Asier García Justo cumplirá en unos días su segundo año como interno en el centro penitenciario de Zaballa, a quince kilómetros de Vitoria. Tras pasar por Extremadura y Asturias, la política de acercamiento de etarras presos por parte del Gobierno de Pedro Sánchez le permitió ... ingresar en la cárcel más grande de Euskadi. Condenado a más de 90 años por su participación activa en el asesinato del ertzaina Iñaki Totorika, con un coche bomba en Hernani en 2001, había pasado desapercibido hasta hace dos semanas.
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Como parte de su programa de reinserción social diseñado por Aukerak, la agencia vasca de reinserción social, está destinado a labores de limpieza de estas instalaciones penitenciarias bajo control del Gobierno vasco. El pasado 2 de enero le encomendaron adecentar las dependencias que ocupa la Ertzaintza en el recinto. Este cuerpo, encargado de la seguridad, cuenta con varias estancias en Zaballa. Entre ellas, un búnker al que los reclusos de confianza siempre acuden acompañados por un responsable carcelario.
Su presencia no pasó desapercibida para uno de los ertzainas más veteranos presentes en las instalaciones. El agente le preguntó directamente si había participado en el atentado. Al recibir una respuesta afirmativa de García Justo, acudió a un responsable de la prisión al que, según el sindicato policial Euspel, «le preguntó si no había otra persona más adecuada para realizar ese trabajo». Inmediatamente, el preso fue retirado del lugar por el personal de Zaballa.
Habitualmente es una profesional la que se encarga de la limpieza en este área especial de la mayor cárcel del País Vasco, pero ese día se encontraba de «vacaciones». García Justo no ha vuelto a esas dependencias policiales. Tampoco «ningún otro preso de confianza», se queja este colectivo.
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Euspel insiste en que «es de sentido común no destinar a las dependencias de los ertzainas a alguien con tal odio por nosotros que le llevó a asesinar a nuestro compañero». Agregan que «si hay gente que ve esto aceptable y como un avance deseable, lo sentimos, pero los ertzainas no. Pedimos respeto». Y van más allá. «Si no hay otros presos de confianza que no sean de ETA, preferimos limpiar nosotros», puntualiza la central.
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De entrada, desde el Departamento vasco de Justicia informan de que se trata de una «relación laboral regulada con Aukerak prevista en el derecho laboral». Y que con ella se buscan varios objetivos. Por un lado, «cumplir un programa de reinserción» decidido por la junta de tratamiento. Además, gracias a este empleo intramuros, parte del sueldo recibido por el etarra «permite asumir sus responsabilidades civiles con las víctimas», insisten fuentes de la administración vasca consultadas por EL CORREO.
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Se da la circunstancia de que García Justo fue capturado por agentes de la Ertzaintza pocas horas después de la explosión del coche bomba, un atentado en el que un segundo agente resultó gravemente herido. Totorika contaba con 25 años, era euskaldun y afiliado al PNV. Al funeral, oficiado en Portugalete, acudieron miles de personas.
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