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La guerra arancelaria desatada por Donald Trump, de consecuencias imprevisibles pese a la tregua parcial decretada la semana pasada por el presidente de EE UU, ... propició ayer una fotografía inédita en la política vasca, la de la unidad del arco parlamentario al completo -con la excepción de Vox, que, como es habitual, no fue invitado a la ronda- en torno al lehendakari Imanol Pradales y a su «escudo comercial» de 2.150 millones, destinado a proteger el tejido empresarial del territorio. Socios y oposición tendieron la mano, aunque con matices y sin renunciar a la crítica, al jefe del Ejecutivo vasco y, a grandes rasgos, respaldaron su plan para defender a la industria en el actual contexto de máxima incertidumbre y volatilidad, especialmente amenazante para una economía tan exportadora como la vasca.
El carrusel de reuniones entre Pradales, cuyo «liderazgo» aprovechó el PNV para destacar, y los principales dirigentes políticos vascos, que se prolongó durante toda la mañana y parte de la tarde de ayer, dejó claras varias cosas. La fundamental, que las distintas fuerzas han interiorizado la gravedad de la situación y la importancia de no pasarse de frenada y «arrimar el hombro», como reclama el lehendakari, para minimizar los efectos de la inestabilidad global en los bolsillos de los vascos y, sobre todo, en la industria. No hubo una palabra más alta que otra ni reproches afilados, aunque sí -y esta es la segunda constatación que brindó la jornada- se apreció en los interlocutores de Pradales el intento de marcar perfil propio y lanzar guiños a sus respectivos caladeros de voto.
Aun así, el tono de Lehendakaritza a la hora de valorar la ronda fue el indicador más fiable de que el Gobierno vasco considera un éxito la iniciativa por el «importante consenso» que detecta en torno a la hoja de ruta con la que trabajan el Ejecutivo y el recientemente creado Grupo para la Defensa Industrial y por la renuncia de las fuerzas vascas a intentar sacar tajada política de la situación de inestabilidad económica. «Vivimos una situación excepcional que exige arrimar el hombro. Hoy los partidos políticos lo han hecho, anteponiendo los intereses del país a los propios. Hoy Euskadi sale ganando», celebraron fuentes de la Presidencia vasca, que se comprometieron a analizar «todas las aportaciones recibidas y las que están por venir» y agradecieron tanto a sus socios del PSE como a la oposición su «disposición e implicación». Además, anunciaron nuevas reuniones el mes que viene con las cúpulas de los partidos porque, subrayaron, la ronda de este lunes no ha sido una iniciativa puntual sino «una manera de trabajar» en defensa «de la industria, el empleo y el bienestar de Euskadi». Un estilo que Pradales impulsó desde su llegada a Ajuria Enea, al intentar, con dispares resultados, trenzar acuerdos de país en asuntos como la Sanidad vasca o la ejemplaridad de la política.
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Con todo, hubo objeciones. El ejemplo más claro fue el del único parlamentario de Sumar, el dirigente de IU Jon Hernández, sin duda el más crítico de cuantos líderes desfilaron por Lehendakaritza. Frente a una EH Bildu mucho más en su papel propositivo, de fuerza «corresponsable» en la gobernanza del país y por lo tanto potencial partido de gobierno, Sumar aprovechó para reclamar no ya una defensa industrial sino un «escudo social» que proteja a los más vulnerables de la eventual inflación provocada por los vaivenes de Trump y criticó abiertamente la decisión del Gobierno vasco de endeudarse en 2.000 millones más para afrontar con «más garantías» la convulsa situación internacional.
La intervención de Hernández, junto a la del portavoz de la coalición soberanista, Pello Otxandiano, reflejaron dos maneras muy diferentes de hacer oposición desde la izquierda. Netamente ideológica la primera -con críticas al endeudamiento público al tiempo que se aprueba una reforma fiscal que, a su juicio, no grava lo suficiente a «las rentas del capital»-, más pragmática e institucional la segunda. La posición de Otxandiano fue, de hecho, un reflejo de la estrategia más general de EH Bildu, la de aprovechar para proyectarse como un partido plenamente sistémico. Si hace poco, Arnaldo Otegi presumía de las conexiones de EH Bildu en la escena internacional, ayer Otxandiano subrayó la «corresponsabilidad» de la coalición soberanista para «activar las capacidades de este país». En ese sentido, puso a disposición de Pradales la red de contactos de su partido para «profundizar en las relaciones diplomáticas» con diversos países y «abrir nuevos mercados» en Latinoamérica, África o Asia.
Las críticas de Bildu al plan del Gobierno vasco no fueron, además, de largo alcance, sino más bien de matiz. Otxandiano, que calificó el encuentro de «positivo, interesante y útil», dijo ver «deficiencias» en el paquete de medidas anunciado por Pradales y reclamó mayor concreción: entre otras cosas, que se defina mejor el destino de los 533 millones de euros de inversión anunciados para I+D y que se condicionen las ayudas a empresas a la calidad del empleo o a la apuesta por la descarbonización.
Eneko Andueza, como líder del socio minoritario del Gobierno, no puso pegas al plan pero sí pidió más «coordinación y colaboración» con el Gobierno central, que, recordó, ha aprobado su propio proyecto de 14.100 millones de euros, de los que un 11% están destinados a Euskadi, en función de su peso exportador. Además, el líder socialista apeló a mantener la «serenidad» no sólo por las «fortalezas» del tejido productivo vasco sino por el «buen comportamiento» de la economía española y aprovechó para lanzar una andanada al PP por intentar «desprestigiar» a China por el acercamiento de Sánchez a Xi Jinping.
Los populares vascos, que tienen claro que en el terreno económico pueden desplegar su discurso más conciliador, se mostraron «muy favorables» a apoyar la hoja de ruta del lehendakari, que consideran «adecuada», aunque su líder, Javier de Andrés, le pidió que «asuma la realidad» de la progresiva pérdida de peso de la economía vasca respecto a otras comunidades y que se centre en los sectores más afectados, como el siderúrgico, el petrolero o el alimentario.
El secretario general del PSE y el nuevo presidente del EBB del PNV mantendrán finalmente su primer encuentro oficial el próximo 7 mayo, una vez hayan pasado las vacaciones de Semana Santa y la actividad política en el Parlamento vasco haya vuelto a coger ritmo. Será en una reunión en Sabin Etxea con la que Eneko Andueza pondrá fin a su ronda de contactos con todos los líderes del resto de formaciones de Euskadi tras ser reelegido como líder de los socialistas vascos.
Será la primera vez que ambos políticos se vean las caras en una mesa, habido cuenta que desde el regreso de Aitor Esteban a la actividad política en Euskadi sólo se habían visto fugazmente en el la Casa de Juntas de Gernika con motivo de la conmemoración del 45º aniversario del primer pleno del Parlamento vasco. En la agenda de esa cita se incluirá, entre otros temas, un análisis conjunto del casi ya primer año del acuerdo de legislatura PNV-PSE en el Gobierno vasco de Imanol Pradales y las perspectivas con las que cada formación aborda el proceso de reforma del Estatuto de Gernika, que Esteban a enfriado desde su llegada a la presidencia del EBB.
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