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En los tres decretos a aprobar en el debate de ayer había cosas muy básicas, de esas que algunos llaman –y conste que a mí no me gusta ese término garbancero– «del comer»: IVA de productos de primera necesidad, bonos de transporte, subsidios de desempleo. ... Pero estaba todo tan mezclado con otras cuestiones de otros órdenes que había que estar muy atento para no confundir el jamón con el tocino. Es que hasta el propio escenario incitaba a la confusión: estaban como congresistas actuando en el Senado, porque el Congreso está en obras, y como que allí no se cabía, porque son 350 diputados y el aforo del Senado está pensado para 266 senadores. La presión sobre sus señorías era hasta física. Hubo un decreto que no salió porque Podemos quiso fastidiar a la vicepresidenta Yolanda Díaz: no tiene más explicación que esa. Con lo que ya podemos esperar sentados a que aquí en Euskadi se pongan de acuerdo Sumar y Podemos.
Por el medio supimos que el gobierno recurrió al PP para aprobar los decretos, cuando vio que la cosa se ponía fea. Y salieron Bolaños y Díaz muy dignos apelando a la responsabilidad del partido de Núñez Feijóo, el mismo político al que Pedro Sánchez, riéndose a mandíbula batiente en el debate de investidura, atribuyó haber dicho que no gobernaba porque no quería.
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Uno de los decretos aprobados, y que salió por chiripa, como el otro que se aprobó, hacía referencia a la supresión de un artículo de la Ley de Enjuiciamiento Civil que obliga a parar la resolución judicial cuando el juez pida el criterio de la instancia europea. Cómo es posible que Junts se dé por satisfecho con dicha supresión si la jurisdicción europea no va a dejar de actuar por eso. Además, poner ese artículo en la ley era una condición, parece ser, para recibir 10.000 millones de la Unión Europea. ¿Qué va a pasar con ese dinero ahora? Es lo mismo que lo de la competencia sobre la inmigración, que el Gobierno se la cedió a la Generalitat de Cataluña para que Junts no rechazara los decretos. ¿Pero cómo va a tener el gobierno catalán la competencia en exclusiva sobre una materia que afecta a las relaciones internacionales de España como país?
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Nunca como en la votación de ayer hemos visto más claro cómo los políticos aprueban cosas a sabiendas de que no se van a poder aplicar. Pero lo que quedó más claro todavía es que al Gobierno no le da la vida con la mujer de armas tomar que Puigdemont le ha puesto encima, cual espada de Damocles. Por eso pienso que el PP debería cambiar radicalmente su estrategia con la ley de amnistía: cuanto antes se apruebe mejor. Primero porque no se va a poder aplicar y segundo porque cuando se apruebe Míriam Nogueras y los suyos se irán, dejándole a Pedro Sánchez colgado de la brocha. Más claro no lo ha podido decir: «Estamos aquí por Cataluña, no por ustedes ni por el Reino». Confunden Cataluña con un fugado de la justicia.
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