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Se respiraba esta mañana en Foronda el ambiente de las grandes citas. El clima propio de los tiempos «complejos y difíciles» que exigen respuestas a la altura. Un cierre de filas en toda regla. En puertas de una negociación crucial con Pedro Sánchez que Andoni ... Ortuzar prometió manejar «con inteligencia» y con Euskadi inmersa ya en una coyuntura electoral especialmente complicada para un PNV que acusa el desgaste de los dos últimos reveses en las urnas, la 47 edición del Alderdi Eguna, celebrada bajo el lema 'Batzen gaituen eguna' ('El día que nos une'), y bajo un sol espléndido en las campas de Foronda, ha sido una simbólica reivindicación del «orgullo» de pertenecer al PNV y de sus 128 años de historia.
Ese ha sido, de hecho, el denominador común de los discursos del lehendakari y del presidente del EBB, más nostálgicos, épicos y emocionales que nunca, como ha reconocido un Ortuzar más «trascendental» y menos chistoso que de costumbre. «El momento lo exige», ha reconocido. Ya su saludo nada más subir a la tribuna ha sido toda una declaración de intenciones: «Somos el partido, alderdia gara», ha enfatizado, convencido de representar el abertzalismo «kilómetro cero y sin aditivos».
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Esa reivindicación de la sigla, en puertas de unas elecciones autonómicas en las que EH Bildu presenta como nunca sus credenciales al 'sorpasso', ha sido una constante en los discursos, trufados de referencias a los referentes históricos del partido. Agirre, Juan de Ajuriaguerra, Arzalluz, Ardanza, Ibarretxe, Urkullu..., todos han tenido su momento, en un repaso en el que ni el lehendakari Garaikoetxea ni Josu Jon Imaz han encontrado hueco. «Siento orgullo al miraros, al saber que hemos sido capaces de recuperarnos de unos años de extrema dureza», ha enfatizado Urkullu, que ha alertado contra las «críticas destructivas» que sólo pretenden «dañar nuestra reputación» y «quebrar la confianza» de la sociedad en el partido. «Nos quieren encasillar, nos quieren desplazar, nos quieren desprestigiar socialmente. Vienen a por nosotros. No lo podemos permitir, no lo vamos a permitir», ha tronado Ortuzar en la misma línea frente a una militancia que ha respondido a los llamamientos de la cúpula para acudir en masa a la fiesta del partido. «A algunos no les habrá gustado, pero esto está lleno», se ha jactado.
El grueso del discurso de Ortuzar se ha centrado en poner en valor la trayectoria y la ideología del partido que, una vez más, ha situado en la «centralidad» vasca, inscrita, ha dicho, «en los genes» de la sigla, e inclasificable por lo tanto en el eje tradicional de izquierda-derecha. «Si léeis estos días a los portavoces de la derecha y ultraderecha españolas, somos el hermano pequeño, feo y zurdo de Frankenstein. Si repasais las lindezas que todos estos supuestos aliados de izquierda han dicho de nosotros en las últimas campañas, somos la derecha neoliberal vasca», ha lamentado Ortuzar, que ha antepuesto a las coordenadas ideológicas la «impecable hoja de servicios» a Euskadi durante más de un siglo.
«Por lo tanto, orgullo de ser del PNV, orgullo de lo que hemos hecho y fuerza para seguir adelante. Nosotros, ni izquierdas ni derechas. ¡Euskadi y democracia! ¡Libertad y justicia social! ¡Euskadi nación en una Europa fuerte y democrática», ha resumido el líder jeltzale, que ha dejado claro a quienes quieren «mandarnos a la Historia» que el PNV es «presente y futuro de este país». Un claro guiño en clave interna tras perder 86.000 votos en las últimas municipales y forales de mayo, mayoritariamente refugiados en la abstención. Ortuzar, que ha enviado un mensaje de «tranquilidad, confianza y seguridad» a la sociedad vasca y a la militancia, ha dicho «valorar mucho» ese «toque de atención» y ha llamado a actuar en consecuencia. «Toca recoser, toca volver a juntar, toca volver a ilusionar a unas y otros para que Euskadi siga su camino hacia el autogobierno y el progreso de la mano del PNV», ha arengado.
El líder del PNV también ha alimentado las expectativas sobre la negociación con Sánchez en Madrid, donde ha dicho, «las cosas están como están» porque «la democracia en España está malita». Ortuzar no solo ha dejado claro que el candidato del PSOE tendrá que «cumplir con la palabra dada y los compromisos firmados» antes de que el PNV comprometa su apoyo, sino que ha avanzado que «ha llegado el momento» de abrir el debate territorial «con prudencia pero con valentía» para lograr el «reconocimiento nacional» de Euskadi, una promesa que ha arrancado los aplausos más entusiastas de las bases en toda la jornada.
Eso sí, Ortuzar ha dejado abierta la puerta a la posibilidad de que se repitan las elecciones en enero y aunque ha prometido empeñarse para que «salga bien» también ha advertido de que «pueden pasar muchas cosas» y es posible que toque volver a llamar «a rebato» a la «movilización» de las bases en una eventual campaña que el PNV no quiere ver ni en pintura. Por si las moscas, al tiempo que ha apelado al orgullo del pasado, Ortuzar ha llamado también a «salir del confort de nuestros batzokis» y «abrirlos de par en par a las nuevas realidades y a los nuevos referentes populares». «Es el momento de cambiar las zapatillas de casa por las de 'running', de crecer como partido hacia dentro y hacia fuera», ha enfatizado.
De nuevo, los sindicatos han sido también protagonistas indirectos de los discursos, especialmente el del lehendakari, que, aunque no ha aclarado nada sobre su futura candidatura, sí ha reivindicado el «liderazgo claro» del PNV en la construcción de Euskadi. Frente a eso, ha cargado contra «otro tipo de liderazgos», los que «se enorgullecen» de que Euskadi encabece el ránking «de huelgas y manifestaciones» y alientan el «catastrofismo» y el «adanismo» por «intereses políticos». «¡Ya está bien de generar malestar en la sociedad! ¡Ya está bien de crear un malestar en la sociedad que a nadie beneficia!», ha lamentado Urkullu, que ha hecho votos por mejorar las condiciones laborales de «todos» los trabajadores y ha hecho especial mención a emprendedores, autónomos y cooperativas, con quienes ha comprometido su apoyo. Ortuzar, por su parte, ha ofrecido la «mano tendida» del PNV «a quienes han hecho de la huelga y la protesta su única manera de expresión».
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