Aaron Paul, Lena Waithe y Marshawn Lynch, en 'Westworld'.

El futuro según 'Westworld' es más salvaje aún

Tercera temporada ·

La tercera temporada de la serie llega en una época plagada de incertidumbres y en la que cualquier tiempo venidero se antoja absolutamente utópico

Mikel Labastida

Valencia

Lunes, 23 de marzo 2020

Hay sin duda una clarísima intención con la tercera temporada de 'Westworld' de hacer borrón y cuenta nueva. Y no es extraño después de las críticas que la serie de HBO acumuló durante su segunda parte. Entonces la producción escrita por Jonathan Nolan ... y Lisa Joy encontró firmes detractores por haber perdido parte de sus señas de identidad (los dilemas que planteaba no terminaban de entenderse) y por no haber sido lo suficientemente valiente de seguir adelante en la trama y estancarse en conflictos de escaso interés. Peleas a diestro y siniestro, una Dolores desdibujada clamando venganza y un conflicto (el de las máquinas contra los humanos) que no terminaba de arrancar fueron el resumen de una tanda de capítulos poco afortunada que ahora hay intención de dejar atrás. Ya, desde los primeros teasers de hace unos meses, se nos presentaba una serie que poco tenía que ver con la de antes, con un ritmo diferente, un entorno desconocido y algunos personajes a los que no habíamos visto. Toda una declaración de intenciones. Toda un propósito de enmienda de errores pretéritos.

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¿Es posible convencer a los que renegaron? Lo va a tener difícil 'Westworld', que se estrenó el pasado lunes 16 de marzo con unos datos de audiencia bastante bajos en Estados Unidos, lo cual no hace presagiar nada bueno. Muchos tripulantes se han bajado de ese barco. Y es una pena porque la propuesta inicial de este título era magnífica: qué pasaría si los robots pudieran tener conciencia. Y para ello nos conducían a un parque de atracciones ambientado en el Lejano Oeste con robots con apariencia humana en un posible futuro en el que hombres y mujeres utilizan a las máquinas para dar rienda suelta a sus instintos más bajos. Hoy ese futuro distópico se nos antoja más remoto teniendo en cuenta lo frágiles que hemos descubierto que somos. Ese universo que plantea la producción de HBO con empresas todopoderosas capaces de poner en marcha los mayores avances tecnológicos y de crear estructuras mastodónticas se atisba lejano e irreal. Si no podemos frenar a tiempo un virus para evitar que cause una pandemia es que quizá hemos invertido nuestro esfuerzo y potencial en el lugar equivocado.

Pero toca distraerse, transportarnos a escenarios dispares, que nos ayuden a evadirnos de la realidad un rato. Y en eso 'Westworld' cumple. En su tercera parte ha dejado atrás el parque de atracciones que habíamos conocido y nos conduce a otros marcos. Que ya era hora. Cabe recordar que en el final de la temporada anterior pudimos ver cómo los androides atravesaban una (cutre) puerta que les llevaba previsiblemente a otra dimensión. Y ahí estamos. Hay vida más allá de aquellos poblados con forajidos y prostitutas. Las nuevas ciudades sin ley a las que asistimos son verticales, hipertecnificadas y visualmente sofisticadas, pero incurren en el mismo problema que ya planteaba la serie en entregas anteriores, el sometimiento a la tecnología. «Queréis ser la especie dominante pero dependéis de máquinas», le espeta una empoderada Dolores a uno de los dueños de Delos en la secuencia con la que se reabre la historia. Es toda una declaración de intenciones y da pistas sobre lo que pretenden contarnos en estos episodios (o eso intuyo).

Tres fotogramas de la serie.

La joven ya lideró la revuelta promovida en la segunda temporada y ahora la traslada al mundo real para hacer pagar a aquellos que posibilitaron y permitieron los abusos. Su objetivo no es ir contra un grupo reducido de personas, sino a por la humanidad al completo. Ella contra una sociedad tirana e insensible. No va a estar sola en esta batalla. En el primer capítulo conocemos a Caleb (nuevo personaje interpretado por Aaron Paul), un exsoldado del que sabemos poco más que su afán antisistema. Se presupone que será su aliado, pero falta que nos expliquen bien sus motivaciones (en eso la serie no ha cambiado, sigue siendo ambigua y dosificando la información para despistar). Por otro lado está Charlotte, ejecutiva de Delos, que debe rendir cuentas sobre lo que ha ocurrido en el parque. En realidad ella no es ella (a ver cómo explico esto) puesto que en el cierre en 2018 fue asesinada por un doble suyo y su consciencia fue suplantada por la propia Dolores. Falta saber qué conexión continúa habiendo entre ambas y qué planes tiene esta réplica con la empresa que se ha encargado hasta ahora de jugar con los androides.

A esta lista sumamos a Bernard, el que fuera líder de la División de la División de Programación de Delos, que también salió del parque y ha adaptado una nueva identidad. Pero su intención no es iniciar una nueva vida, sino regresar al lugar en el que se originó todo aunque no sepamos bien para qué. El recuento de roles acaba con Maeve, que al contrario de los otros continúa en el parque. Pero no en el dedicado al Oeste, ni en el japonés, ni el de la India colonial, sino en uno inédito hasta ahora, uno ocupado por nazis en la Segunda Guerra Mundial.

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'Westworld' se reivindica como un relato de personajes y alrededor de estos cinco (que tarde o temprano deberán coincidir) girarán las tramas de los siguientes episodios de un modo más o menos paralelo. Si se centra en ellos, explicándolos bien, sin marearlos demasiado y sobre todo sin traicionarlos, la serie ganará enteros.

De momento en lo que sí ha demostrado que sigue siendo única es en la espectacularidad de su propuesta. Presupuesto no le falta. Y ha echado mano de él para recrear los nuevos mundos en los que transcurrirán las tramas. Contemplamos unos Londres y Los Ángeles casi desconocidos, y una Ciudad de las Artes de Valencia a la que saca todo el partido posible como base futurista a la que llegan naves y de la que surgen megarobots. La escena final del primer episodio, en la que reencontramos a Maeve y se presenta el nuevo parque (protagonista luego del segundo capítulo) es impactante y ya avisa del potencial de este escenario. Las imágenes hablan por sí solas, comunican, desvelan detalles. Eso es muy importante en una producción de ciencia ficción como esta. Es verdad que si además de todo esto no hay un contenido adecuado puede quedar hueco, pero en este caso el envoltorio es fundamental para que los desarrollos parezcan creíbles. El futuro según 'Westworld' tendrá casas súper domotizadas, coches voladores y drones por doquier. Y será, eso sí, más salvaje que el lejano oeste.

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Todo eso visto hoy -en un marzo de 2020 en el que una crisis sanitaria nos ha dejado fuera de juego- parece más ciencia ficción que nunca. Pero nos entretiene al menos, lo cual es más que necesario hoy en día.

La tercera temporada de 'Westeworld' puede seguirse en HBO.

Vídeo. El tráiler de la serie.
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