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a. lorente | d. guadilla
Domingo, 11 de octubre 2020, 03:52
«A veces parece que se está inflando demasiado el balón con los fondos europeos. Si al final hay una lluvia de millones, estupendo. Que ... además vienen muchos aquí, ojalá, pero no podemos quedarnos sentados a esperar. Nosotros debemos salvarnos a nosotros mismos. Comenzar desde ya la recuperación usando el Presupuesto. Ser efectivos, rápidos y muy exigentes». Arantxa Tapia no oculta cierto escepticismo sobre el debate generado en torno al 'efecto milagroso' de unos fondos europeos de los que aún no se sabe gran cosa más allá de las grandes cifras, ya que las instituciones comunitarias siguen peleándose sobre la letra pequeña del plan de recuperación. Lo que sí está claro es que los proyectos que aspiren a este dinero deberán tener 'label Bruselas', es decir, que no tendrá nada que ver con el 'Plan E' que en la anterior crisis impulsó Zapatero. Esto no va de hacer bidegorris y frontones, sino de usar los fondos europeos como «palanca para transformar el tejido productivo e industrial» del país.
En eso está el Gobierno vasco, catalizador de un listado de proyectos que luego deberán pasar por el cribado de Moncloa y, en último término, contar con el plácet de la UE. Aquí no hay cuotas territoriales o políticas, se trata de buscar la excelencia gracias a una estrecha colaboración público-privada. «Debemos presentar proyectos atractivos y tenemos margen para ello. En el sector energético, en la automoción, en la aeronáutica, un sector que ahora está sufriendo mucho pero tiene gran capacidad de transformación», detalla Tapia.
Todavía desconocen los criterios de elegibilidad o los plazos que fijará Bruselas para presentar un listado definitivo. Registraron en agosto una primera propuesta muy provisional que contenía 66 proyectos por valor de unos 12.000 millones para el periodo 2020-2030. Algunos se caerán y entrarán muchos otros, cuando se definan las reglas de juego. A día de hoy, existen «un centenar por valor de unos 14.000 millones».
El campo de actuación es «muy amplio», explica la consejera, que detalla la eficiencia energética de los edificios o la digitalización de la administración pública como dos segmentos de actuación. «Pero una digitalización de verdad, evitar al ciudadano que pierda una mañana para entregar un papel en una ventanilla», describe.
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