MATEO BALÍN
Miércoles, 27 de mayo 2020, 03:53
Fernando Grande-Marlaska trató ayer de calmar los ánimos calientes entre los mandos de la Guardia Civil tras el cese por «pérdida de confianza» del coronel Diego Pérez de los Cobos y la dimisión del 'número dos' del cuerpo, el teniente general Laurentino Ceña, ... por «falta de sintonía» con los actuales responsables del Ministerio del Interior y en respuesta a la abrupta salida de su colega uniformado.
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Marlaska compareció por sorpresa tras el Consejo de Ministros. En un primer momento solo estaba previsto que saliesen ante los medios de comunicación la portavoz, María Jesús Montero, y la titular de Industria,Reyes Maroto. Pero fue a media mañana cuando se conoció el portazo de Ceña, responsable de la Dirección Adjunta Operativa (DAO), el máximo cargo militar del cuerpo tras la directora María Gámez, la civil elegida en enero pasado para dirigir el instituto armado. El teniente general tendría que haberse jubilado el pasado 23 de marzo al cumplir 65 años, pero acordó con Interior permanecer en su cargo hasta el próximo 2 de junio.
Marlaska intentó apagar el incendio con una doble estrategia. Por un lado, asegurando que todos los movimientos y relevos entran dentro de la normalidad y, por otro, anunciando que por fin se va a cumplir una vieja reclamación de la Guardia Civil y del Cuerpo Nacional de Policía: su equiparación salarial con la Ertzaintza y los Mossos.
La medida supondrá un desembolso de 247 millones de euros de las arcas públicas y permite completar el compromiso alcanzado en 2018 entre el Gobierno y sindicatos y asociaciones de la Guardia Civil y de la Policía Nacional. Aquel acuerdo constaba de tres tramos y el montante global asciende a 807 millones. Los agentes de ambos cuerpos verán finalmente incrementadas sus nóminas hasta un 20 %.
Marlaska trató de desvincular su ejecución con los cambios de Pérez de los Cobos y Ceña. Alegó que era un compromiso del Gobierno, que se ha negociado con distintos ministerios y que el asunto se abordó en la Comisión General de Secretarios de Estado y Subsecretarios, que el pasado jueves preparó el Consejo de Ministros celebrado ayer.
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Pero el ministro es consciente de que las aguas bajan revueltas en el instituto armado por decisiones del pasado, como la destitución en agosto de 2018 del coronel Manuel Sánchez Corbí, jefe de la Unidad Central Operativa (UCO), o el más reciente nombramiento de María Gámez. Todo esto acompañado del goteo constante de cambios en la cúpula del cuerpo al albur de la inestabilidad que domina la política nacional desde 2015. La sensación de desazón y hastío entre los uniformados se ha extendido por los cuarteles y los despachos nobles hasta que una mecha, en este caso la destitución del hombre que coordinó –«y se comió el marrón», recuerdan sus compañeros– el dispositivo del referéndum ilegal del 1 de octubre en Cataluña, ha provocado un incendio de importantes magnitudes.
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Para apagar la llamas políticas, Marlaska se agarró a la renovación interna. «Es razonable, normal, la potestad de reconstituir nuevos equipos dentro del ámbito de máxima confianza que se plantea un dirigente político en un ámbito concreto», justificó.
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Aseguró que la salida del jefe de la Comandancia de Madrid no está relacionada con la decisión de no informar a sus superiores sobre el polémico informe de la causa que investiga al delegado del Gobierno, José Manuel Franco, por autorizar, entre otras, la manifestación del Día de la Mujer (8 de marzo) en plena propagación del virus. «No ha habido injerencias», defendió el ministro, en el trabajo de la Policía Judicial adscrita a la comandancia dirigida por el coronel saliente. «Con más de 30 años de juez, sé perfectamente cuál es la competencia de un ministro, de un juez. Y hay una palabra que no la conjugo: injerencia», respondió el ministro a la advertencia realizada por la juez Carmen Rodríguez-Medel.
Marlaska valoró el historial «ejemplar» de De los Cobos, pero sostuvo que la crisis sanitaria paralizó en marzo determinados cambios que ahora se han retomado. Sobre la dimisión de Ceña, el ministro aseguró que su relevo «ya estaba diseñado».
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