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Si hubiera que resumir la Euskadi que Imanol Pradales tiene en su mente, podría describirse de la siguiente manera: un «país pequeño» pero con altas capacidades «políticas y socioeconómicas» que debe aprovechar para ocupar un papel protagonista en Europa. Para ello, el lehendakari estima necesario ... que cada cual cumpla un papel: que la sociedad «recupere su confianza en la política», que las instituciones se esfuercen en «garantizar los niveles de calidad de vida» de las personas, que la Administración no sea un superente que «ahogue» ni «controle todo» y que el sector privado «arriesgue e invierta» para generar riqueza.
El mandatario nacionalista ha compartido su receta este lunes en el Foro Expectativas Económicas, organizado por EL CORREO y el Banco Santander. En un coloquio junto al director de este periódico, José Miguel Santamaría, y ante casi 700 representantes de la esfera política y económica vasca, ha lanzado mensajes con importante carga ideológica, como su oposición a un «intervencionismo a ultranza». «Nuestro modelo institucional debe procurar un equilibrio justo entre lo público y la iniciativa privada», ha explicado. Dice estar «comprometido» con la sostenibilidad del sistema público «a medio y largo plazo», pero puntualiza que no todo debe pasar por ahí.
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«Escucho discursos en Euskadi que abogan por que todo sea público y lo público ocupe todos los espacios. No lo comparto», ha aseverado. Pradales advierte de que recurrir al endeudamiento «sin límite» en las administraciones sería «pan para hoy y hambre para mañana» y llamó a aplicar el «rigor en la gestión», ahorrando por si mañana la situación no es tan favorable como hoy: «Los recursos son finitos». Toda una referencia velada a agentes como EH Bildu y el sindicato ELA, a los que el lehendakari sitúa en un discurso de «a más, a más, siempre más dinero público».
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Ese modelo de gestión dibujado por el lehendakari tiene la misión confesa de sostener los actuales estándares de vida y, de paso, hacer frente a una corriente antipolítica que se está abriendo paso por todo el mundo. «Las olas antidemocráticas, los discursos ultra, xenófobos y antieuropeos han irrumpido con una fuerza que no preveíamos. La demagogia y el populismo ganan respaldo popular», ha diagnosticado. El problema, además, «se acrecienta porque la tendencia se extiende a partidos políticos tradicionales que incorporan a su ideario posiciones frentistas y radicales». Tampoco ayuda, ha dicho, «el nivel de confrontación y tensión política» en España, «un espectáculo que la sociedad ni entiende ni comparte».
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Como respuesta, Pradales sitúa su esperanza en que gobiernos como el suyo se encarguen más de «la política de las cosas» que de «las cosas de la política», contrarrestando palabras con hechos. Un proceso en el que considera que Euskadi cuenta con fortalezas como su arquitectura institucional y su modelo de autogobierno, pero en el que también cree necesaria una UE fuerte «que apueste por sus valores fundacionales» y que se construya «desde la base de los pueblos que la conforman». El jefe del Ejecutivo autonómico añadió que el estado de bienestar europeo pasa, sobre todo, por «acertar en las decisiones que afectan al tejido industrial».
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