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melchor sáiz-pardo
Viernes, 17 de mayo 2019, 00:54
Cuando los guardias civiles, desde el otro lado del aparcamiento del Hospital Center Intercommunal de la localidad alpina de Sallenches, vieron como el más alto de los dos tipos se ponía las manos a la espaldas para dejarse esposar tras una breve conversación con los ... tres agentes franceses de paisano con brazaletes, llamaron inmediatamente a Madrid: «Sí, es él». En la Jefatura de Información de la Guardia Civil aún no acababan de creer que los 17 años de fuga hubieran llegado a su fin. «¿Pero seguro que es él?», preguntaron los mandos al equipo de agentes que, con la luz tenue del amanecer, escrutaba los movimientos de los miembros de Direction Générale de la Sécurité Intérieure (DGSI). «Sí, nos dicen que ha reconocido sin problema que es él», respondieron.
Josu Urrutikoetxea Bengoetxea, 'Josu Ternera', había caído. La fortuna que le había evitado en los últimos años ser capturado en tres ocasiones le dio la espalda a las siete de la mañana de ayer. En realidad, la suerte le había abandonado hace unos días. Según revelaron mandos de la lucha antiterrorista, fue un comentario casual de un individuo -del que la Guardia Civil sospechaba que era un colaborador o al menos una persona del entorno del huido- sobre una «nueva e inminente» visita médica el que proporcionó la pista clave. Los servicios de información españoles hace años que sospechan que 'Ternera', según algunas fuentes, sufriría un cáncer que en los últimos tiempos le estaba obligado a recibir tratamiento médico.
Sin embargo, la pista era muy endeble. El seguimiento a las personas que se consideraban más cercanas al huido (entre las que no estaban nadie de su entorno familiar cercano por motivos de seguridad) situaban a Urrikoetxea en los Alpes, probablemente en el departamento francés de Alta Saboya. También se hablaba de algún pueblo de Italia o Suiza, pero no fue hasta ayer cuando se conoció que se escondía en la pedanía de Saint Nicolas de Véroce, en la localidad de Saint-Gervais-les-Bains, una zona muy concurrida para la práctica de deportes de invierno y en la que podía pasar desapercibido con los visitantes.
Fue entonces cuando los funcionarios españoles, que han bautizado el operativo de captura como 'Infancia Robada' en recuerdo a los seis niños que murieron en el atentado de la casa cuartel de Zaragoza de 1987 ordenado por él, se embarcaron en una vorágine investigadora para rastrear todos los centros médicos de la zona a los que podría asistir el huido.
Ha sido una «tarea ingente», explicaron ayer mandos de la lucha antiterrorista. Los guardias civiles, por la normativa de protección de datos, no han podido contar con ningún tipo de información oficial sobre las citas previstas en los hospitales, sanatorios o clínicas. Ni un solo nombre ni nacionalidad de los pacientes (algunas fuentes apuntan que 'Ternera' usaba documentación falsa venezolana). Ni tan siquiera un listado con los centros con tratamientos oncológicos en el departamento de Alta Saboya.
Según fuentes de la lucha antiterrorista, el «control y seguimiento» de las personas a las que se suponía «cercanas» al huido reveló que recibía asistencia médica en el centro público más importante de la comarca. Tras su captura, Urrutikoetxea fue trasladado a petición propia a un hospital donde estuvo una hora. Luego, tras comprobarse que su estado de salud era «aceptable», fue trasladado a Bonneville para prestar declaración ante el juez, que le envió a la cárcel del municipio. Hoy será trasladado a París.
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