![Bakartxo Tejeria, con sus dos hijas, y Josu Erkoreka llegan a la Cámara vasca.](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202008/03/media/cortadas/parlamento8-U40576807113sB-U110967380394FiB-1248x770@El%20Correo-ElCorreo.jpg)
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Muchas cosas cambiaron este lunes en un Parlamento vasco sembrado de láminas de metacrilato contra el Covid-19, pero algunas permanecieron inmutables respecto a 2016, un año que parece ahora perdido en otra era, la de la vieja normalidad. Por ejemplo, la apelación de la flamante presidenta de la Cámara, Bakartxo Tejeria -reelegida para el cargo por tercera legislatura consecutiva- a pisar el acelerador en pos del nuevo estatus, un debate que la pandemia parecía haber arrinconado.
Pero no. Ahí estuvo de nuevo en el discurso de salutación de la presidenta, y si cabe con mayor fuerza reivindicativa que hace cuatro años. Porque, según subrayó Tejeria, uno de los puntales del PNV guipuzcoano de Joseba Egibar y por lo tanto del ala más soberanista del partido, tras prolongarse los trabajos para la «actualización» del autogobierno durante dos legislaturas, «ha llegado el momento» de «culminar» la tarea. Cuando gran parte de los parlamentarios parecen haber asumido que las actuales circunstancias complican una pronta resolución del asunto -ahora ya con el dictamen de los expertos sobre la mesa-, la presidenta se alejó del tono netamente institucional para dejar claro que resulta «imprescindible» en este momento articular «un nuevo modelo de relación con el Estado». Un cambio de paradigma que debe basarse, abundó, en la «igualdad» entre Euskadi y España, y en «la bilateralidad y el pacto». «Necesitamos que se respete lo que las vascas y los vascos decidamos», enfatizó.
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En el cuadragésimo aniversario del primer Parlamento vasco -otra efeméride de relumbrón que el coronavirus ha impedido celebrar-, y después de que el último rifirrafe con Pedro Sánchez a cuenta de la senda de déficit haya endurecido el tono del PNV, la presidenta no quiso dejar pasar la ocasión sin recordar que el Estatuto de Gernika sigue incumplido desde 1979. Y de insistir, por ello, en la necesidad de aprobar un nuevo texto para «garantizar los derechos políticos, económicos, sociales, culturales y lingüísticos de la ciudadanía».
No obstante, la inédita crisis del Covid-19 fue la idea central de la jornada. Las apelaciones al «esfuerzo» de todos y a la necesidad de aparcar las diferencias para remar juntos y remontar la corriente adversa fueron una constante durante toda la mañana. Tanto el efímero presidente de la Mesa de Edad, el también jeltzale José Antonio Suso, como Tejeria insistieron en que la XII legislatura que este lunes arrancó será un cuatrienio «complicado» que exigirá acuerdos «amplios» y transversales. «En la medida en que seamos capaces de lograr que todo el mundo pueda superar esta crisis en unas condiciones dignas, saldremos fortalecidos como pueblo», advirtió la presidenta, que apeló al «ejemplo» de los parlamentarios del año 80, que contribuyeron a «reconstruir» el país tras la dictadura.
Los 75 parlamentarios parecieron imbuirse del aire de solemne gravedad que presidió la sesión -en la que se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la pandemia- y dejaron para mejor ocasión los juegos florales. No hubo ni camisetas reivindicativas -un clásico de las jornadas de constitución- ni salidas de tono y la mañana discurrió plácida y ajustada al largo protocolo de llamamiento y a la tediosa votación, en urna y por escrito, de los miembros de la Mesa del Parlamento.
No estaba el horno para bollos y se notó. Se esperaba, quizás, algún gesto que delatase la irrupción de Vox, pero más allá de la presencia de su líder nacional, Santiago Abascal, y de la decisión de su parlamentaria, Amaia Martínez, de postularse para cada uno de los cinco puestos del órgano directivo, la formación de extrema derecha pasó razonablemente desapercibida.
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Además, el acuerdo alcanzado por PNV y PSE con Elkarrekin Podemos para repartirse cuatro de los cinco puestos de la Mesa se conocía desde el viernes por la noche, y no hubo margen para la sorpresa. El pacto se cumplió a rajatabla, lo que, en la Cámara más nacionalista de la historia, facilitó la elección de una presidenta jeltzale y un vicepresidente primero socialista, el veterano Txarli Prieto, ambos con los 41 votos de la previsible futura mayoría absoluta de gobierno. EH Bildu, pese a recordar que «duplica» en votos a la tercera fuerza y «triplica» a la cuarta, se tuvo que conformar con la vicepresidencia segunda, que recayó en Eba Blanco. Y las secretarías se las repartieron entre el 'aparato' vizcaíno del PNV que representa Iñigo Iturrate y el parlamentario de Elkarrekin Podemos Gustavo Angulo, el único que se estrena en estas lides.
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Para la izquierda abertzale, es una «operación» en su contra que echa por tierra el discurso de Podemos a favor de las mayorías de izquierdas y un mero «reparto de sillas» este lunes. Para el PP, un balón de oxígeno del PNV al «frente de izquierdas» que tendrá consecuencias.
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