Urgente Parte de la cúpula fiscal pide la dimisión de García Ortiz por negarse a responder al juez

Digerida la bofetada australiana por la crisis de los submarinos, expulsada la rabia por su exclusión del pacto de defensa Aukus -Australia, United Kingdom, United States- en el Indo-Pacífico y con la inesperada salida unilateral de Afganistán sin integrar, Francia se dispone a reanudar ... las relaciones diplomáticas clásicas con EE UU. El regreso a Washington del embajador galo, Philippe Etienne, y la publicación de un comunicado de la muy pospuesta conversación entre Joe Biden y Emmanuel Macron avalan los esfuerzos por una reconciliación franco-estadounidense. La secretaria de Estado encargada de Europa, Karen Donfried, admite que el restablecimiento de la confianza llevará tiempo e insiste en aprovechar los próximos encuentros multilaterales del calendario geopolítico. La vuelta de Biden al Viejo Continente a finales de este mes, especialmente.

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La Administración Biden tiene consciencia de haber cometido un error: ocultar a los franceses la negociación sobre el Aukus y haber traicionado la confianza de un aliado. No cualquier aliado. EE UU sabe del compromiso de la Armada francesa en aguas del mar de China meridional; sabe de las maniobras conjuntas en el golfo de Bengala a cargo de sus submarinos nucleares de ataque. Ahora, tras el desaire trilateral, subraya «el papel clave de Francia para trasladar la atención de Europa al Indo-Pacífico».

Contrariamente a británicos y australianos, Biden lamenta esta disfunción de consultas hasta reconocer -por primera vez en Washington- la necesidad de «una defensa europea más fuerte». Este pronunciamiento arrancado por Macron en el escrito conjunto de la llamada entre los dos mandatarios debería eliminar la sospecha entre algunos socios de la Unión acerca del interés francés por la autonomía europea: esta independencia no se construye contra EE UU. Convencer a los europeos de un cambio de paradigma sobre su defensa exige una energía fuera de lugar.

Las declaraciones estadounidenses sobre el refuerzo de las capacidades estratégicas de la UE requieren hechos. El 30 de septiembre, en Ginebra, EE UU y Rusia cerraron un acuerdo sobre el control de armamentos. Debates «intensos y sustanciosos», informaron las dos partes. Macron viene insistiendo a los europeos en que salgamos de nuestra ingenuidad, reconozcamos que desde hace diez años los estadounidenses se vuelcan en el Pacífico, y que nosotros los europeos debemos asociarnos firmemente en la seguridad de nuestro continente. Leales entre los leales, hasta los polacos se ven abandonados por Washington en el asunto del gaseoducto ruso Nord Stream 2.

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En este universo de meta-alianzas entre los mismos socios, el presidente francés no duda en reforzar el Mediterráneo oriental donde Turquía se crece frente a Grecia. Naval Group y la compañía europea de misiles MBDA surtirán a Atenas al menos tres fragatas con su correspondiente armamento por entre 3.000 y 5.000 millones. El acuerdo incluye la asistencia mutua en caso de agresión armada y relanza el establecimiento de una base francesa en una isla griega. Cansados de que, en dirección a Europa, la doctrina Biden sea la escuela 'brutalista', se inicia una consolidación de los industriales europeos en la construcción de la defensa de la UE.

Paralelamente, el Elíseo apuesta por recomponer su estrategia Indo-Pacífico con otros apoyos. Tomando sus distancias con «todas las formas de hegemonía en la región», Macron confirmaba a Narendra Modi, primer ministro indio, su disposición a reforzar «su dotación industrial y tecnológica de defensa» en el marco de una alianza entre las dos naciones. Nueva Delhi calcula hacerse con 6 sumergibles a propulsión nuclear. ¿Llegará el galo a proponer submarinos atómicos' de última generación con transferencia de tecnología? Washington ha dado el paso con Australia. No son pocos los países de Asia -Filipinas, Indonesia, Malasia- preocupados por el riesgo de una carrera armamentística nuclear en la zona.

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El comisario europeo Thierry Breton, dedicado desde 2016 a la soberanía tecnológica de la Unión Europea (UE) y la puesta en marcha de una serie de políticas e inversiones en el ámbito de la defensa, suscribe la mutualización de aportaciones para generar recursos comunes. La idea surrealista ha funcionado. El Fondo europeo de defensa se creó en 2020 y hoy está dotado de 8.000 millones para el período 2021-2027. Este incipiente Fondo europeo de defensa debe permitir ser mucho más independientes. «Vivimos la misma situación con el sistema Galileo: se hizo de todo en la época para que la UE no pudiese dotarse de una infraestructura autónoma en el posicionamiento de satélites. Hoy, Galileo es un éxito europeo mundialmente reconocido (…) que sirve también a los estadounidenses».

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