en Euskadi no es obligatorio vacunarse, en otros sitios sí lo es. Que determinados comerciantes, para garantizar la seguridad en sus locales, digan que no entra nadie que no esté vacunado o sea inmune, es su decisión. El derecho de admisión está contemplado en la ley. Mis dos hijos viven en el extranjero y han pasado desde pasaporte covid para entrar y salir de un avión, cuarentenas... Hay una concepción defectuosa de los derechos fundamentales. Y es que merecen una protección especial, pero no son absolutos.
- No está en contra, vamos.
- No puedo estarlo. Si uno decide libremente no vacunarse, es normal que si luego le piden el pasaporte covid y no lo tiene, no pueda entrar en ciertos lugares.
- Como jurista, ¿qué opina de la polémica del lehendakari y el PNV con el Tribunal Superior de Justicia por la sentencia sobre los aforos en el fútbol?
- Todo el mundo está sometido a la ley, el Gobierno vasco también. Yo tengo mis convencimientos sobre las resoluciones judiciales, que voy a abstenerme de decir en público. Lo que sí es constatable es que ha habido cierta confusión por los diferentes criterios utilizados por los tribunales y que hace falta fijar un marco normativo.
- Se llegó a decir que hay jueces que al no ser vascos, no conocen la realidad de Euskadi...
- Ese argumento no lo compro ni puedo comprarlo. Como dice el Estatuto, son vascos los que tienen su domicilio en Euskadi. Decir eso no creo que sea pertinente.
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