El inviable tripartito vasco de izquierdas

Pese a los movimientos que se están produciendo, la respuesta es que no. Los socialistas vascos no quieren dejar margen a la duda y han endurecido su discurso durante los últimos días. «Es imposible», dijo el martes Odón Elorza. «No se dan las bases para pactar», insistió el miércoles el líder del PSE guipuzcoano, Eneko Andueza. Antes había sido la propia secretaria general, Idoia Mendia, la que había cerrado la puerta: «No podemos compartir gobierno con un partido que no condena que nos persigan», zanjó en alusión a la actitud de la izquierda abertzale ante la campaña de acoso radical que viene repitiéndose durante el último mes.

Por si quedaba alguna duda, altos cargos del PSE lo ratifican en privado. La opción de pactar con EH Bildu y Podemos «no se va ni a estudiar» sea cual sea el resultado en las urnas. Las razones principales son dos: que la coalición soberanista está aún lejos de poder convertirse en un socio estable para los socialistas por razones «éticas», y que el entendimiento con Podemos Euskadi es manifiestamente mejorable. Las relaciones han sido, por momentos, muy malas durante la última legislatura.

Un tercer argumento alude a la alargada sombra del PNV. En Euskadi y en Madrid. El PSE considera que su coalición con los nacionalistas aporta ahora mismo estabilidad a las principales instituciones, e impedir que Urkullu revalidase la Lehendakaritza con un acuerdo alternativo podría generar una crisis política de proporciones bíblicas. Un efecto dominó. Los socialistas se arriesgan a ver saltar por los aires los pactos en las tres diputaciones y en decenas de ayuntamientos vascos. Y, por supuesto, el que mantiene a Pedro Sánchez en Moncloa.

La idea del tripartito progresista no es nueva. Podemos la viene planteando casi desde su irrupción en el panorama político vasco hace un lustro. La primera fue Nagua Alba.

La diferencia es que en la campaña electoral de 2016 el partido morado aspiraba a ser la alternativa de gobierno al PNV y ahora las encuestas le relegan a ser la cuarta fuerza del Parlamento. La alianza haría lehendakari a Maddalen Iriarte, de EH Bildu. Aun así, la disposición es nítida en Podemos. «Hay trenes que pasan muy pocas veces y habría que cogerlos», ha dicho esta semana la candidata Miren Gorrotxategi. «El PSE debería tener sentido común».

Antes que Gorrotxategi han sido varios los dirigentes de Podemos que han tanteado la disposición de los socialistas vascos al pacto. Las fuentes consultadas confirman hasta tres reuniones oficiales para normalizar las relaciones durante los últimos años, aunque todas se cerraron sin éxito. Podemos se considera la «bisagra» necesaria para acercar a EH Bildu y PSE, y cree que el momento es propicio. No solo por las alianzas trenzadas en Madrid, también porque el 12-J se celebrarán las primeras elecciones autonómicas sin ETA.

El problema, insisten los socialistas vascos, es que la izquierda abertzale está lejos de aportar lo que debe al proceso de normalización y convivencia. Las discrepancias con EH Bildu al respecto no se limitan a los recientes ataques a sedes de partidos y el domicilio de Idoia Mendia: la ponencia de Memoria del Parlamento vasco también ha puesto en evidencia profundas diferencias en la última legislatura.

En realidad, el tripartito de izquierdas es una figura en la que no cree ni Arnaldo Otegi porque da por hecho que el PNV y el PSE volverán a pactar. El líder de EH Bildu ha recalcado en más de una ocasión que ponerlo en marcha sería un ejercicio de «ciencia ficción». Al menos a corto plazo.