Superados los cien días en la Casa Blanca, Joe Biden, 46º presidente de Estados Unidos, es la admiración de algunos partidos de izquierda europeos al punto de ser ya 'Joe, el rápido'. No cesan las comparaciones con la UE sobre la gestión de la pandemia ... por la covid-19 y por los planes de superación a los que ésta nos aboca. Biden se convierte en la brújula de toda política fiscal, presupuestaria, incluso medioambiental. Su fulgor se aleja verdaderamente de los cuatro años de deconstrucción de Donald Trump, pero en nada empequeñece a los Veintisiete: Biden asume el modelo UE.
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Los gestos del presidente americano no dejan de encadenar sorpresas. ¿Cuándo un máximo mandatario ha exhortado a los trabajadores a sindicarse? Biden lo hizo en Twitter el 1 de marzo sin mencionar a Amazon y en referencia al conflicto que libran sus empleados por la creación de un sindicato en las instalaciones de Bessemer (Alabama). En un vídeo impactante proclama: «Sin intimidación, coacción, ni amenaza, cada trabajador debe ser libre de afiliarse a un sindicato. Es vuestro derecho, no el de vuestro empleador. Ningún empresario os lo puede quitar».
En este desafío a Jeff Bezos, Amazon ha ganado la partida. Para cuantos han buscado organizarse contra los ritmos infernales de trabajo, la firma ha desplegado grandes medios de 'persuasión'. Mientras Amazon entorpece el ejercicio de un derecho diferenciador del 'mundo libre', Biden insiste en que «América no ha sido levantada por Wall Street», sino por «la clase media» y que son «los sindicatos quienes han construido esa clase media». En paralelo, su proposición de un impuesto mínimo mundial a las sociedades para olvidar decenios de mundialización basada en el 'dumping' fiscal y social. Los mensajes de Joe Biden, más allá de posibles segundas intenciones políticas -atraerse al ala izquierda del Partido Demócrata-, son todo un símbolo dentro y fuera de EE UU: traslada valores de emancipación universales.
En estos años de 'menos Estado' y de fiscalidad mínima, el regreso a condiciones de empleo propias del siglo XIX nutre la desesperanza social, el populismo y la extrema derecha. Los millones de empleados de las plataformas logísticas, los abonados a los 'contratos de un día', los asignados a la 'gig economy', esta economía de las plataformas en Internet que la pandemia refuerza, encuentran un horizonte en las palabras del presidente Biden.
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Ahora bien, EE UU no es Europa. Cualquier copia de las medidas del estadounidense sin el rigor de los datos representaría un retroceso del Estado de Bienestar europeo. Francia y Suecia cuentan con uno de los sistemas redistributivos más fuertes del mundo gracias a unos niveles de fiscalidad elevados. Entre los países con menos desigualdad de Occidente, en ellos las retenciones obligatorias se acercan al 50% de la riqueza nacional; en EE UU, esta ratio es inferior al 30%. En cuanto al impuesto de sociedades, la propuesta estadounidense es llegar al 28%, tasa actual en Francia. A finales de los años 1980, durante el mandato de Ronald Reagan, la imposición de sociedades era de un 34%. Parece que EE UU quiere ponerse al día. La fascinación ciega, pero es un alivio comprobar el giro social y fiscal de Joe Biden.
Los montantes sobre los planes de relanzamiento de un lado y otro del Atlántico también llaman a equívocos. En su conjunto, lucha contra la covid-19 y reformas estructurales, Washington pone sobre la mesa 5.000 millardos de dólares (más de 4. 000 millardos de euros). ¿Palidecen los 750 millardos de euros del plan de relanzamiento europeo? En absoluto. No olvidemos que la ayuda de Bruselas se añade al plan de apoyo nacional de cada uno de los Veintisiete y que las sumas propuestas por EE UU corresponden a necesidades ya cubiertas por el Estado en numerosos países europeos: protección social, acceso a la educación, al subsidio de empleo, a la sanidad pública, infraestructuras básicas.
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En Europa el plan de relanzamiento, Next Generation EU impone a los estados miembros utilizar los millardos de euros para transformar sus economías sometiéndose a criterios precisos en materia de transiciones ecológicas, digitales, científicas y educativas. Además el programa Horizon Europe prevé en siete años 95 millardos de euros destinados a la investigación con una divisa: «soberanía europea». La experiencia pandémica conduce a fomentar estrategias de autonomía en salud, cibernética, industria, conquista del espacio tal como se lucha por una defensa propia. La Unión Europea, solidaria y conjuntamente, impulsa por primera vez la planificación de la economía del futuro. Este intento tiene un valor añadido: crea relato. El de una entidad geopolítica necesaria en un mundo en desorden. La Unión también hace historia mientras la 'bidenmanía' desenfoca el modelo europeo pese a que Biden se nutre de él. Quizá los vacíos programáticos de ciertos partidos explican tantas ilusiones ópticas.
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