De Galdós a Almudena Grandes
La mirada ·
En el homenaje a Joséphine Baker se percibe que los franceses se unen en lo importante. Aquí nos gusta lo cainita, la grescaSecciones
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En el homenaje a Joséphine Baker se percibe que los franceses se unen en lo importante. Aquí nos gusta lo cainita, la grescaNo quería volver a escribir sobre temas patrios porque, digas lo que digas, te acusarán de antipatriota, de hispanófobo e inventarán lo que no has escrito. Y más si alabo lo francés, esos gabachos, frente a lo nuestro, los ínclitos íberos. Pero la realidad es ... contumaz.
Se han producido al mismo tiempo dos hechos: el entierro de Estado a Joséphine Baker en Francia y el fallecimiento de Almudena Grandes en Madrid. Joséphine Baker, nacida en Estados Unidos, nacionalizada francesa, cuando murió recibió honores militares en Francia tanto por la trayectoria de su vida como luchadora por la libertad en ese país, como por haber defendido con extrema valentía los derechos de los negros en su tierra de nacimiento. Y ahora, 46 años después de su muerte, es entronizada en el Panteón con todos los honores. Allí descansará con los Voltaire, Rousseau, Víctor Hugo o Alexandre Dumas y las glorias de Francia.
Al ver el homenaje con toda la 'grandeur', uno percibe que los franceses aprecian con orgullo el honor de la patria, se sienten más unidos, olvidan las pequeñeces de las rencillas, se unen en lo importante y ven un futuro más común. «Joséphine Baker entra aquí con todos aquellos que eligieron Francia», dijo el presidente Emmanuel Macron en un discurso culto, centrado, con sentido de Estado, como el que pronunció ante el féretro de Jean Paul Belmondo. ¡Chapeau! Esto es ser estadista, hacer patria.
Y si los miro y me dan envidia es porque, al volver la vista hacia nosotros, siento pena, pero pena de verdad por lo que somos. Nos gusta lo cainita, la gresca. Que no es nuevo, ya se repitió milimétricamente con la muerte de Benito Pérez Galdós, el gran notario de la villa, cuando el Gobierno hizo ostensible su indiferencia y el pueblo madrileño le rindió tributo echándose a la calle. Eso animó a los políticos a unirse al carro, pero, como siempre, sus honores llegaron tarde. Hoy nadie se acuerda de aquellos mequetrefes hinchados, de aquellos que se opusieron a que la Academia Sueca le otorgara el Premio Nobel. Sí, sí, como lo oyen, aquellos aguerridos patriotas pidieron que no se lo dieran. No le perdonaban que fuera un hombre libre, liberal y tolerante. Pero pasan los años y ya hemos olvidado quiénes fueron los censores, no merecen la pena, y sí recordamos y leemos al gran don Benito, que tanto amó sobre lo que escribió.
Almudena Grandes es la gran notaria de la historia de Madrid del último siglo. Por eso, la postura ante su fallecimiento de parte de los organismos del Ayuntamiento y de la Comunidad de Madrid es digna de un chotis esperpéntico y de otro guion más para una película de Berlanga. Se me acaban los epítetos para describir la ruindad, el partidismo cateto, la bajeza, la exhibición de odios y tendencias. Para nada la altura de miras, el dejar lo menos para acordar en lo más, seguir en algo el ejemplo francés. Ni un pésame público en las redes sociales por la escritora madrileña que tanto ha hablado sobre su Madrid, que amaba. Sí, que hay distintos modos de ver y querer la misma realidad.
Lo de Galdós ocurrió en 1920 y esto un siglo después. Díganme en qué hemos cambiado. Como la realidad es evidente y va por otro sitio, terminarán por darle su reconocimiento, pero llegarán mal y tarde. La verdad es que ya no hará falta, el pueblo la seguirá leyendo, en los colegios conocerán quién ha sido, alguna escuela y biblioteca llevarán su nombre y una estatua perpetuará su figura. Porque ante la ruindad y mezquindad, la elegancia, la concordia y el buen hacer, a la larga, triunfan.
Ha hecho muy bien el Gobierno en concederle la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes, a título póstumo, por su compromiso valiente y personal en el campo de las letras. Y los otros, que sigan escribiendo su sainete ensalzando la genuina libertad de la caña de cerveza, el «relaxing cup of café con leche» (de ínclita memoria intelectual), frente al cotejo de ideas, el diálogo y la mirada hacia un futuro de hermanamiento.
'Sous le ciel de Paris', en este caso bajo el cielo infinito de Madrid, a Luis Buñuel, Fernando Fernán Gómez y García Berlanga ya les han escrito el guion. Silencio, se está filmando para la historia.
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