Durante décadas, los países árabes se juramentaron para destruir Israel, erradicarlo de la faz de la Tierra, y libraron grandes guerras para conseguirlo.
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Fracasaron.
Ahora, lo que no consiguieron desde fuera los ejércitos árabes reunidos lo va a lograr desde dentro la codicia y la ... egolatría de un político deshonesto. Para liberarse de ser condenado por corrupción y acabar en la cárcel como Ehud Olmert, Benyamin Netanyahu está decidido a legislar para que el Parlamento pueda anular por mayoría simple las sentencias de los tribunales, así como nombrar a dedo a jueces adictos.
Una democracia requiere separación de poderes y un sistema circular de equilibrios. El Parlamento redacta las leyes, pero luego, basándose en esas leyes, los tribunales tienen jurisdicción y prevalencia sobre la Cámara, y el Ejecutivo gobierna en función de los límites que le marcan el Legislativo y el Judicial. Si esa separación de poderes se rompe y la Asamblea legislativa puede anular las sentencias en firme de un tribunal, un Gobierno que goce de mayoría absoluta ejerce la dictadura de facto.
Israel ha ganado todas las guerras contra los árabes porque la democracia es un sistema mucho más eficaz que cualquier dictadura. La necesidad de conseguir el respaldo de los votantes no es un mecanismo a prueba de fallos, pero empuja a los gobernantes a esforzarse en términos de eficacia en la gestión, lo que repercute en tasas de alfabetización superiores, tecnología más avanzada, mayor seguridad jurídica e institucional, menos corrupción, edificios que no se derrumban como castillos de naipes al primer terremoto...
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Esto favorece un mayor crecimiento económico y mayor capacidad industrial, todo lo cual permite generar un poder militar mucho mayor y, por encima de todo, la capacidad de emplearlo con mucha más eficacia, sobre todo en una mucho mayor iniciativa de los mandos y superior coordinación de los diferentes cuerpos y armas.
Los árabes han tenido coraje, disciplina, voluntad de vencer, superioridad numérica, superior posición geoestratégica y respaldo masivo de la URSS con abundante armamento, pero padecen autocracias donde lo único que realmente importa es mantener en el poder a la pandilla gobernante, y todo lo demás es sacrificable. Incluso cuando contaban con líderes honestos, enérgicos, patriotas y competentes, como Nasser, las ineficiencias del sistema despótico pesaban demasiado y esterilizaban los mejores esfuerzos. Por eso perdían siempre.
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Si Netanyahu logra dominar el Poder Judicial, sus corruptelas quedarán impunes y eso será el pistoletazo de salida para que todos aquellos granujas que han permanecido cobardemente honrados por temor al castigo se lancen a saquear lo que puedan. ¿Cuánto tiempo tardará Israel en involucionar hacia estructuras sociales y políticas idénticas a las de sus adversarios?
¿Se plantearía siquiera Netanyahu abandonar el poder? Necesitaría asegurarse la lealtad del ejército, lo que implica empezar a asignar los ascensos en función de la lealtad personal, o crear una milicia paralela con sus partidarios -que le llaman 'rey'-, entregándoles a ellos las mejores armas. ¿Cuánto tiempo tardaría el Tzáhal en involucionar hacia los niveles de ineficacia de los ejércitos árabes?
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Netanyahu gobierna con el apoyo de los partidos de ultraderecha más extremistas. El problema no es que un ministro proclame que hay que arrasar por completo un municipio palestino. Bocazas los hay en todas partes. El verdadero problema es que la coalición de Netanyahu se divide a este respecto en dos bandos: los que de verdad quieren arrasar enseguida ese municipio palestino -y todos los restantes- y los que prefieren arrasarlos igualmente, pero de forma gradual. Si hay algún político israelí que no desea arrasar municipio palestino alguno no forma parte del actual Gobierno.
Por el momento, grandes multitudes se han echado a la calle para protestar, y están recibiendo numerosos apoyos de militares profesionales y reservistas, que incluso amenazan con no servir si se aprueba la reforma. Incluso el presidente de Israel -un cargo básicamente ceremonial- se ha declarado públicamente en contra. Sin embargo, Netanyahu quiere librarse de ir a la cárcel. Sus aliados ultraortodoxos desean poder saltarse la sentencia que les arrebató su tradicional privilegio de no cumplir el servicio militar. La ultraderecha laica, por su parte, quiere que ningún tribunal pueda impedirle crear asentamientos a voluntad. Los votantes de estos partidos, obcecados por estos codiciosos objetivos, no van a saber ver que se están poniendo los grilletes ellos mismos, porque se quedan indefensos frente a las arbitrariedades del poder.
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