Haz el amor, no la guerra
La mirada ·
Los conflictos que asolan el mundo deberían llevarnos a fabricar una pancarta gigante para gritar este lema a los cuatro vientosSecciones
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La mirada ·
Los conflictos que asolan el mundo deberían llevarnos a fabricar una pancarta gigante para gritar este lema a los cuatro vientos'Make love not war', 'Haz el amor, no la guerra'. Ya saben, en este febrerillo loco, cuando se celebra la fiesta de San Valentín, la fiesta del amor y los enamorados (creo que el jolgorio nació porque los comercios se morían de frío), voy ... a hablarles de un lema que se hizo famoso en 1968 y que desgraciadamente hoy sigue siendo de sangrante actualidad.
La consigna surgió en Estados Unidos ligada a la guerra de Vietnam y, aquí, en Europa, la gritamos en París a pleno pulmón en 1968 durante las revueltas del Mayo francés. La guerra entre Ucrania y Rusia -el día 24 se cumplen ya dos años de su inicio-, la de Israel y Palestina, las otras guerras que asolan el mundo, así como la propia crispación política que vivimos en Europa, deberían llevarnos a todos a fabricar una pancarta gigante con ese mismo lema y, luego, a apiñarnos detrás del cartel para gritar la consigna a los cuatro vientos.
Estos tiempos revueltos, como los que estamos viviendo, suelen acabar mal; y cuando digo mal quiero decir a tiros. Si echamos la vista atrás para aprender de la historia, veremos que no hay nada nuevo bajo el Sol, que lo que nos pasa hoy ha ocurrido muchas veces a lo largo de los siglos, lo que sucede es que se nos olvida. Es verdad que pensamos que los tiempos han cambiado, que estamos un poquito más civilizados y que ahora los versos de Miguel Hernández afortunadamente los apoyamos todos: «Tristes guerras si no es amor la empresa. Tristes. Tristes. Tristes armas si no son las palabras. Tristes. Tristes. Tristes hombres si no mueren de amores. Tristes. Tristes». Pero también es verdad que con el odio no se juega, el odio es un arma impredecible y muy peligrosa.
Hoy la 'Rattenkrieg' (guerra de las ratas), se está viviendo en Gaza, como se vivió en la batalla de Stalingrado, tras la invasión de Rusia por el Ejército alemán en la Segunda Guerra Mundial. Stalingrado dicen que fue la batalla más sangrienta de la historia, entre julio de 1942 y febrero de 1943 murieron o fueron heridos y encarcelados más de dos millones de personas. La 'Rattenkrieg' se llamó así porque se luchaba en túneles excavados en las casas casi derruidas por la aviación. Los partisanos de Stalingrado abrieron pasillos de una casa a otra, de un piso a otro, para poder sorprender a los alemanes mientras registraban los edificios buscando a rusos, después se escabullían como ratas ante los ojos sorprendidos del enemigo.
La lucha esa, cuerpo a cuerpo, era cruel, era un infierno. Pues algo parecido está ocurriendo en los túneles de Gaza. Algunos de los pasadizos llegan a alcanzar los 30 o 40 metros bajo tierra, y los palestinos luchan y desaparecen de repente como si fueran fantasmas.
Los israelíes llaman irónicamente a los túneles 'el metro de Gaza'. Los 14 kilómetros de la frontera de la Franja con Egipto llevan tiempo plagados de túneles, que se utilizaban principalmente para abastecer a la población palestina con productos egipcios. Pero ahora esos túneles excavados por Hamás son túneles de guerra que sirven para escapar o sorprender al enemigo, a un enemigo atrapado porque no conoce bien el terreno, y, también, claro está, para el contrabando de armas.
Que nadie se imagine que los túneles son de pacotilla: podrían costar millones de dólares, están hechos de hormigón, tienen barandillas, cables eléctricos y telefónicos, un hombre puede estar de pie y las entradas son tan minúsculas y difíciles de encontrar que caben debajo de una mesa pequeña o un sillón, nos cuenta Antoine Mariotti, periodista de 'France 24', que en 2014 visitó las construcciones.
Estamos, pues, en una nueva etapa de la guerra. La franja urbana de Palestina es la más poblada del mundo -5.500 habitantes por kilómetro cuadrado- e Israel ataca sin piedad, Hamás y sus asesinatos le sirven de excusa para matar a civiles indefensos y quedarse con tierras palestinas.
Esta guerra cruel nos trae a la memoria otras batallas urbanas, por ejemplo, la de Mariúpol y Kramatorsk en Ucrania, y también el dolor, que siempre puede evitarse.
'Make love not war', en el mundo cabemos todos.
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