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Desde que empezó a gestarse el Derecho Internacional en el siglo XVII, el desarrollo de la diplomacia y la búsqueda de consensos fueron considerados los mejores aliados para que los estados se relacionaran y respetaran entre sí. A su vez, Estados Unidos fue un actor ... determinante en la configuración del sistema político internacional, particularmente después de la Segunda Guerra Mundial: brindó estabilidad, prosperidad y credibilidad, y ejerció el liderazgo en momentos clave como la creación en 1945 de la Organización de las Naciones Unidas, símbolo y centro de la diplomacia multilateral.
El pasado 21 de enero Joe Biden fue proclamado oficialmente presidente de Estados Unidos para la legislatura 2021-2025. Aquel día Donald Trump abandonaba la Casa Blanca después de cuatro años convulsos y agitados.
Tras aquel mandato destructivo, la Administración Biden asume una responsabilidad titánica. En otras palabras, contrae el compromiso de rehacer un legado desastroso desde el punto de vista del multilateralismo. Durante los últimos cuatro años se produjeron cambios significativos en el orden internacional y esto obedece a la política exterior de la Administración Trump. ¿Permanecerán en el tiempo estos cambios? ¿Cuál será su alcance?
La Administración Trump no se limitó a influir en un área específica del orden internacional, sino que resquebrajó su esencia y sus valores, y trató con desdén a las instituciones que hacen que el sistema, pese a muchos problemas y debilidades, funcione y se mantenga. Tras su mandato, el multilateralismo quedó malparado, China emergió fortalecida y la posición de Estados Unidos en el mundo se diezmó.
Cuando Trump decía «América primero» («America first») transmitía un mensaje: «América sola». Y así, en 2017 EEUU se convirtió en el primer país del mundo en retirarse del Pacto de París sobre el cambio climático. Ese mismo año prohibió la entrada a EE UU a los nacionales de once países musulmanes. En 2018 rompió el acuerdo sobre el programa nuclear con Irán -que se había alcanzado con gran esfuerzo- y restableció las sanciones contra el Gobierno de Teherán. Las presiones de Francia, Alemania y Reino Unido sirvieron de poco y un acuerdo que imponía controles para que Irán no fabricase armas nucleares quedó en la nada.
Asimismo, desde 2019 la Organización Mundial del Comercio, el organismo que regula el mercado internacional, no cuenta con un órgano de resolución de conflictos porque Trump impidió la renovación de dos jueces de su tribunal. En el verano de 2020 el Gobierno de EE UU envió una carta al secretario general de la ONU en la que hacía oficial su salida de la Organización Mundial de la Salud.
En su primer día en el cargo Biden solicitó la readmisión de EE UU en el Pacto de París sobre el cambio climático, así como el regreso a la Organización Mundial de la Salud, y propuso una reforma de la ley migratoria que implicaría la regularización de once millones de habitantes. Se trata de pasos importantes para retomar la senda del multilateralismo, pero ¿y la credibilidad de Estados Unidos?
El profesor Joseph Weiler lo explica con claridad: EEUU era un socio en el que se podía confiar, pero desde el mandato de Trump da la impresión de que un Estado que adquiere un compromiso en el marco de una organización internacional puede abandonarlo en cuanto cambie su presidente (European Journal of International Law Talk). La máxima del Derecho «pacta sunt servanda» -es decir, los tratados están para cumplirse- se ha devaluado. Lo que vale es el «pact sunt servanda» (mientras al presidente le interese). Este tipo de multilateralismo oscilante y dubitativo ofrece una escasa estabilidad al mundo.
Por otro lado, Trump es mucho más que el antiguo presidente de Estados Unidos. Representa el trumpismo y su herencia es un populismo que a la vez que cuestiona la democracia normaliza algunos tipos de violencia. Lo expone Mariano Aguirre en su artículo 'El trumpismo después de Trump' (esglobal). Más aún, EE UU no fue el único país que en los últimos años abandonó el multilateralismo. Inspirada en políticas internas extremistas que se apropian del Estado desde dentro, la inercia del unilateralismo -y en algunos casos, del autoritarismo- se instaló también en el Gobierno de Duterte en Filipinas, de Putin en Rusia, de Orban en Hungría y de Johnson en el Reino Unido. Se excluyen y se aíslan. En los próximos años, Estados Unidos lanzará un mensaje renovador: puede haber intereses contrapuestos, pero no excluyentes. El multilateralismo será su aliado.
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