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Llevamos ya muchos meses en una pugna entre los expertos sanitarios (Doctor KO) y los expertos economistas (Mr. Money) sobre cuándo y cómo debe realizarse el desconfinamiento en nuestra sociedad. ¿Quién se impondrá? Ambos púgiles golpean fuerte con sus argumentos. Sin embargo, es posible que ... el arbitro, el señor 'Politician', se esté dejando llevar en exceso por la opinión pública, que es la que le garantiza su puesto de trabajo. Permítanme una pequeña válvula de escape en clave irónica, que no por ello menos grave.
A un lado del cuadrilátero tenemos al Doctor KO, pesa 3.943 millones de euros en el Presupuesto, el mayor peso pesado de la Administración vasca. En estos momentos, su 'uppercut', popularmente llamado 'contagio', no es tan letal como hace unos meses, cuando sus golpes noqueaban y llevaban a sus oponentes al KO (fallecimiento) con demasiada facilidad, especialmente a los ancianos. Afortunadamente, hoy en día esa pegada ha bajado su eficacia hasta en un 97%. Aunque, ojo, sigue siendo mortal ante contrincantes débiles.
Es cierto que sus golpes son hoy menos certeros. Sin embargo, mantiene la capacidad de verbalizar de Mohamed Alí. En nombre de la ciencia, es capaz de afirmar con rotundidad incluso cuestiones aún no probadas. Todo lo plantea en términos de verdades absolutas, aunque si repasamos lo que decía hace unos meses y lo que dice hoy podemos evidenciar que va aprendiendo mucho por el camino y, por tanto, variando sus argumentos. Es decir, ojo con su rotundidad. El asunto es que sabe asustar muy rápido. Este boxeador ha ganado mucho protagonismo en los últimos meses. Sus seguidores se cuentan por millones y lo aplauden continuamente. La prensa lo trata muy bien ya que es muy esforzado en su trabajo y además hay que ser muy experto en la materia para entrar a cuestionar sus argumentos. Lo cierto es que ahora le gusta hablar más de la enorme cantidad de golpes que da (contagios) y menos de cuántos KO consigue.
En el otro lado del ring tenemos a Mr. Money, un viejo conocido siempre presente en los combates en tiempos de crisis. Un peso pesado que no lo podemos medir sólo por su relevancia en el Presupuesto de la Administración, sino en la bola que genera en la economía real. Este púgil tiene un estilo muy diferente de boxeo. Sus golpes son más continuos, con menor intensidad generalmente, pero pega mucho en la cabeza, te deja aturdido, con la autoestima por los suelos (desempleo) y en ocasiones con daño en las caderas (bolsillo) por muchos años. Sabe cómo dejarte con desánimo y sin salir de casa por mucho tiempo. Las secuelas a largo plazo pueden ser terribles.
Este boxeador me recuerda más a nuestro malogrado Urtain, su dialéctica es diferente al anterior. Es un experto haciendo análisis del pasado y le gusta hacer pronósticos futuros en base a ello. Es su forma de meter miedo. Sin embargo, no siempre acierta. Eso sí, sabrá explicar muy bien por qué no acertó. «Variables exógenas al análisis», dirá. Como si predecir lo que va a ocurrir en este mundo fuese fácil… A pesar de que este luchador es necesario, tiene mala prensa. Los aficionados le silban continuamente. Incluso hablar de él está socialmente mal visto en muchas ocasiones.
Finalmente, tenemos un actor muy relevante en este combate, 'Mr. Politician', el árbitro. Debería ponderar en su justa medida a cada uno de ellos, pero la realidad es que los efectos tan inmediatos del golpe del Doctor KO hacen que tanto él como gran parte de la afición (sociedad) se dejen llevar por el corto plazo. Pero cuidado, parece que el golpe de Mr. Money va a dejar secuelas épicas (3,9 millones de parados ya, como en 2009, y caída superior al 12% en el PIB). No hay que ser analista económico para darse cuenta de los cientos de locales que están quedando vacíos en el centro de cualquier ciudad. El tema pinta muy feo.
Al final, hay dos datos claves para desconfinar: fallecimientos y pobreza (actual y futura). Como individuos, cualquier muerte es deleznable, pero como sociedad, quizás es hora de analizar fríamente las consecuencias de un exceso de confinamiento en detrimento de la economía. Eso no significa bajar la guardia, sino que nuestros mandatarios racionalicen las decisiones como gestores de nuestra sociedad. Hay cuestiones que nadie quiere afrontar, pero hay que hacerlo. Lamentablemente, como sociedad, no todos los fallecimientos son iguales. Y aunque éticamente es cuestionable, el impacto social del fallecimiento de un individuo productivo o de un niño tiene connotaciones diferentes al de un anciano. Por desgracia, tenemos una desagradable pregunta que nuestros gestores deben debatir seriamente a puerta cerrada para decidir el desconfinamiento... ¿Cuánto vale una muerte en nuestra sociedad?
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