Andoni Ortuzar y Aitor Esteban, juntos en la entrega de los premios de la Fundación Sabino Arana el pasado domingo en el Teatro Arriaga. Maika Salguero

Choque frontal en el PNV

El divorcio entre los cercanos al líder y el entorno del portavoz no obedece a razones de fondo sino personales

Domingo, 2 de febrero 2025, 00:49

«Somos gente de orden, así que confiemos en que esto se resuelva bien». Así se pronunciaba, esta misma semana, un exalto cargo institucional del PNV alineado con Aitor Esteban en la pugna interna, tan inesperada como descarnada, que el portavoz jeltzale en el Congreso ... mantiene con el actual presidente, Andoni Ortuzar, por el puente de mando del EBB. Pero, lejos de una transición controlada, el partido se adentra en territorio desconocido, inédito en democracia y en la escena política española. El PNV avanza, salvo que medie un acuerdo 'in extremis', hacia un pulso entre dos dirigentes que no es que sean dos ramas del mismo árbol, sino que son parte hasta ahora indisoluble del mismo tronco.

Publicidad

Se avecina un pulso del todo inaudito porque en nada se asemeja al que mantuvieron Josu Jon Imaz y Joseba Egibar en 2003, una pugna con base ideológica entre el alma pragmática del PNV y su ala más soberanista, que dejó heridas profundas en la organización que a estas alturas parecían suturadas. Y lo están: el acuerdo de conveniencia para que Joseba Egibar mantuviera el control del PNV guipuzcoano a cambio de la paz interna ha funcionado de manera a veces «tensa» pero «leal», corroboran en el partido.

Esto es otra cosa. En este caso, el aparato vizcaíno, el más potente de la organización, se ha desgajado en dos -los fieles a Ortuzar y los entornos cercanos a la anterior presidenta del Bizkai buru batzar, Itxaso Atutxa, a la sazón esposa de Esteban- y arrastra al resto del cuerpo social del partido a una pelea sin precedentes. Como la mitosis de una célula, pero en versión jeltzale. Y con consecuencias aún por calibrar, pero sin duda de alto riesgo.

Incluso aunque hubiera un acuerdo que evite una segunda vuelta a cara de perro -la primera concluye hoy mismo y la fase decisiva empieza el lunes 10-, el partido asume que la organización quedará «tocada» por la imagen de división que ya se ha proyectado. Un eventual cierre de filas cuando concluya el proceso interno, a finales de febrero, en el que el perdedor se alinee con el ganador y se declare dispuesto a remar en la misma dirección, tampoco evitaría, si es Ortuzar el que se lleva el gato al agua, que su autoridad interna quede «debilitada», con un portavoz en Madrid -si se queda hasta el final de la legislatura española como es su intención en caso de no ganar-, abiertamente hostil. Y que, si vence Esteban, lo haga a costa de un partido quebrado en dos en su feudo tradicional, Bizkaia. La pelea, que desde las bancadas rivales se contempla con ojos atónitos, se antoja suicida tras meses de exposición mediática por los larguísimos 'tempos' de una mecánica interna desfasada, y en un momento en el que muchos afiliados se declaran desmoralizados por el rumbo del partido, su declive electoral y la competencia de EH Bildu.

Publicidad

Son numerosas las interrogantes por aclarar. La más urgente es si el PNV está a tiempo de coser el roto que se le ha abierto en el corazón del partido. Fuentes próximas a la candidatura de Esteban -ya plenamente organizada- insisten en que «llegados a este punto, Aitor ya no se puede retirar», por el respaldo que ha obtenido de las bases, en torno a las sesenta organizaciones municipales, según sus cálculos. En su opinión, la única salida pasaría por que sea Ortuzar el que acceda a dar un paso al lado, que, a su juicio, vendría casi obligado por el riesgo de que un líder con tan larga trayectoria a sus espaldas pueda salir «expulsado» por la afiliación. Esa eventual retirada del burukide de Sanfuentes vendría propiciada por un acuerdo para la entrada de dirigentes de su confianza en una hipotética ejecutiva liderada por Esteban.

La carta del palacete

Pero Ortuzar, lejos de dar muestras de batirse en retirada, apunta a todo lo contrario. La carta al presidente de Vox, Santiago Abascal, por el polémico inmueble de París se ha interpretado internamente como el primer gran acto de campaña del actual presidente, aunque el asunto lo ha coordinado directamente... con Aitor Esteban. La comunicación entre ellos no está rota; la confianza, sí. Ambos se miden en la distancia, como en un 'chicken game' en el que pierde el que antes se tire en marcha del coche.

Publicidad

Los números de la carrera, sin embargo, difieren según quién los cuente, dado que no se facilitan datos oficiales de las votaciones. El entorno de Ortuzar le atribuye una amplia ventaja y da escasas posibilidades a Esteban de dar la vuelta a la tortilla. El oficialismo también apunta a que en Gipuzkoa, un territorio clave en esta liza, iría en cabeza Markel Olano, -algunas fuentes dan por hecha su victoria-, el candidato del aparato presidido por María Eugenia Arrizabalaga, es decir, el 'voto Egibar'. Desde el entorno de Esteban se apunta a un empate técnico en Bizkaia y a cuatro batzokis de ventaja sobre el ex diputado general en Gipuzkoa. Lo que está claro es que los apoyos nucleados en torno al egibarismo serán claves para decidir la pugna y que el GBB los aprovechará para ensanchar su influencia.

Álava, Navarra e Iparralde -aquí no hay dudas- han votado mayoritariamente al candidato a la reelección, pero sus oponentes creen que en segunda vuelta las cosas podrían cambiar. Ese optimismo tiene que ver con las peculiaridades del singular proceso interno del PNV, en el que, en primera vuelta, para poder ser votados, los candidatos han de ser propuestos de viva voz por algún afiliado en cada asamblea. En segunda vuelta, en cambio, todo el trámite es secreto y los militantes marcan casillas en una lista. Ambos contendientes defienden que han dado un «arreón» en los últimos días.

Publicidad

Hay ejemplos de ambas partes. Por ejemplo, en Rekalde se batieron récords de participación y ninguno de los 65 afiliados que votaron lo hizo por Ortuzar. Significativo. En cambio, en Portugalete, controlada por su mano derecha, Joseba Aurrekoetxea, todos los hicieron por él. Significativo también. Más datos desconcertantes: en Markina, donde está afiliado el presidente del BBB, Iñigo Ansola, ganó Esteban. Fuentes del partido en Bizkaia descartan que el líder vizcaíno apoye al portavoz en Madrid y le sitúan entre los leales a Ortuzar. Él le habría aupado frente a Itxaso Atutxa, que proponía a otro candidato para sucederle. En ese caso, Ansola no habría logrado amarrar el respaldo de su propia junta a su candidato. Los resultados en otras asambleas apuntan a que Esteban cosecha sus apoyos entre los cercanos a Atutxa en el anterior Bizkai -como el exburukide y exalcalde de Zeberio Humberto Perea-, en Sabin Etxea y en la Diputación vizcaína. Es curioso, por ilustrativo sobre hasta qué punto Esteban y Ortuzar representaban lo mismo, el caso de Urkullu, cuya relación con el líder del EBB se rompió a raíz de su traumático relevo por Pradales. El exlehendakari no acudió a votar en Durango, donde ganó el portavoz en el Congreso, con quien tampoco había ya sintonía.

Sistema mayoritario

Los integrantes del llamado sector alternativo, el que impulsa al edil de Etxebarri Eneko Lekue, han olido sangre y, aunque todavía no han logrado los tres batzokis de rigor para pasar a segunda vuelta, negocian ya con los aspirantes, según ha podido saber EL CORREO, el apoyo en segunda vuelta a cambio de presencia en la nueva ejecutiva y, sobre todo, de un cambio en los estatutos que suavice el actual sistema mayoritario de elección, de estilo estadounidense, y que cierra el paso en la práctica a las minorías. Precisamente ese modelo hace que sus votos, aunque sean pocos, puedan ser determinantes: el que gana un batzoki, aunque sea por la mínima, se lleva todos los delegados de esa organización en la asamblea territorial.

Publicidad

La segunda interrogante, de enorme calado político, es cómo se ha llegado hasta aquí y por qué. Tampoco en ese punto coinciden las versiones. Los partidarios de Ortuzar apuntan sin ambages hacia Atutxa, por quien el líder se sentiría «traicionado», y a las «ambiciones» personales del matrimonio. La expresidenta vizcaína, que dejó el cargo y truncó así sus posibilidades de llegar a lo más alto en el partido, habría depositado sus esperanzas en el ascenso de Esteban. «Tenían preparada ya una red de apoyos», opinan quienes ahora son sus oponentes, que describen un movimiento «organizado» que se habría ido desinflando al reaccionar Ortuzar.

En el entorno de Esteban se defiende justo lo contrario y se apunta a la carta de Ortuzar del sábado 18 de enero, en la que se postula para presidir el EBB cuatro años más, como una sorpresa «para toda la afiliación, que daba por hecha su salida». Hablan, en ese sentido, de un movimiento «espontáneo» que brota «en tres asambleas de Gipuzkoa» y responde a una «pulsión de cambio tranquilo» que habría ido creciendo con el curso de los días. Apuntan incluso a que familiares de Esteban han propuesto a Ortuzar en su organización porque no estaban al corriente de su decisión de dar luz verde a esos movimientos, algo que hizo, precisan, al ver la dimensión que estaban adquiriendo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad