
adolfo lorente | david guadilla
Domingo, 11 de octubre 2020, 00:58
La crisis total en la que está sumido el país, aderezada de la durísima confrontación entre el PSOE y el PP, está abocando a las ... administraciones a una suerte de 'sálvese quién pueda' en el que la Euskadi de la mayoría absoluta, la industrial, tiene muchísimo que ganar con los gobiernos catalán y madrileño abonados a la crispación y centrados en batallas políticas tan ruidosas como de dudosa utilidad. Es verdad que competir con estos gigantes en condiciones normales es misión imposible, pero están groguis. Hablar de normalidad en la 'nueva normalidad' se ha convertido en una ceremonia de la confusión en la que hay mucho que ganar con el maná de los multimillonarios fondos europeos tocando a la puerta.
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España, según anunció esta semana el presidente del Gobierno, quiere usar 72.000 millones hasta 2023, la mitad de lo previsto por la UE, ya sea a través de ayudas directas o vía préstamos. Toca venderse y de cara a los mercados (la UE tiene que pedir el dinero prestado y luego devolverlo), no hay mejor aval que la estabilidad política e institucional como la que existe en el País Vasco tras los pactos PNV-PSE. Por este lado, problema resuelto. «Es vital, la mejor carta de presentación», coinciden en subrayar una decena de relevantes voces del mundo político, académico, empresarial y sindical consultadas por EL CORREO.
Para muestra, este botón. Hace escasos días, mientras en Madrid sólo se hablaba de una moción de censura contra Isabel Díaz Ayuso, y Quim Torra se daba un baño de masas a las puertas del Palau de la Generalitat tras ser inhabilitado, en Vitoria, el lehendakari, Iñigo Urkullu, la vicelehendakari Idoia Mendia y la consejera Arantxa Tapia anunciaban un plan inversor de 10.000 millones hasta 2024, el impulso a la creación de 135.000 empleos, de unas 6.000 empresas y el apoyo a otras 10.000 firmas industriales que ya tienen actividad. El parte de daños de la pandemia es terrible y sólo en puestos de trabajo, la previsión es que se pierdan este año 35.000.
La simbiosis entre política y economía nunca había sido tan estrecha. ¿Está Euskadi ante su gran oportunidad para reinventarse y ser uno de los actores que antes y mejor se beneficie de la 'operación reconstrucción'? El 'sí' es rotundo, pero los peros son muchos y nada sencillos de superar. «Hay que espabilar. Debemos ser ambiciosos y valientes», advierten.
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«Euskadi tiene una gran oportunidad. La filosofía del plan de recuperación europeo está muy centrado en la industria y este es un elemento que debe ser aprovechado por el País Vasco, que es una referencia en este ámbito con su red de clusters y apuesta por el I+D. La clave es tener ambición y apostar por proyectos complejos, con masa crítica, e intentar sumar capacidades con Alemania y Francia», recalca Raúl Blanco, secretario general de Industria del Gobierno de España.
Secretario general de Industria
«Lo importante es tener ambición y apostar por proyectos complejos, transnacionales, que tengan masa crítica»
Consejera del Gobierno vasco
«Lo que debemos hacer es salvarnos nosotros mismos. Y si luego viene una lluvia de millones, mucho mejor»
Exvicepresidente Comisión Europea
«Euskadi debe crear 'hubs' que conecten la excelencia académica y científica con el mundo empresarial y la administración pública»
Presidente de la CEOE
«El peso que la industria tiene en su PIB, que ronda el 25%, hace que Euskadi afronte este reto desde una posición privilegiada»
Secretario General CC OO
«Es muy importante la estabilidad política. Nos consta que en Cataluña se están paralizando muchos proyectos»
Mucho se habla de los fondos europeos como la tabla de la salvación que permitirá acabar con todos los males, pero ni todo es tan sencillo como se dice ni las supuestas ventajas con las que a priori cuenta Euskadi garantizan el éxito. «La pandemia ha adelantado diez años todo lo que pensábamos que iba a ocurrir en 2030. Debemos espabilar. Asumir nuestras debilidades y convertirlas en fortalezas. Y aquí, la cultura del esfuerzo es una condición imprescindible», sostiene Emiliano López Atxurra, presidente de Petronor, que pide ser «muy exigentes con la calidad de los proyectos que se lleven a Bruselas».
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Son muchos los deberes por hacer y la mayoría se refieren a la dimensión geográfica. En un mundo tan globalizado, hay que entender Europa como un todo, olvidarse de cuestiones locales y apostar por la creación de nuevos «campeones nacionales», señala Atxurra. «Es clave participar en proyectos tractores a escala del conjunto del país, no fijarse solamente en proyectos de ámbito vasco», apostilla Joaquín Almunia.
«Se abre una oportunidad para atraer y recuperar talento investigador que se ha ido desperdigando desde los años del terrorismo. El País Vasco tiene que fijarse como objetivo la creación o fortalecimiento de 'hubs' que conecten la excelencia académica y científica con el mundo empresarial y las administraciones públicas», señala el exvicepresidente de la Comisión Europea.
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Directora de la Fundación Iseak
«Toda apuesta implica renuncias. Debemos ser valientes a la hora de apostar por proyectos transformadores»
Presidente de Cebek
«La transformación es necesaria, pero hay que tener en cuenta que no todas las empresas pueden afrontarla»
Analista
«Debemos ser conscientes de que somos un país pequeño en un Estado miembro que está a la cola de una Europa en declive»
Presidente de Petronor
«La pandemia ha adelantando una década lo que esperábamos para 2030. Hay que espabilar y apostar por proyectos tractores»
Exministro y expresidente REE
«Uno de los grandes retos sigue siendo la atracción y la retención de talento para impulsar la reindustrialización»
«Toda apuesta implica renuncias. Debemos ser valientes en la toma de decisiones sobre los proyectos a defender», asegura Sara de la Rica, catedrática de la UPV/EHU y directora de la Fundación Iseak. A su juicio, son cuatro los ejes sobre los que deben pivotar estas decisiones. El primero, «la transformación industrial hacia una Euskadi verde cuyo ADN sea la inversión en I+D que conecte la investigación básica y aplicada con las empresas». El segundo, «una apuesta por aquellas inversiones intensivas en creación de empleo, pues Euskadi, como el resto de la nación, tiene un serio déficit en su tasa de empleo». Tercero, que los proyectos lleven «aparejados la adecuación de las personas a la nueva generación de empleos». Y cuarto, que esta transformación «venga acompañada de una modernización de la administración pública de calado, especialmente en la digitalización».
Desde el sector empresarial, el presidente de la CEOE pide «hacer de esta crisis una oportunidad para salir con un modelo económico y un tejido productivo más modernos, competitivos e inclusivos». Para Antonio Garamendi, Euskadi, donde la industria supone un 25% del PIB, está en una posición privilegiada para ser el primero de la clase si «emplea con inteligencia unos fondos europeos pensados para impulsar la reindustrialización, la transición ecológica y la digitalización».
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Una posición también defendida por Iñaki Garcinuño, quien pide tener los pies en el suelo y no dejar a nadie atrás. «La transformación es necesaria, pero hay que tener en cuenta que no todas las empresas pueden afrontarla. Hay que reconocer nuestra dimensión y a partir de ahí ganar tamaño porque no podemos perder comba en esta revolución», asegura el presidente de la patronal vizcaína, Cebek.
Desde la perspectiva sindical, Unai Sordo, secretario general de Comisiones Obreras, destaca que «lo importante es que haya proyectos estratégicos, que no se piense en qué hay de lo mío». «Euskadi tiene ventajas competitivas, su experiencia en los años noventa, los clusters... El gran riesgo es que haya cierto nivel de autocomplacencia», advierte. Y aquí, la clase política tiene mucho trabajo por hacer. «La estabilidad política tiene mucha importancia. Y no se trata de la estabilidad del Gobierno, sino de los roles que deben tener el Gobierno y la oposición. Nos consta, por ejemplo, que en Cataluña se están paralizando muchos proyectos», desvela.
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140.000 millones de euros corresponden a España en el reparto de fondos del Plan de Recuperación pactado en la UE. De ellos, la mitad es a fondo perdido y la otra mitad, préstamos.
72.000 millones es el dinero de estos fondos que el Gobierno central quiere movilizar hasta 2023 para ayudar a la creación de 800.000 empleos, según las cifras anunciadas esta semana por Pedro Sánchez.
10.000 millones es el montante que el Gobierno vasco de coalición PNV-PSE destinará hasta 2024 para reactivar la economía ayudando a crear 135.000 empleos, 6.000 empresas y apoyar a 10.000 ya existentes.
Luis Atienza, exministro, exconsejero vasco y expresidente de Red Eléctrica, tiene muy claro que la «vía de la recuperación es la reindustrialización avanzada» donde la «transición ecológica y la digitalización» tendrán un papel central. Al igual que Almunia, cree que «uno de los grandes retos es la atracción y la retención de talento». No sólo eso. «Hay que asegurar que las empresas auxiliares de la automoción se incorporen a procesos como el de la descarbonización, el proceso de electrificación, la movilidad...», señala.
Pero más allá de los fondos europeos, que llegarán para afrontar un periodo muy concreto, está la habilidad de conseguir crear un «hábitat» donde las empresas pueden invertir y crecer, explica Ignacio Marco-Gardoqui, analista económico de EL CORREO. «Somos un país muy pequeño dentro de un Estado miembro que está a la cola de una Europa que está de capa caída. Debemos ser conscientes de dónde estamos y la dimensión del reto», aclara antes de reivindicar, como López Atxurra, la necesidad de «recuperar la cultura del esfuerzo».
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«Se está sobredimensionando el debate sobre las partidas como si fuese un maná. No es tan importante lograr esos fondos como establecer un marco regulatorio que permita un ritmo inversor constante que movilice la inversión privada», coincide Luis Atienza. «Debemos aprovechar nuestras bazas y la potencialidad del Concierto. No todos los directivos quieren instalar su empresa en la capital», apostilla Garcinuño.
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