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El presidente del EBB, Andoni Ortuzar, durante la celebración del Aberri Eguna en Bilbao, el pasado mes de marzo. Reuters

El PNV busca un rearme ideológico con una próxima Asamblea «casi refundacional»

Los jeltzales pondrán al día su corpus político en este cónclave, que se mira en el espejo de los de Iruña y Zestoa

Domingo, 12 de mayo 2024, 01:27

Tras la tendencia a la baja de la sigla en las últimas citas electorales y el empate a escaños con EHBildu en las autonómicas del pasado 21-A, el PNVbusca un revulsivo que le permita reconectar con su electorado y volver a pisar fuerte en ... la escena política vasca. Y en esos casos, la solución suele pasar por un golpe de timón, aunque sea para afianzar el rumbo, un rearme ideológico en el caso de una formación con casi 130 años de historia necesitada de adaptarse a una sociedad líquida y cambiante, atravesada por drásticas transformaciones sociológicas, demográficas, culturales y tecnológicas.

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En ese contexto, Sabin Etxea anticipa ya una próxima Asamblea General, prevista para principios de 2025, con vocación de perdurar en la memoria de las bases y con aires de cónclave histórico y «casi refundacional», según anticipó Andoni Ortuzar en la asamblea interna celebrada el pasado lunes para hacer balance de los resultados electorales y esbozar el proceso que debe renovar el EBB y las ejecutivas territoriales en los próximos meses, desvelan distintas fuentes del partido. Un hito político de gran calado que sirva para revisar y actualizar el corpus ideológico y doctrinal jeltzale, que, aunque actualizado cuatrienio tras cuatrienio en los máximos órganos de dirección peneuvistas, lleva sin ponerse al día al completo desde 2007.

De esa fecha data, de hecho, la última ponencia política aprobada por los órganos internos jeltzales para cerrar la fractura interna que desembocaría, meses más tarde, en la marcha de Josu Jon Imaz, hoy máximo ejecutivo de Repsol, y en el desembarco de Iñigo Urkullu al frente del EBBcomo candidato de consenso. Aquel texto, fruto de un laborioso consenso entre el sector oficialista y el PNVguipuzcoano de Joseba Egibar –un delicado equilibrio que perdura hoy y que ha preservado desde entonces la paz interna– planteaba el impulso del derecho a decidir como vía para la normalización política y la posibilidad de convocar un referéndum con validez jurídica si mediaba un acuerdo previo entre las fuerzas vascas y con el Estado, o bien una consulta sin efectos legales si se bloqueaba ese camino.

Marco obsoleto

Hablar de 'normalización política' cuando ETA aún golpeaba a la sociedad vasca podía tener sentido pero hoy, más de tres lustros después, caben pocas dudas de que ese marco se ha quedado obsoleto. Es verdad que, aunque nunca ha sido sustituida por otra para no reabrir heridas, la ponencia se ha ido actualizando con sucesivos documentos políticos aprobados en otras tantas asambleas. Por ejemplo, el texto enviado en 2011 a las organizaciones municipales mantenía la exigencia de un nuevo marco político y jurídico, aunque aparcaba el asunto de la consulta que tantos quebraderos de cabeza provocó en la 'era Ibarretxe'. El texto de 2016, de nuevo complementario, ahondaba en la necesidad de una reforma territorial que reconociese la plurinacionalidad del Estado.

En la VIII Asamblea General, celebrada en el BECen 2021 tras varios aplazamientos por la pandemia, no se presentó ningún texto doctrinal , sino que se anunció el proceso de escucha 'Entzunez Eraiki', que cristalizó, por citar algunos de sus hitos, en la feminización de las candidaturas municipales y forales o en una autocrítica descarnada sobre las flaquezas del partido.

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No obstante, en el PNV ha ido cundiendo la sensación de que aquel proceso no ha surtido los efectos deseados. De ahí que, tras sortear el temido 'sorpasso' de Bildu pero sin conjurar del todo los síntomas de desgaste de la sigla, Sabin Etxea se plantee ahora poner al día su oferta política –incluso también sus estructuras y su funcionamiento interno– en este ciclo que se abre, libre de citas electorales en Euskadi hasta 2027, y hacerlo con parámetros más amplios que los de principios de siglo, muy condicionados por el debate soberanista.

La idea de la actual dirección comandada por Ortuzar, según fuentes conocedoras de los debates internos, es convocar la próxima Asamblea General tras las elecciones europeas, probablemente en torno a julio, una vez cerrada la conformación del próximo Gobierno vasco de Imanol Pradales. Teniendo en cuenta que, por estatutos, el cónclave, que reúne a centenares de alderdikides, debe convocarse con seis meses de antelación, la cita podría celebrarse en torno a enero.

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Los jeltzales pretenden que esa IX Asamblea General suponga un hito político a la altura de la de Iruña en 1977 o la de Zestoa en 1987. Ambas marcadas con letras de oro en la historia del PNV. La de la capital navarra porque fue la primera de la etapa democrática tras el franquismo, recibió a Manuel de Irujo a su vuelta del exilio y, bajo el lema 'Batasuna ta Indarra', puso las bases del PNV moderno.

La de Zestoa, celebrada en pleno trauma por la escisión que dio lugar al nacimiento de Eusko Alkartasuna, porque sirvió para renovar y refrescar el corpus ideológico del partido, pero también supuso toda una revolución en el aspecto organizativo, que había quedado tocado tras la ruptura con Garaikoetxea.

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Cambio de nombre

Está por ver hasta dónde llega el relanzamiento político y la modernización de las estructuras dentro de unos meses, pero todas las fuentes consultadas dan por hecho que se aprobarán nuevas ponencias política, organizativa y sectoriales, que se abordará una agilización del funcionamiento interno, pensado para una época analógica ya superada, y que podrían abordarse viejos debates como el cambio de nombre –en su día se barajó el de Partido Nacional Vasco– o la regulación de la figura del simpatizante.

En todo caso, y al margen de las enmiendas que puedan presentar las organizaciones municipales, será la actual dirección de Ortuzar quien pilote todo el proceso de 'aggiornamento' y quien redacte los documentos base. Lo que induce a pensar que las nuevas ejecutivas –la nacional y las territoriales– serán continuistas, sea en las caras o al menos en la línea política.

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