Los presos de ETA y la disidencia chocan en plena campaña de acoso a los partidos

Los ataques a batzokis y casas del pueblo -superan la treintena- de la última semana promovidos por los disidentes de Sortu, críticos con el proceso de paz, ha evidenciado la fractura que existe en el mundo de la izquierda abertzale. No son muchos -su fuerza reside en el apoyo del grupo estudiantil Ikasle Abertzaleak-, pero hacen ruido. El suficiente, sobre todo en los últimos días, para que Sortu, que se ha desmarcado, pero no ha condenado los sabotajes, moviera ficha. Lo hizo de forma indirecta, a través del EPPK. El colectivo oficial y mayoritario de los presos de ETA hizo público un comunicado en el que acusó a «un determinado sector -en alusión a ATA, aunque sin citar las siglas- de «utilizar al recluso» Patxi Ruiz, en huelga de hambre en la cárcel de Murcia II, para atacarles, y hacer extensiva sus críticas a EH Bildu, Sortu, Sare y Etxerat.

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«Para conseguir ese objetivo han intentado ocultar algunas informaciones y difundir invenciones», advirtieron. Desde el EPPK revelaron haber solicitado al propio Ruiz que abandonara la huelga y a la dirección de la prisión, que le trasladara a un hospital ante su deterioro físico. Este comunicado se sumaba a un primero que hace diez días emitía, esta vez sí, la propia Sortu. En su escrito instaba al entorno político del recluso a «hacer una lectura sincera de la situación y actuar con responsabilidad». De forma velada insinuaba, además, que los disidentes podían estar «empujando al preso a una situación sin salida».

Este sábado, cuando ATA había llamado a una jornada de movilizaciones, el grupo replicó al EPPK. A través de las redes sociales y en su pagina web, los disidentes acusaron al colectivo oficial de presos de ETA de convertirse en una herramienta para imponer disciplina interna y acallar las críticas. También acusaron a Sortu de no defender los derechos de los reclusos de la banda.