Claudio Biern Boyd (Palma de Mallorca, 1940) es el responsable de que la generación que hizo la EGB tenga grabada a fuego en su memoria sentimental las imágenes y sintonías de 'Marco', 'La abeja Maya', 'Vickie el Vikingo' y 'La pantera rosa', entre otras muchas ... series de dibujos. Por cierto, él también es el culpable de que exista el pastelito con cobertura de chocolate rosa. «Si te comes un Pantera Rosa es gracias a una conversación que tuve con el director comercial de Bimbo en su fábrica de Granollers», relata. «'¿Puedes hacer algo de fresa?', le pregunté. La pena es que los royalties no me llegan porque ya no llevo el personaje».
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Todavía hay gente que cree que los tres mosqueteros de Dumas se llaman Dogos, Pontos y Amis, tal ha sido la influencia de los dibujos animados de los 80. El veterano creador de la serie, Claudio Biern Boyd, produce y escribe el guion de un largometraje que aspira a llenar los cines de padres e hijos. Los primeros gozarán de la nostalgia en una película rodada con ordenadores y no a mano, como la serie original, que en los flashbacks mantiene la textura y los dibujos de 1981. A esos adultos les conviene quedarse hasta el final, cuando suena por fin completa la canción compuesta por Guido y Maurizio de Angelis con la letra en pantalla, como si fuera un karaoke para ser coreado por la platea.
En cuanto a los chavales, acostumbrados al ritmo lisérgico y frenético de Bob Esponja, el nuevo D'Artacan reserva bastantes dosis de acción protagonizadas por el impulsivo D'Artacan, el hijo de un mosqueperro que llega a París dispuesto a formar parte del escogido cuerpo de espadachines que protege al rey. El gran villano de la función es el cardenal Richelieu, un zorro como en la serie, secundado por la gata Milady, que con su atuendo de cuero negro y sus saltos por los tejados podía pasar perfectamente por Catwoman.
No es el único detalle que demuestra la intención de poner al día una historia basada en el clásico de Alejandro Dumas. Así, Juliette, la amada del protagonista, resulta más brava y resuelta que en los años 80. 'D'Artacan y los tres mosqueperros' se ha rodado en los estudios Apolo Films de Pamplona, reciclando a profesionales que venían del campo del cómic y la ilustración, en colaboración con empresas internacionales como Cosmos Maya, en India. Las familias agradecerán una cinta de animación en una cartelera vacía de ellas.
Criado en Barcelona, hijo de escocesa y padre de origen francés, Biern Boyd trabajaba en el departamento de márketing de una multinacional de productos de consumo cuando pensó que los niños tenían mucha importancia en las decisiones de compra de las familias. «Eran los tiempos en los que todavía no existían los supermercados, sino los colmados y los ultramarinos», rememora. «Supe que una madre, ante el dilema de un paquete de detergente dos por uno y otro con un muñeco, iba a elegir este último. Aquello me abrió los ojos a un mercado impresionante».
Biern Boyd se puso en contactos con Disney y Hanna-Barbera. Y empezó a adquirir derechos de series míticas para vendérselas a Televisión Española, de 'Los Picapiedra' a 'Mazinger Z'. En 1980 se lanzó a la producción con 'Ruy, el pequeño Cid' a la que seguirían 'D'Artacan y los tres mosqueperros', 'La vuelta al mundo de Willy Fog' y 'David el Gnomo', la más exitosa de todas. La primera de ellas regresa este miércoles a los cines en una lujosa versión digital con guion de su creador, dirección de Toni García y un ritmo adaptado a los nuevos tiempos. En los preestrenos, Biern Boyd ha comprobado cómo los hijos no se mueven del asiento y los padres hasta lloran cuando suena lo de «eran uno, dos y tres, los famosos mosqueperros...». «Hemos conseguido unir a las familias, que el hijo deje la pantalla con el Tik-Tok y los padres Twitter», se ufana.
Atrás quedaron los años 80, cuando Claudio Biern Boyd se pasaba la vida volando de Madrid a Tokio durante 28 horas porque en España no había industria de animación. «Iba cargado con los story boards y con un secretario que me hacía de traductor», recuerda. «Les explicaba lo que quería fotograma a fotograma a un sanedrín de japoneses que no tenían ni idea de inglés ni de español. Después solo quedaba rezar y esperar a que me mandaran los copiones». De entre todas sus series, la más exitosa «con mucha diferencia» fue 'David el Gnomo'. «Ningún estudio europeo había vendido una serie de dibujos en Estados Unidos. Se emitió durante ocho años en HBO con la voz de Christopher Plummer. Y su mensaje ecológico sigue absolutamente vigente». Por cierto, pocas series animadas se han atrevido a matar a su protagonista, algo que siguen reprochándole a un hombre que reconoce no saber dibujar. «No mientas, no lo maté, lo transformé en cerezo», se ríe. «Aún hoy en día me lo echan en cara los hijos de amigos: ¡tú me hiciste llorar!».
Conocer a Blake Edwards o cenar con Peter Sellers, que acabó la noche tocando la batería, han sido algunos de los privilegios de este visionario, que lamenta la «legislación obsoleta» que regula la industria de animación en España. «Somos los mendigos del audiovisual», se indigna. Biern Boyd tuvo la suerte, afirma, de crecer sin televisor y devorar los libros de Emilio Salgari, Julio Verne y Alejandro Dumas. «El guion es el 60 o el 70% del éxito de una película», ilustra. También tuvo claro que sus personajes tenían que ser animales antropomorfos. «Así evitábamos dibujar a una persona con más detalle. Y generan empatía, porque los animales están muy cerca de los niños». En 'D'Artacan', los dos únicos personajes que no son perros son villanos. «Milady, porque odio a los gatos, y el cardenal Richelieu, un zorro porque, de niño, los payeses en la casa de veraneo de mis padres me contaban que se comía a las gallinas».
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OSKAR BELATEGUI
Toni García, director de 'D'Artacan y los tres mosqueperros' tenía 15 años cuando se emitió la serie original. Recuerda que, antes de sentarse cada sábado a las tres y media de la tarde ante el televisor, había leído a Dumas. En la segunda temporada ya trabajaba en la serie. Desde entonces, García ha sido director creativo y de arte de series como 'Mortadelo y Filemón', 'Teo', 'Willy Fog', 'Gnomos 3' y 'Zipi y Zape'.
«La manera de hacer los dibujos animados en aquella época, a mano y rodando en 35 milímetros, no tiene nada que ver con la actual», explica. Ahora tampoco se pueden reunir audiencias de 20 millones de españoles con un programa de televisión. 'D'Artacan y los tres mosqueperros' pretende unir a toda la familia. «Las series de Claudio hoy son entrañables y no han envejecido, porque la animación envejece muy bien, por eso se mantiene 'Blancanieves y los siete enanitos', que es de 1937», explica el director, que sí ha acelerado el ritmo para adaptarlo al gusto de los chavales crecidos con los videojuegos.
«Claudio no dibuja, pero fue un visionario del márketing que supo ver que había un nicho de mercado y construyó industria», alaba Toni García. Recuerda que un largometraje de animación puede dar empleo a casi medio millar de personas durante tres años. «Cada vez ves más nombres españoles en los créditos de las películas de Pixar. Lo que habría que hacer es intentar recuperar a esa gente», confía.
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