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Alberto Núñez Feijóo salió ayer del Congreso derrotado y al mismo tiempo con la sensación de haber ganado. Perdió la primera votación de una investidura que sabía fracasada de antemano. No sumó más de los 172 votos previstos, los del PP, Vox, UPN y Coalición ... Canaria, insuficientes frente a los 178 del resto de grupos. El viernes se repetirá la votación y el resultado será el mismo. Feijóo no será presidente del Gobierno. Pero eso ya se sabía, lo que estaba en duda era cómo saldría internamente de un debate plagado de minas. Si volverían a oírse voces que cuestionarían su liderazgo. Lo que pasó fue todo lo contrario, que Feijóo salió reforzado y superó el examen.
La segunda jornada de la sesión de investidura empezó con EH Bildu y PNV cargando con dureza contra el candidato del PP y terminó con una votación que, en la práctica, activa el reloj para Pedro Sánchez. A partir de ahora, quedan dos meses para que el candidato socialista logre los votos suficientes para seguir en La Moncloa. Si no lo consigue, habrá elecciones el 14 de enero.
Consciente de que la victoria era imposible, Feijóo afrontaba un reto quizá mayor. Evitar que su derrota abriese grietas internas. El debate llegaba apenas una semana después de que estallase una pequeña tormenta interna por la intervención de Borja Sémper en la sesión sobre las lenguas cooficiales. Se empezaron a oír voces sobre si se estaba siguiendo una estrategia adecuada, volvió a ponerse sobre la mesa el debate sobre cuál debe ser la relación con Vox...
La sensación de que podía estar moviéndose el suelo bajo sus pies intentó ser aprovechada por el resto de grupos. Prácticamente todos se esforzaron en erosionar su liderazgo. La sombra de Isabel Díaz Ayuso -presente en la tribuna de invitados- sobrevolaba las intervenciones. El más explícito fue Óscar Puente, quien el martes aludió a la noche electoral del 23-J, cuando los principales líderes del PP salieron al balcón de Génova. «No gritaban Alberto, Alberto. No gritaban Núñez, Núñez. No gritaban Feijóo, Feijóo. No. Gritaban: 'Ayuso, Ayuso'», expuso el portavoz socialista. A esta estrategia se sumó ayer Aitor Esteban, quien recordó los llamamientos a favor de la presidenta de la Comunidad de Madrid que se escucharon en el acto organizado por el PP contra la amnistía del pasado domingo.
Mostrar seguridad
Feijóo, que se estrenaba en un debate en el Congreso, debía mostrar firmeza. Convencer a los suyos de que a pesar de la previsible derrota el partido cuenta con un líder capaz de enfrentarse a Sánchez. Mostrar seguridad, recuperar el perfil que le sirvió para que todos los barones le pidiesen el año pasado que abandonase Galicia para reemplazar a Pablo Casado. Y viendo el rostro del dirigente gallego y el de la bancada popular tras la votación fallida, el objetivo parece cumplido. Todos, sin fisuras, se levantaron a aplaudirle. Desde Sémper a Cayetana Álvarez de Toledo. «Ha acallado muchas bocas. Quienes dudaban de su fiabilidad se han visto decepcionados», sostenían ayer desde su entorno.
El golpe de autoridad llegó después de una sesión en la que por momentos se le vio gustándose a sí mismo. Atacando a EH Bildu por sus vínculos con ETA, al PNV por ir de la mano de la coalición soberanista y haberse dejado engañar por Sánchez... Feijóo, en su intervención final, se mostró convencido de que en España hay un «proyecto alternativo».
«Les aseguro que saldré con mi palabra y con la palabra de 11 millones de votantes. Les aseguro que saldré con mi integridad política y personal intacta. Igualdad, libertad y dignidad», afirmó el candidato popular ante el aplauso de sus compañeros de grupo.
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De hecho, el presidente del PP empezó a reforzar ayer su papel de líder de la oposición. Aunque aún está por ver si Sánchez logra los apoyos suficientes para ser investido, Feijóo se prepara para una legislatura que en el PP están convencidos de que puede ser explosiva y corta. Que al PSOE le será imposible mantener viva una coalición que dependerá de Junts, de Carles Puigdemont. El propio Feijóo aseguró que la sesión de investidura, a pesar de su derrota, había «valido la pena» porque se han «retratado todos», tanto con sus palabras como con sus silencios.
El mensaje era para Sánchez, quien ha optado por no intervenir durante los dos días de debate, según el PP, para no hablar de la amnistía. «Quien calla, otorga», subrayó Feijóo, para quien el presidente en funciones ha preferido «escapar para no decir la verdad» sobre sus negociaciones con los independentistas, «las exigencias a las que está sometido» y su «posición en la amnistía».
Mañana llegará la segunda votación. Feijóo sólo necesitaría mayoría simple -ayer requería absoluta-, pero tampoco la logrará. Pero hasta Gabriel Rufián elogió ayer su papel. «No estoy de acuerdo con lo que dice, pero creo que aquellos que valoramos el parlamentarismo vemos que lo está haciendo bien».
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